Fuerza mayor
RAZONES DE fuerza mayor parecen haber impulsado, finalmente, al Gobierno de Fujimori a intentar buscar una salida pactada a la crisis de los rehenes de la Embajada de Jap¨®n en Lima. No es seguro que la encuentren, pues, aunque Fujimori ha hecho expl¨ªcito su estrecho margen de maniobra, son a¨²n una inc¨®gnita los verdaderos l¨ªmites del comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que el 17 de diciembre asalt¨® aquel recinto, tomando 400 rehenes, de los que retiene a 72. Al menos de cara al exterior, los secuestradores siguen insistiendo en la liberaci¨®n de los 453 presos del MRTA que se encuentran en condiciones infrahumanas en c¨¢rceles peruanas.Tras el primer contacto oficial entre el Gobierno y el MRTA se ha entrado en una nueva fase de esta crisis. El aparatoso montaje que ha permitido el encuentro de cuatro horas de duraci¨®n del ministro de Educaci¨®n, Domingo Palermo, y de Roli Rojas, El ?rabe, n¨²mero dos del comando, a escasos metros de la embajada, en territorio neutral y en presencia de una comisi¨®n de garantes, demuestra que el Gobierno est¨¢ dispuesto a dar un paso. Las conversaciones, tras esta primera ronda, han sido aplazadas indefinidamente. Si el di¨¢logo -que el Gobierno se niega a calificar de negociaci¨®n- no produce frutos, Fujimori parece no descartar soluciones de fuerza.
Al aceptar el di¨¢logo directo, Fujimori ha venido a reconocer a la vez su debilidad y su fuerza. La debilidad es la misma que cualquier Gobierno tiene frente a los secuestradores de un avi¨®n, especialmente extranjero, pues no cabe olvidar que el territorio de la embajada recae bajo soberan¨ªa japonesa. Reconoce que dialoga porque no le queda otro remedio, pero para buscar una salida a los terroristas, no para cambiar las condiciones pol¨ªticas en el pa¨ªs o liberar a unos presos como consecuencia de la presi¨®n del secuestro. Su fuerza la demuestra atrevi¨¦ndose a dialogar, pero poniendo p¨²blicamente las cartas sobre la mesa: ofrece a los secuestradores salir del pa¨ªs; nada m¨¢s. Ni siquiera dinero. Intenta convencer a los secuestradores de que no ceder¨¢ nunca a su presi¨®n. De hecho, el apoyo pol¨ªtico por parte de la poblaci¨®n al MRTA parece m¨ªnimo en esta crisis, lo que refuerza la posici¨®n de Fujimori. El presidente peruano ha calibrado probablemente el riesgo del paso que ha dado. Ir m¨¢s all¨¢ en las concesiones supondr¨ªa someter al pa¨ªs a la amenaza permanente de nuevos secuestros de la misma naturaleza. Pero si los miembros del comando no entran en esta dial¨¦ctica se abrir¨¢n perspectivas sumamente preocupantes para todos.
El hecho mismo del masivo y espectacular secuestro indica que la paz no se ha logrado del todo en Per¨². Completarla resultar¨¢ m¨¢s f¨¢cil si el Gobierno logra una salida airosa. Bien es verdad que, independientemente de esta crisis, el Gobierno de Fujimori podr¨ªa haber evitado con anterioridad que los presos del MRTA se encontraran en tan malas condiciones en las c¨¢rceles del pa¨ªs. Deber¨ªa tomar medidas al respecto, al margen de c¨®mo se resuelva el caso de la Embajada japonesa.
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