'Comida basura' pol¨ªtica
Estados Unidos (al igual que el resto del mundo) est¨¢ saturado con el bombardeo de los medios de comunicaci¨®n, que incluye una nueva subespecie: los expertos que pontifican. Un equipo de expertos jur¨ªdicos y en criminolog¨ªa demostr¨®, noche tras noche, durante el juicio por asesinato m¨¢s largo de la historia, que O. J. Simpson era inocente. Ahora, durante su juicio civil, otro equipo, y otro jurado, y otra serie de expertos y datos, han demostrado un¨¢nimemente que es culpable. Tanto dem¨®cratas como republicanos utilizan ahora a expertos o recitadores de cifras para decidir pol¨ªticas sociales b¨¢sicas. Presidentes como Roosevelt, Truman y Kennedy decid¨ªan qu¨¦ cambios sociales quer¨ªan efectuar y luego buscaban los medios para llevarlos a cabo.El discurso inaugural del segundo mandato de Clinton, moderado pero no excesivamente inspirado y decididamente centrista, son¨® a hueco porque tambi¨¦n era obra en su totalidad de los medios y de su equipo de recitadores de cifras. (Cierto, Hollywood se encarg¨® de que las sin sombrero Hillary Rodham Clinton y Tipper Gore parecieran m¨¢s en l¨ªnea con el aspecto de la mujer americana moderna: la primera vez que aparecieron con sus sombreros de enormes, alas dieron la impresi¨®n de ser soldados rasos de la brigada de George Washington a punto de tomar al asalto la guarnici¨®n de Jorge V). Pero el mensaje esencial de Clinton, que repite continuamente en otros discursos, de que ¨¦sta deber¨ªa ser una ¨¦poca de paz y reconciliaci¨®n, el fin de las luchas abiertas, una ¨¦poca de perd¨®n, no tiene, sorprendentemente, ninguna importancia para el pueblo de Estados Unidos. Washington -dem¨®cratas y republicanos por igual- tiene un grave problema: la clase pol¨ªtica no puede dirigir porque es mucho m¨¢s vergonzosa e ingobernable que el pa¨ªs en conjunto.
?Qu¨¦ guerra ten¨ªa Clinton en la mente? No estamos en los a?os treinta, con las batallas de los sindicatos: los obreros est¨¢n dominados y son patriotas. No son los a?os cincuenta, con las feroces luchas por los derechos humanos. Tampoco estamos en los sesenta, con la guerra de Vietnam y las turbulentas rebeliones estudiantiles; y la guerra fr¨ªa, con el c¨®modo enemigo comunista, termin¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada. En estos diez a?os ha habido una gran explosi¨®n de la burgues¨ªa negra, el matrimonio mixto entre blancos y negros est¨¢ empezando a ser una cosa normal y la asimilaci¨®n indica el principio del fin de los guetos. Aparte de los fan¨¢ticos marginales que ponen bombas en las cl¨ªnicas abortistas, la naci¨®n parece notablemente apacible considerando el tremendo aumento de riqueza de las clases superiores y el creciente empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras.
Es cierto que el ¨ªndice de delitos graves en Estados Unidos ha ca¨ªdo en picado por quinto a?o consecutivo en todas las ciudades importantes. Nueva York, descrita frecuentemente en el Sur y en el Medio Oeste como "la ciudad del pecado", tiene uno de los ¨ªndices de criminalidad m¨¢s bajos del pa¨ªs. En el primer semestre de 1996, el n¨²mero de asesinatos descendi¨® en un 7%, con lo que sigue un descenso ininterrumpido durante cinco a?os de la criminalidad, que est¨¢ ahora al nivel de los a?os sesenta. El n¨²mero de violaciones y fallecimientos por sida descendi¨® en un 30% el a?o pasado. Un punto m¨¢s y Estados Unidos estar¨¢ otra vez, en t¨¦rminos de delincuencia, en la tierra dorada de Doris Day de los a?os cincuenta.
?Por qu¨¦ aumenta la delincuencia y por qu¨¦. desciende? La tendencia decreciente se debe en parte a un control de armas m¨¢s severo, a los modernizados departamentos de polic¨ªa de ciudades como Nueva York, Chicago y Detroit y a m¨¢s detenciones en los c¨ªrculos del narcotr¨¢fico, pero expertos crimin¨®logos como Franklin Zimring, director del prestigioso Instituto Jur¨ªdico Earl Warren de la Universidad de California, en Berkeley, admiten que desconocen realmente las causas por las que los ¨ªndices de criminalidad suben o bajan. La ¨²ltima teor¨ªa es que las oleadas de criminalidad se parecen a las epidemias, que son una especie de virus que necesita seguir su curso, y que estas epidemias discurren en ciclos de 25 a?os. La noticia de que estamos al final de un ciclo y estamos experimentando una ca¨ªda inesperada en la criminalidad est¨¢ originando en la prensa y entre los expertos (que predijeron todo lo contrario) el mismo tipo de malestar que produjeron la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fin de la guerra fr¨ªa.
Hay un consuelo perverso en suponer que la vida, especialmente seg¨²n nos aproximamos al final de milenio, est¨¢ empeorando. Las predicciones negativas tienden a alimentar nuestra ilusi¨®n de que nosotros, y no desconocidas fuerzas ingobernables, tenemos el control. Al tiempo que la criminalidad se ha tomado unas vacaciones inesperadas, las universidades se han apaciguado tambi¨¦n. La cosecha actual de estudiantes es seria, respetuosa, y est¨¢ profundamente preocupada por c¨®mo se ganar¨¢ la vida una vez se licencie. Estudiantes que en tiempos ven¨ªan a mis clases insistiendo en que se les deber¨ªa permitir hacer los ex¨¢menes tocando sus guitarras el¨¦ctricas y leer s¨®lo los libros publicados el mes anterior piden ahora "m¨¢s Proust, m¨¢s Orwell".
La pl¨¦tora de conducta ejemplar entre los ciudadanos hace que resulte de lo m¨¢s molesto para el Partido Republicano tener que cargar ahora con un dirigente como el presidente de la C¨¢mara de Representantes Newt Gingrich, quien -tras se?alar con el dedo a los pobres, las mujeres, los enfermos y los viejos por "sacarle demasiado al Gobierno"- ha sido considerado culpable por la Comisi¨®n Paritaria de Etica de utilizar una fundaci¨®n, creada para conseguir fondos para los ni?os pobres de los barrios bajos, para colocar medio mill¨®n de d¨®lares en su propia maquinaria de propaganda pol¨ªtica; tambi¨¦n defraud¨® 1.660.000 d¨®lares de impuestos al Tesoro.
La lecci¨®n que se puede sacar de todo esto que los estadounidenses han interiorizado es que los medios de comunicaci¨®n, los expertos de los medios, los pol¨ªticos, jueces y jurados son juguetes basura americanos, pero puede que Tarantino sea mejor. La verdadera supervivencia de uno mismo es la supervivencia profesional. Igual que para la delincuencia. Es una profesi¨®n para ganadores, no para perdedores. No intente probarla. No al menos hasta que haya ganado su primer mill¨®n de d¨®lares.
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