?Se desintegrar¨¢ China?
A Deng Xiaoping le habr¨ªa gustado vivir hasta el verano con objeto de presenciar la reintegraci¨®n de Hong Kong a la madre patria. Probablemente era consciente de que, tras su muerte, en la gigantesca e hiperpoblada madre patria china habr¨ªa de iniciarse una delicada transici¨®n a desembocar en una de estas dos posibilidades: o bien la continuaci¨®n del proceso de reforma econ¨®mica por ¨¦l propulsado, con un ritmo de crecimiento que -seg¨²n predicciones occidentales- convertir¨¢ a China en la primera econom¨ªa del planeta hacia el a?o 2020; o bien el desencadenamiento de una serie de tensiones que podr¨ªan conducir al caos econ¨®mico, el enfrentamiento pol¨ªtico y la contienda civil.Desde el minoritario levantamiento democr¨¢tico de Tiananmen y el agostamiento f¨ªsico de Deng -coincidentes con la descomposici¨®n de la URSS- estas dos escuelas de pensamiento han venido esgrimiendo sus respectivos argumentos. Quienes est¨¢n convencidos de que la actual China no sobrevivir¨¢ por mucho tiempo a Deng insisten en dos hitos principales. Uno: la combinaci¨®n del factor enorme poblaci¨®n (1.600 millones de habitantes en tomo al a?o 2015) con el factor desquiciamiento territorial / ambiental (escasez de agua y de tierra cultivable, erosi¨®n y deforestaci¨®n masivas) llevar¨¢ al caos. Dos: como todo imperio, China comenzar¨¢ a flaquear por la periferia. En alusi¨®n a las revueltas populares -probable en T¨ªbet, posible en Mongolia interior y ya en marcha desde hace alg¨²n tiempo en Xinjiang- En esta ¨²ltima provincia, (cuyo nombre significa "nueva frontera" la tendencia separatista es especialmente importante.
La escuela contraria mantiene que aquellos que auguran un colapso pos-Deng a imagen de la URSS no tienen en cuenta que cada pa¨ªs es un mundo y adem¨¢s infravaloran la capacidad del r¨¦gimen chino de adaptarse a situaciones nuevas. Sostiene que el control pol¨ªtico y econ¨®mico (no menciona, empero, el social) del poder central de Pek¨ªn sobre las 30 regiones y provincias chinas contin¨²a siendo considerable. Y maneja como argumento estrella el hecho de que -a diferencia de la URSS- el 90% de la poblaci¨®n china pertenece a una misma etnia, la han, lo que aleja el caso chino de la situaci¨®n pos-sovi¨¦tica de anarqu¨ªa causada por este factor. Quienes as¨ª piensan estiman que -si se mantienen las reformas iniciadas por Deng Xiaoping- existen razonables oportunidades de llevar a cabo, en paz y con estabilidad, la transici¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica china a la modernidad.
Hay razones y elementos, evidencias y paradojas que apoyan algunos argumentos de unos y de otros, pero no creo que ninguna de las dos tendencias pueda calificarse de axiom¨¢tica. Ni el crecimiento econ¨®mico (que no siempre es equiparable con el desarrollo) es garant¨ªa de que pueda evitarse una crisis pol¨ªtico-social, como el caso del Ir¨¢n del sha prueba, ni todos los datos demuestran que se haya producido -como algunos opinan- un irreparable abismo econ¨®mico y social entre las zonas costeras, beneficiadas por la liberalizaci¨®n econ¨®mica, y la profunda China interior.
Lo cual no significa, necesariamente, que la reforma y el crecimiento econ¨®mico, por un lado, y cierta paralizaci¨®n pol¨ªtica por otro, no hayan puesto en marcha tendencias centr¨ªfugas, tanto en el norte y noroeste, donde la exacerbaci¨®n religiosa y el separatismo se hacen notar (Xinjiang), como en la periferia costera, afectada por la exarcebaci¨®n del consumo.Finalmente, hay que resaltar que, dado el decaimiento del ideal comunista, las autoridades de Pek¨ªn utilizan ahora el nacionalismo como fuente de legitimaci¨®n y de oposici¨®n a las tendencias centr¨ªfugas. Est¨¢ por ver si China que, como afirma Luc¨ªan Pye, es una civilizaci¨®n que pretende ser un Estado-naci¨®n, se servir¨¢ de su legendaria sabidur¨ªa civilizacional para evitar los errores de otra exacerbaci¨®n, la nacionalista.
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