Clonaci¨®n y diferencia
La clonaci¨®n que se nos augura es s¨®lo la ¨²ltima fase de un proyecto que viene de lejos y que en otros aspectos est¨¢ ya casi conseguido. Nuestro mundo ya es cl¨®nico en cuanto a las apetencias y proyectos se refiere. Apenas queda nada fuera de la sumisa obediencia a lo insostenible. Es decir, a que todos seamos felices consumiendo ingentes cantidades de casi todo. Somos demasiados y ya demasiado iguales. La homogeneidad del ganado dom¨¦stico es poco menos que anecd¨®tica si la comparamos con la que consigue el asfalto, el cemento, los biocidas, la desertificaci¨®n, algunos medios de comunicaci¨®n, la xenofobia, la inform¨¢tica, el desempleo, la globalizaci¨®n econ¨®mica y todas las formas de violencia que, no lo olvidemos, invariablemente se salda con la destrucci¨®n de lo diferente. Por los mismos derroteros camina la nueva ley del suelo. Ampliar las posibles especulaciones y privatizar el patrimonio com¨²n acabar¨¢ clonando hasta al paisaje.Que todo vaya siendo cada vez m¨¢s igual beneficia a los ya beneficiados. Recordar y respetar la identidad y el supremo valor de la diferencia es algo que protege a los d¨¦biles y a la continuidad de este enmara?ado dilema que es la vida.
Por tanto, el debate m¨¢s crucial es si vamos a potenciar o a esquilmar la multiplicidad, tanto cultural como vital. Las ideas y los sentimientos ya lo est¨¢n en demas¨ªa, ya veremos cu¨¢nto tarda la de los cuerpos, porque todav¨ªa est¨¢ por verse que una potencialidad derivada de un conocimiento cient¨ªfico deje de usarse. Como dec¨ªa Bertrand Russell, a menudo los conocimientos cient¨ªficos m¨¢s profundos son convertidos medios de destrucci¨®n masiva. La clonaci¨®n y buena parte de la manipulaci¨®n gen¨¦tica, son una mina explotando en la l¨ªnea de flotaci¨®n de la estrategia m¨¢s vital de la vida.
Lo que realmente importa es recordar que la naturaleza invent¨® la diversidad como garant¨ªa y protecci¨®n. Que no haya habido, hasta hace muy poco, dos individuos id¨¦nticos de ninguna de los 500 millones de especios de animales y plantas que han existido sobre est¨¦ planeta con un tama?o superior al de las bacterias, como m¨ªnimo sugiere una apabullante apuesta por las variaciones. A menudo muy peque?as pero lo vivo expuls¨® de su proyecto el fotocopiado, por mucho que algo muy parecido hagan las c¨¦lulas. La vida en rea lidad es una infinita multiplicidad de formas, conductas, sistemas y recursos para la supervivencia. Todo eso retrocede como han puesto una vez m¨¢s de manifiesto la semana pasa da en Estados Unidos, los miembros de la Asociaci¨®n Americana para el Avance de la Ciencia. Cuando se aprecia un claro adelgazamiento de la concencia ecol¨®gica, y m¨¢s a¨²n en los gobernantes, este colectivo de cient¨ªficos, en absoluto de sinformado o radical, aboga nada menos que por una actitud por completo distinta. Preconizan que en el siglo pr¨®ximo se destinen los principales esfuerzos de la ciencia, no a manipular la vida, sino a encarar los procesos acelerados de degradaci¨®n ambiental. Una vez m¨¢s se nos alerta de la excesiva presi¨®n que nuestra especie, y su ¨²nico sistema econ¨®mico, est¨¢n ejerciendo sobre los soportes de la vida, de la humanidad y de su desarrollo futuro. Las m¨²ltiples enfermedades ambientales, y el consumismo y, la injerencia en los genomas son las m¨¢s graves, no s¨®lo van erosionando la biodiversidad y el pluralismo cultural, sino tambi¨¦n a la salud de las gentes, su potencial alimentario, la econom¨ªa e incluso la justicia y la seguridad individual y colectiva. Y esto lo dicen los cient¨ªficos con los mayores presupuestos mundiales para su trabajo.
Tambi¨¦n ha planeado por la esperanzadora reuni¨®n la ya vieja tentaci¨®n de darle valor econ¨®mico a lo espont¨¢neo. Por suerte y de momento, resulta imposible saber qu¨¦ precio ponerle a los trabajos que, desde siempre y gratuitamente, la naturaleza realiza para su todav¨ªa incuantificables y diferentes inquilinos. Parece que algunos consideran que la biosfera vale tanto como todo el PIB mundial. Criterio que olvida lo m¨¢s relevante. Si se la deja funcionar, la naturaleza tiene valor ilimitado por renovable, por su incesante invenci¨®n de la novedad a trav¨¦s de las infinitas diferencias. Mientras que el de la contabilidad econ¨®mica convencional es tan pobre como la inmensa soledad que cosechar¨ªamos con la clonaci¨®n.
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