El druida del akelarre
Vuelve a insistir el viejo brujo en la bondad de sus recetas tradicionales en relaci¨®n a las virtudes curativas de sus p¨®cimas para sanar heridas sangrantes abiertas en la sociedad vasca. ETA, la negociaci¨®n y la autodeterminaci¨®n ocupan el pensamiento del druida, sea cual sea el tema de debate. Aunque el akelarre digital le haya pillado a contrapi¨¦, se emplea en revolver su olla podrida, volviendo por sus fueros, sin rubor alguno, revestido de la altaner¨ªa y la prepotencia propias de los viejos del lugar, cual Panor¨¢mix erguido y hier¨¢tico que no desaprovecha la oportunidad para poner de manifiesto sus obsesiones antinacionalistas.Afirmo con rotundidad sentirme francamente hastiado de an¨¢lisis llenos de t¨®picos en torno al nacionalismo en general y al vasco en particular. Se recrea obcecadamente una leyenda negra en tomo a las concepciones nacionalistas de sectores ciudadanos vascos que cala con suma facilidad en amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica espa?ola. Se presenta el nacionalismo como uno de los peores males ideol¨®gicos que conoce este final del siglo XX, una plaga a combatir, por todos los medios, por las supuestas falsedades en las que se basa y, sobre todo por los males que produce, relacion¨¢ndolo directamente con el fomento de actividades violentas y terroristas.
Se sigue alimentando la leyenda negra del nacionalismo desde dos vertientes. La primera subrayando con vehemencia que el nacionalismo es hostil o contrario a la modernidad, es decir, que los nacionalismos, en cuanto movimientos sociopol¨ªticos, son retr¨®grados, reaccionarios y at¨¢vicos. La segunda, de mayor calado, que son formulaciones subversivas, irracionales y pasionales. ?grafas, por supuesto, preilustradas y preuniversitarias. Sustentadoras, en consecuencia, de utop¨ªas y mitos falaces fomentadores de odios que conducen a la violencia y a la guerra.
La teor¨ªa y la pr¨¢ctica, los documentos y la acci¨®n pol¨ªtica en la ejecuci¨®n de programas institucionales sectoriales, el d¨ªa a d¨ªa del Partido Nacionalista Vasco, pone bien de manifiesto todo lo contrario. Dichas realidades constituyen la mejor vacuna ante la avalancha de acusaciones, agravios, ridiculizaciones y desconsideraciones que gratuitamente se dirigen a, la direcci¨®n del PNV. La, teorizaci¨®n que emana de dichos c¨ªrculos nacionalistas y la praxis pol¨ªtica de sus cargos electos y de designaci¨®n en las instituciones locales, forales, nacionales o estatales deber¨ªa borrar, en lo que a ellos se refiere, toda huella de dicha leyenda negra. Pero no es as¨ª en extensos c¨ªrculos intelectuales espa?oles.
Por ello no resulta ocioso reiterar, que del an¨¢lisis riguroso de los documentos oficiales y de la praxis pol¨ªtica del Partido Nacionalista Vasco en las instituciones que dirige habr¨ªa que concluir que son el m¨¢s claro exponente de articulaci¨®n y de cohesi¨®n social en su propio ¨¢mbito, y, en consecuencia, la conjunci¨®n de las dos principales caracter¨ªsticas de la modernidad. En primer lugar, la b¨²squeda de autonom¨ªa, es decir, el deseo, la aspiraci¨®n y demanda por parte de los agentes sociales de conseguir mayor control en su situaci¨®n social sobre el entorno f¨ªsico y sociopol¨ªtico en el que se desarrollan sus pol¨ªticas, y en segundo lugar, last but not least, la tendencia hacia la universalidad e internacionalizaci¨®n de valores, costumbres y vivenc¨ªas.
No induzca el druida a enga?o. El PNV no es exclusivamente un partido nacionalista, constituye un partido que en su acci¨®n pol¨ªtica elabora y proyecta, adem¨¢s de su visi¨®n nacional, un modelo social y un modelo europeo, siendo adem¨¢s pionero en la elaboraci¨®n y ejecuci¨®n de programas de cooperacion internacional al desarrollo.
El nacionalismo vasco del Partido Nacionalista Vasco en su devenir hist¨®rico entre el siglo XIX y el XX ha superado, pr¨¢cticamente desde sus inicios y ateni¨¦ndose a la cr¨ªtica textual de sus producciones oficiales internas, definitivamente para el a?o 1931, concepciones ideol¨®gicas del nacionalismo que es necesario explicitar y reconocer y sobre las que debe fundamentarse la cr¨ªtica pol¨ªtica, a sus bases ideol¨®gicas si se quiere ser fiel, a la descripci¨®n de la realidad con rigor, concisi¨®n y precisi¨®n. Cr¨ªticas sustentadas en pilares prefundacionales, fundacionales o que respondan a determinadas fases de su historia ser¨¢ preciso contextualizarlas y datarlas con precisi¨®n, con los mismos m¨¦todos que se exigen para la cr¨ªtica hist¨®rica e historiogr¨¢fica. Es lo m¨ªnimo que se puede esperar de catedr¨¢ticos universitarios especia listas en la materia.
La evoluci¨®n conocida en el seno del Partido Nacionalista Vasco es digna de ser considerada desde la perspectiva acad¨¦mica. Un partido de bases que a lo largo de su historia ha fomentado el debate, la reflexi¨®n pol¨ªtica y el consiguiente aggiornamento de sus concepciones ideol¨®gicas, en el eje b¨¢sico del nacionalismo democr¨¢tico. A partir de concepciones fundacionales basadas en el nacionalismo ¨¦tnico, etnoling¨¹¨ªstico, formula el Partido Nacionalista Vasco un nacionalismo sociol¨®gico, pluririreferente y pllurivalente: pol¨ªtico e institucional, econ¨®mico y social, educativo y cultura! y, evidentemente, ling¨¹¨ªstico. Iniciales posicionamientos ideol¨®gicos etnoterritoriales, tel¨²ricos, han dado paso a bases humanistas m¨¢s amplias, de forma que el Partido Nacionalista Vasco sustenta en la actualidad sus posiciones en un nacionalismo ciudadano. El nacionalismo rural pasa a convertirse en expresi¨®n urbana e industrial. El nacionalismo fundamentalista, de corte esencialista y rom¨¢ntico -la naci¨®n ontol¨®gica per se-, basado en la secuencia: una raza, un pueblo predestinado, una lengua, un territorio, una naci¨®n, un Estado, del siglo XIX, es reformulado por el Partido Nacionalista Vasco en un nacionalismo democr¨¢tico basado en el exquisito respeto a la voluntad expresa de todos y cada uno de los ciudadanos que conforman la sociedad vasca. Proyecto pol¨ªtico, racional, realista y pragm¨¢tico, propio de la modernidad y de la Ilustraci¨®n. De una concepci¨®n inicial teocr¨¢tica evoluciona el Partido Nacionalista Vasco, en una primera fase, a posiciones inspiradas en la doctrina social de la Iglesia cat¨®lica, para definir su proyecto pol¨ªtico, m¨¢s adelante, desde la aconfesionalidad de un humanismo de corte socialcristiano, basado en la libertad personal y de los pueblos, de justicia social, de solidaridad y de cooperaci¨®n.
Y un cambio relevante, en la perspectiva de actuaci¨®n del nacionalismo democr¨¢tico vasco: de la retrospectiva visi¨®n que fijaba en una sociedad m¨ªtica primitiva y originaria -la Arcadia euskald¨²n-, la perfecci¨®n perdida a la que retrotraerse, a la prospectiva visi¨®n de futuro, proyectada hacia un proyecto pol¨ªtico soberanista a construir, sustentada en la voluntad democr¨¢tica de los ciudadanos vascos.
Alg¨²n avispado bienintencionado pretender¨¢ ubicar estas novaciones del nacionalismo democr¨¢tico vasco del Partido Nacionalista Vasco en coordenadas temporales recientes muy cercanas a la actualidad. Por ello, no resultar¨¢ ocioso rese?ar que estas novedades se encuentran perfectamente definidas y articuladas en textos y documentos oficiales del Partido Nacionalista Vasco por lo menos desde 1931. No se ha analizado, y en consecuencia valorado suficientemente, por ejemplo, el periodo pol¨ªtico del lehendakari Agirre, y sobre todo la incardinaci¨®n de una de las expresiones del nacionalismo vasco en la conformaci¨®n de la originaria democracia cristiana europea, complementando las formulaciones originarias sabinianas con un modelo social determinado: el social cristiano, exactamente en la misma l¨ªnea que Schumann, Adenauer o De Gasperi. Los nacionalistas vascos del Partido Nacionalista Vasco apostaban ya por la construcci¨®n europea y trabajaban codo con codo en la consecuci¨®n de dichos objetivos. ?Se notan las ausencias?
Y, a pesar de todo, la leyenda negra, y los t¨®picos de anticuario perduran, se analizan y se transmiten en ciertos sectores de la sociedad espa?ola de generaci¨®n en generaci¨®n, sin al teraci¨®n alguna, en un proceso sociol¨®gico digno de estudio y de consideraci¨®n.
Insistir en afirmar que la pr¨¢ctica pol¨ªtica institucional y las ponencias oficiales del PNV de finales del siglo XX siguen fundadas en las bases del aranismo del siglo XIX, sin alteraci¨®n ni renovaci¨®n alguna, es impropio de un articulista que suscribe sus trabajos en su condici¨®n. de catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense de Madrid. S¨®lo a un viejo druida se le pueden permitir dichas licencias en el akelarre.
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