Espa?oles e hispanos en EE UU
La gran naci¨®n que hoy es EE UU se caracteriza por tener una personalidad flexible y pragm¨¢tica que se va moldeando a lo largo de su historia, conformada por sus grupos de influencia m¨¢s predominantes. El lobby o grupo de influencia, que tiene en EE UU un status legal, ejerce en ¨²ltimo t¨¦rmino su influencia a trav¨¦s de su capacidad para financiar campa?as o aportar votos en el particular sistema electoral de la democracia norteamericana. El invento ha funcionado perfectamente durante los 220 a?os de su historia, y est¨¢ tan profundamente arraigado que constituye la pr¨¢ctica com¨²n para buscar apoyos cuando se intenta conseguir algo en, o de, EE UU. Ejemplos actuales muy conocidos son el lobby de los jud¨ªos norteamericanos y la inequ¨ªvoca apuesta de EE UU por Israel, o el lobby de los cubanos de Miami y la continuad a intransigencia con Cuba, o el poderoso lobby anglosaj¨®n y el soporte log¨ªstico a Inglaterra en la guerra de Malvinas.Por otro lado, el peso de EE UU es de tal importancia en la aldea global que hoy es este planeta, que a cualquier pa¨ªs le resultar¨ªa dif¨ªcil salir airoso en una disputa econ¨®mica o territorial internacionales con la oposici¨®n directa o indirecta de EE UU. De ah¨ª el gran inter¨¦s que tanto ciudadanos corno pa¨ªses demuestran por inmiscuirse y apoyarse en este particular sistema de actuar de EE UU.
En 1998 har¨¢ 100 a?os que Espa?a perdi¨® definitivamente sus ¨²ltimos dominios en Am¨¦rica, precisamente en una guerra con EE UU, que apoy¨® la independencia de Cuba. No obstante, la intervenci¨®n de EE UU fue tan anecd¨®tica como fue la intervenci¨®n espa?ola ayudando a la independencia de EE UU en 1776. La imparable ola de libertad y democracia que ha ido derribando hasta nuestros d¨ªas todos los imperios antinaturales europeos los hubiera independizado igualmente.
Las nuevas naciones, tanto en Am¨¦rica del Norte como en la del Sur, se surtieron inmediatamente de una masiva inmigraci¨®n europea., que en su segunda generaci¨®n r¨¢pidamente se integraban como ciudadanos de pleno derecho, pero sin olvidar totalmente sus or¨ªgenes. En el Nuevo Mundo tambi¨¦n hab¨ªa competencia y para triunfar la ayuda del paisanaje era necesaria. Fueron as¨ª surgiendo los grupos de influencia.
Lo espa?ol ha venido teniendo serias dificultades en su acercamiento a EE UU, desde que Europa abandonara Am¨¦rica. Empezaron porque la cultura anglosajona protestante, hist¨®rica enemiga de la cultura espa?ola cat¨®lica, triunf¨® en EE UU. Pero el que se haya perpetuado hasta nuestros d¨ªas se debe a dos razones espec¨ªficas espa?olas: la falta de emigraci¨®n espa?ola a EE UU, y la especial concepci¨®n que todav¨ªa los espa?oles tienen ante la realidad que hoy es Am¨¦rica. Espa?a se hizo naci¨®n con Am¨¦rica en el mismo a?o de 1492, y se march¨® definitivamente tras haber estado 400 a?os. De esta historia, ¨²nica en Am¨¦rica, quedaron conceptos como "madre patria" que son testimonio de una relaci¨®n con, una excesiva carga sentimental y no adecuada al mundo de intereses globales actual. Estos conceptos, que son entendibles, sin embargo cada vez van qued¨¢ndose m¨¢s trasnochados si no son aprovechados, para irlos completando con intereses compartidos. Y los intereses concretos de EE UU, pa¨ªs pragm¨¢tico por excelencia, los apoyan unos lobbies internos que Espa?a nunca ha tenido ni fomentado.
Pero desde mediados del siglo XX ha aparecido una nueva y significativa inmigraci¨®n hacia EE UU, esta vez proveniente de la propia Am¨¦rica, de la que habla espa?ol. Surgi¨® as¨ª lo spanish o lo hispano, que engloba y oculta muchas nacionalidades de origen. De estar disgregados, ha empezado un movimiento para apoyarse mutuamente y constituirse en un grupo de influencia, que hoy cuenta con unos 27 millones de ciudadanos, m¨¢s de un mill¨®n de empresas, 24 representantes en el Congreso y 3 altos cargos del Gobierno (embajador en la ONU, secretario de Energ¨ªa y secretario de las PYME).
En un reciente Foro Espa?a-EE UU, constituido por hombres de la empresa, de la cultura y de la pol¨ªtica, de ambos lados, y cuyo objetivo es precisamente acercar m¨¢s a los dos pa¨ªses, los representantes norteamericanos plantearon, con su natural pragmatismo, el principal problema que Espa?a tiene en EE UU y apuntaron una soluci¨®n.
Seg¨²n ellos, aun a pesar de nuestra historia en Am¨¦rica, en EE UU hoy se nos desconoce. No se nos identifica con ninguna minor¨ªa interna influyente, y en el tablero internacional no figuramos entre los grandes protagonistas conocidos. As¨ª dif¨ªcilmente los intereses de Espa?a pueden ser muy tenidos en cuenta en las estrategias pol¨ªtico-econ¨®micas nacionales e internacionales de EE UU. La soluci¨®n que ofrecieron era que Espa?a lisa y llanamente se fuera integrando al creciente Spanish lobby (grupo de influencia hispano), al que por cultura e idioma puede pertenecer con naturalidad.
Los representantes de EE UU asistentes al foro, e interesados a su vez por el acercamiento de EE UU a Espa?a, eran mayoritariamente ?c¨®mo no! ciudadanos norteamericanos hispanos o con intereses por lo hispano. El reto de integramos al lobby hispano fue lanzado por el congresista hispano de Nuevo M¨¦xico, Bill Richardson, posteriormente nombrado embajador de EE UU ante la ONU, y secundado por el resto. Entre ellos se encontraba Bob Graham, sin antecedentes hispanos, pero que, siendo senador por el Estado hispano de Florida, juzg¨® importante dedicar tres d¨ªas a algo tan significativo para sus votantes como lo espa?ol.
Hasta hace unos a?os, lo hispano en EE UU estaba descoordinado y se les identificaba popularmente en cinco grandes bloques: los americanos originarios del South West, los puertorrique?os de Nueva York, los cubanos de Miami, los mexicanos de Los ?ngeles, y el resto de suramericanos desparramados aqu¨ª y all¨¢. Los pocos espa?oles all¨ª establecidos eran autom¨¢ticamente identificados como Spanish, por mucho que ellos reivindicaran su condici¨®n europea autoproclam¨¢ndose Spaniard. No obstante, como consecuencia de esa ¨²nica identidad doble, marcada por ser un viejo espa?ol-europeo y un viejo espa?ol-hispano, los necesarios acuerdos iniciales los buscaban entre los europeos (generalmente no ingleses) y los hispanos.
Pero ante el emergente nuevo movimiento, quiz¨¢s, ha llegado el momento de ser pr¨¢cticos, y siguiendo el consejo. de nuestros amigos hispanos, dejar de esforzarnos en distinguirnos como Spaniard para. empezar a integrarnos como Spanish en ese importante lobby que se est¨¢ fraguando en EE UU.
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