Pierden los orejistas
Las mesnadas orejistas, repartidas a lo largo y a lo ancho del grader¨ªo, se empe?aron en una guerra de pa?uelos volanderos y griter¨ªo intimidatorio contra el presidente Francisco Valderas. Todo su af¨¢n se cifraba en conseguir los ap¨¦ndices sucios y peludos para las dos faenas de Cham¨®n Ortega y para la de Luis Mariscal en el ¨²ltimo de la tarde. S¨®lo consiguieron una orejita del quinto para Ortega. No lo lograron ni en el segundo -primero de Ortega- ni para la faena de Mariscal. Valderas 2, orejistas 1. Esta vez, perdieron.Si algo meritorio se vio en la novillada fue la actuaci¨®n de Luis Mariscal en sus dos enemigos. El sevillano lleva camino de convertirse en un torero digno de tenerse en cuenta. Es de los que sale a darlo todo. Tres largas cambiadas de rodillas lleg¨® a atizarle al tercero del encierro.
Pasquau/ D¨ªaz, Ortega, Mariscal Novillos de Jim¨¦nez Pasquau (dos devueltos por inv¨¢lidos), desiguales de presencia y juego, flojos
1? y 6?,sobreros de Alejandro V¨¢zquez, bien presentados, bravuc¨®n y manso,respectivamente.Curro D¨ªaz: pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio), tres pinchazos y estocada corta delantera (silencio). Cham¨®n Ortega: estocada (ovaci¨®n y salida); estocada (oreja). Luis Mariscal: aviso antes de entrar a matar, pinchazo y estocada -segundo aviso- y se echa el novillo (ovaci¨®n y salida); estocada desprendida -aviso- y se echa elnovillo (petici¨®n y vuelta). Plaza de Las Ventas, 16 de marzo. Media entrada.
El primero de su lote fue un novillo ¨¢spero y bronco, que empez¨® levant¨¢ndole los pies del suelo y termin¨® entregado y dominado por el mando de la muleta. Muy valiente, qued¨¢ndose quieto, sabiendo ponerse en el sitio, a base de bajar la mano y marc¨¢ndole al novillo el camino a seguir, construy¨® una importante faena, en la que hubo un pase de pecho monumental y dos molinetes de aroma belmontino.
La faena al manso que cerr¨® plaza tuvo menos importancia. El novillo hab¨ªa sido condenado a banderillas negras, inexplicablemente, despu¨¦s de entrar dos veces al caballo y tomar sendos puyazos que le hicieron sangrar. Mariscal se dobl¨® por bajo con m¨¢s plasticidad que eficacia. Era manejable el novillo y el torero lo pas¨® siempre sobre la mano derecha sin armonizar los muletazos. De todos modos se mostr¨® como diestro enterado y placeado.
Cham¨®n Ortega se vio con la oreja de su segundo despu¨¦s de una faena larga y testaruda en la que casi nunca le sali¨® todo lo que intent¨®. Igual le ocurri¨® en su primer oponente. Mat¨® de sendas es tocadas sin puntilla. Fue lo mejor de su labor. Curro D¨ªaz sigue es tancado en unas maneras equivocadas. Tiene voluntad, pero se coloca mal y se atropella por falta de mando. Termin¨® sus dos faenas sin saber qu¨¦ hacer. El presidente Valderas gan¨® la guerra a los orejistas. Pero perdi¨® el pulso con El Pimpi, encargado de la cuadra de caballos. Hab¨ªa ordenado que los caballos salieran por la puerta de cuadrillas y que llevaran un ojo destapado, como es reglamentario, y no se le hizo caso. Al finalizar se levant¨® acta de la infracci¨®n.
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