Protectorado en Albania
Lo realmente sorprendente en Albania no es que centenares de miles de sus ciudadanos se dejaran estafar tan ingenuamente por las inversiones piramidales ni que reaccionaran con la virulencia con que lo hicieron. Ni siquiera debiera sorprender tanto que hayan bastado unas semanas de protestas para que el Estado se disolviera como ha hecho y se adue?ara de todo el pa¨ªs el caos, la anarqu¨ªa y, sobre todo, la rabia.Lo realmente sorprendente es que todo esto no sucediera antes y que durante casi siete a?os primara la impresi¨®n de que Albania se hallaba en los cauces de una transici¨®n razonable y normalizada hacia la democracia y hacia una sociedad medianamente homologable con las europeas occidentales o, al menos, con las de otros pa¨ªses con pasado comunista.
Estamos ante la implosi¨®n de un Estado fr¨¢gil, deslegitimado por la ideolog¨ªa que lo usurp¨® durante muchas d¨¦cadas y totalmente desprovisto del capital humano, pol¨ªtico y econ¨®mico para hacer frente a las demandas m¨ªnimas de su poblaci¨®n. Es f¨¢cil -y justo- atacar ahora a Sali Berisha y a su Partido Democr¨¢tico por portarse como mafiosos que han patrimonializado el Estado y abusado del poder siempre que lo han cre¨ªdo necesario. Pero m¨¢s dif¨ªcil es se?alar, no ya a una formaci¨®n pol¨ªtica, a unos pocos l¨ªderes pol¨ªticos albaneses que no hubieran actuado de la misma forma.
Posiblemente con raz¨®n se quejaba Isma?l Kadar¨¦ en estas p¨¢ginas de un cierto racismo antialban¨¦s en la opini¨®n p¨²blica europea. Pero, lamentablemente, es cierto que la desolaci¨®n moral y el asilvestramiento son las caracter¨ªsticas dominantes hoy en Albania y que no existe fuerza interna capaz de hacerles frente con ¨¦xito. Y no, va a surgir de la insurrecci¨®n ahora en marcha. Los l¨ªderes de la insurrecci¨®n son tanto o m¨¢s mafiosos, violentos, ignorantes y encanallados que los polic¨ªas y funcionarios de Berisha.
La pesadilla comunista ¨¢lbanesa, de una crueldad dif¨ªcilmente imaginable, ha causado tan inmensos da?os a todos y cada uno de los miembros adultos de aquella sociedad que pasar¨¢n muchos a?os y habr¨¢n de llegar nuevas generaciones antes de que puedan medirse los acontecimientos all¨ª con el mismo baremo que en otros pa¨ªses de la regi¨®n. Est¨¢ profundamente herida la identidad misma del alban¨¦s, que se siente un maldito despreciado por la historia, por el mundo y por su propia suerte. Esto explica en parte la violencia desatada contra todo.
Albania necesita por ello de valedores externos para preservar su existencia. Y estos valedores dif¨ªcilmente van a ser sus vecinos, Serbia, Macedonia y Grecia, enemigos hist¨®ricos y alguno de ellos con apetitos territoriales larvados que la actual situaci¨®n podr¨ªa despertar. EE UU ha tenido la oportunidad en los ¨²ltimos a?os de hacerse con una presencia permanente en el Adri¨¢tico, establecer en el magn¨ªfico estuario de Valona una base militar para el Mediterr¨¢neo oriental y fortalecer su influencia en el ¨²nico pa¨ªs de aquella costa en el que no existen prejuicios antiamericanos. Si no la ha aprovechado es porque le fall¨® garrafalmente el factor humano.
Europa puede hacer otro tanto. Pero tanto una como otro deben ser plenamente conscientes de que ser¨¢ imprescindible su presencia militar primero y policial despu¨¦s durante mucho tiempo. Y que la tarea de construir -no hay nada que merezca ser reconstruido- requerir¨¢ muchos a?os de gesti¨®n extranjera en Albania. Invertir en las actuales circunstancias es una mera subvenci¨®n a las diversas mafias, regionales. Albania necesita ayuda mientras no pueda ayudarse a s¨ª misma. Si no gusta la f¨®rmula del protectorado, b¨²squese cualquier otra. Pero el actual suicidio de Albania como Estado amenaza con crear un vac¨ªo repleto de armas y odios en esta regi¨®n, cuyo explosivo potencial para la seguridad europea no parece ya necesario subrayar.
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