Jes¨²s el Pobre
Nac¨ª sin meterme con nadie y sin ideas preconcebidas, pero resulta que en casa ya estaban llenos de proyectos para m¨ª. A largo plazo, quer¨ªan que fuera boticario. A corto, que fuese cofrade de Jes¨²s de Medinaceli, o Jes¨²s el Rico. Recuerdo, todav¨ªa en los albores de la inteligencia y la memoria, los denodados esfuerzos de mis padres y de ?ngeles para lavarme el coco a conciencia en tal sentido. No s¨®lo ser¨ªa cofrade, sino el m¨¢s joven, y desde luego el m¨¢s guapo, con mi onda Valentino y mi escapulario. Me llevaban al templo a contemplar la imagen y besarle todo lo que fuera menester, y a m¨ª me empavorec¨ªa m¨¢s bien casi todo: la mirada y la melena, la t¨²nica morada y el rictus de dolor, los pardos habitos de los frailes, el olor a vela y el olor a incienso, lo poco que pegaba yo metido en estos ajos.Al llegar al "uso de raz¨®n", que se dec¨ªa antes y que tan mal resultado nos est¨¢ dando, se consum¨®, sin embargo, el anhelo paterno y fui, supongo, el cofrade m¨¢s joven y acaso el m¨¢s guapo, con mi susodicha onda Valentino y mi canes¨². Luego tengo como una amnesia: no s¨¦ qu¨¦ hice, pero algo sali¨® mal; el experimento result¨® efimero. M¨¢s tarde acced¨ª a la Universidad, ya sin la dichosa onda y hu¨¦rfano por partida doble, y los "buenos padres" me hicieron cofrade mariano. Otra amnesia, pues tampoco recuerdo lo que hice, o lo que dej¨¦ de hacer, pero a las dos semanas estaba fuera. Y eso que el padre Ichaurrandieta, que era un sabio, me hab¨ªa dicho que yo pose¨ªa una bondad natural... as¨ª que no me hiciera ilusiones de ir al cielo, ya que de este modo no ten¨ªa m¨¦rito. En vista del fracaso, decid¨ª ver las im¨¢genes m¨¢s de lejos, pero sin renunciar a ellas del todo: ya joven empleadillo me fui a Sevilla, en uno de aquellos autobuses de Educaci¨®n y Descanso, cantando el "piopap¨ªo" y el "se?or conductor de primera, de primera..." para ver las procesiones. Bueno, pues s¨ª, muy bonito, pero qu¨¦ abigarramiento, qu¨¦ pisotones, qu¨¦ hedores. Tuve que decidir que tampoco eso era para mi...
En cambio, fijense, acaso por aquello de que "los caminos del Se?or son inexcrutables", en los a?os subsiguientes me fui dejando hechizar por los encantos del Madrid viejo, sobre todo en calles como la Cava Baja, la Cava Alta, la calle del Nuncio y la del Almendro (siempre digo que cuando acabe el proceso de ruptura de esto que llam¨¢bamos Espa?a y retornemos a los reinos de taifas sin disimulos ni tontunas, ni pa?os calientes ni ambig¨¹edades, me gustar¨ªa ser lehendakari de esta zona, aunque ya no s¨¦ si va a darme tiempo), y entre dichos encantos se encontraban la iglesia de San Pedro el Viejo, tan mal restaurada siempre, pero que tiene un no s¨¦ qu¨¦, y desde luego su desnuda y asc¨¦tica torre mud¨¦jar, de ladrillo visto. Se alza all¨ª desde el a?o 1354, y ¨¦sa s¨ª que me emociona del todo, con tantas evocaciones y tantas vivencias. Confieso que me he pasado horas contempl¨¢ndola como un bobo desde la calle del Pr¨ªncipe Anglona, sobre todo en ciertas noches estivales, cuando a la hora del crep¨²sculo se "envenena de ¨ªndigos". Un viernes, siguiendo la estela de las enlutadas beatas con velas que descend¨ªan por la Costanilla de San Pedro, hasta entr¨¦ en la iglesia, descubr¨ª a Jes¨²s el Pobre, y no me dio miedo: era m¨¢s escuchimizadito que el otro, m¨¢s desamparado, algo l¨ªrico, y no le acosaban las famosas, sino que era contemplado con veneraci¨®n y respeto, desde lejos, por unas cuantas viejecillas del barrio. Me gust¨®, y desde entonces acudo todos los jueves santos a su procesi¨®n, porque me da la gana, ya que no tengo raciocinio mejor para explicarlo. Es la mejor, sobre todo cuando la imagen, que ya tiene costaleros y todo, penetra en direcci¨®n contraria por la Cava Baja, ?pom, pororrom, pom, pororrom!, con guardias civiles y caballotes municipales, con pendones al viento y, promujeres enmantilladas, ?prorrorommm!, cu¨¢nta majestad, qu¨¦ se?or¨ªo, sin apretones para el espectador, sin chuler¨ªa, ?pom!
Es mi ¨²nico acto religioso al a?o, si se le puede llamar as¨ª (bebo bastante tinto ese d¨ªa, adem¨¢s), y seguramente no me servir¨¢ para ganar la gloria celestial, pero yo amo a mi modo a Jes¨²s el Pobre. Y ya est¨¢.
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