El cliente
Tiene raz¨®n Arzalluz: el castellano es la lengua de Franco. No recuerdo ahora lo que sus bi¨®grafos explican respecto al gallego: tal vez lo chapurreara, y desde luego en la intimidad pod¨ªa hablarlo y entenderlo sin dificultad. Pero todos sus actos fuertes -militares o cinematogr¨¢ficos- los redact¨® en castellano. En castellano est¨¢ escrito el ¨²ltimo parte de la ¨²ltima guerra civil y en castellano escrib¨ªa Juan de Andrade, su nombre art¨ªstico, aquel gigante. No hay duda de que las torturas policiales se han practicado siempre subrayadas con onomatopeyas castellanas. El castellano es tambi¨¦n un idioma de mucho uso en los zulos, como han explicado algunos de los supervivientes. El castellano, incluso, es la lengua en que Arzalluz se expresa, la lengua en que Arzalluz ha dicho que el castellano es de Franco: la impasibilidad de la lengua es absoluta y nunca se rebela contra los usuarios. Mientras se le pague, claro. Una lengua es una puta. Hay que seguir con ella unos procedimientos elementales, pero una vez all¨ª, respetada la sintaxis, se da a cualquiera. Se da sin amor ni desd¨¦n. Eso es lo mejor: la higiene y la transparencia y la asentimentalidad, absolutas. Todo lo dem¨¢s ha de ponerlo uno. Lo que puso Franco. O lo que puso Juan Paredes Manot, Txiki, la madrugada del 27 de septiembre de 1975, cuando poco antes de ser fusilado escribi¨® en castellano sus ¨²ltimos versos, ser¨¦ viento de libertad, muy basado todo en Miguel Hern¨¢ndez. Los hombres, tal vez conscientes; del inexorable car¨¢cter prostibulario de la lengua han querido desde antiguo disimular. Y a su lengua le han llamado madre. Tampoco importa: las putas mejores son las que se prestan a todo. A acunar al cliente, ponerle y cambiarle los pa?ales y a ensalivarle, incluso, el chupete.El amor y la sangre le resbalan, cuerpo abajo hasta la muerte. La del cliente, que siempre llega antes.
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