Rivaldo se exhibe en Anoeta
El Deportivo paga con el empate ante la Real un absurdo error de concentraci¨®n
Rivaldo, Rivaldo, Rivaldo. Costar¨¢ borrar este nombre de la memoria de Anoeta. El futbolista brasile?o, pese al entramado t¨¢ctico con el que Irureta intent¨® arrinconarle, arroj¨® sobre el tapete media docena de acciones grandiosas. Entre ellas, un gol de bandera en el saque de una falta. Pero la luz de Rivaldo s¨®lo le sirvi¨® al Deportivo para conquistar un empate ante la Real. Un despiste infantil y absurdo, un regalo de gol, le oblig¨® a vivir cuesta arriba gran parte del partido. Y le impidi¨® llegar a m¨¢s.La Real es un equipo limitado, desprovisto de muchos de los valores que pueblan la mejor Liga del mundo. Pero conserva una virtud muy profesional, aparentemente muy sencilla, que multiplica sus prestaciones: la concentraci¨®n. El equipo de Irureta no le pierde nunca la cara al partido, est¨¦ ¨¦ste en juego o en una de las insoportables e inagotables pausas de las que cada vez est¨¢ m¨¢s lleno el f¨²tbol. La Real siempre tiene un ojo en el bal¨®n y el otro en el escenario. Y por ah¨ª puede explicarse su privilegiada clasificaci¨®n, que choca frontalmente con la te¨®rica modestia que preside su plantel.
Su rigurosa atenci¨®n le permiti¨® dificultar el poder de maniobra de un conjunto en alza, el Deportivo, al que le sobra calidad y buenas intenciones. Ahora, tras la llegada de Carlos Alberto Silva, adem¨¢s se siente suelto, feliz y con ganas (le construir f¨²tbol. Y esa misma atenci¨®n le autoriz¨® a la Real a desnudar todo el montaje defensivo del grupo gallego en una acci¨®n de patio de colegio. Un portero de espaldas al juego, una multitud de rivales rodeando al colegiado y dos tipos listos: gol. No necesit¨® m¨¢s la Real. Mientras el Deportivo estaba a otra cosa, mientras Songo'o se retorc¨ªa por haber dado demasiados pasos dentro del ¨¢rea, lleg¨® De Pedro, busc¨® la complicidad de Aranz¨¢bal y sac¨® con celeridad el libre indirecto para que su compa?ero empujara la pelota contra la red. Bien f¨¢cil.
Con un marcador de cara, la Real se vuelve un hueso. Se hace herm¨¦tico atr¨¢s, ahoga al adversario en la zona de creaci¨®n y lo destripa al contragolpe. El Deportivo contest¨® el blindaje donostiarra con un f¨²tbol de alegr¨ªa. Fue el suyo un juego ortodoxo, muy tocado, siempre cuidadoso con el bal¨®n. Buen argumento para responder las malas noticias, sin renunciar a la identidad propia y sin perder los nervios ni la vena cerebral que marca a este equipo.
Ech¨® de menos el Deportivo algunas cosas. A Djukic, por ejemplo, cuya ausencia provoc¨® que la salida del bal¨®n no fuera tan aseada como de costumbre. Y ech¨® de menos m¨¢s participaci¨®n de Martins. Pero al Deportivo siempre le queda Rivaldo, que firm¨® cuatro o cinco maniobras de museo.
Rivaldo hizo saltar por los aires todo el blindaje de la Real con un golpe franco majestuoso. El brasile?o dej¨® en rid¨ªculo la teor¨ªa de que las faltas, desde ese lado izquierdo de las afueras de ¨¢rea, son para los diestros. Su zurda invent¨® un inolvidable viaje de bal¨®n, perfectamente sincronizado en potencia, colocaci¨®n y trayectoria. Para enmarcar.
Si la derrota no modific¨® los h¨¢bitos del Deportivo, el empate menos. As¨ª sigui¨® hasta el final, tocando y tocando, y so?ando con un triunfo que por calidad mereci¨® pese al impecable trabajo t¨¢ctico de la Real y a su generosa labor de desgaste. Tuvo que ganar, s¨ª, pero un error de concentraci¨®n le oblig¨® a conformarse con el empate. As¨ª es la Real, un equipo sin estrellas pero que te obliga a dormir con los ojos abiertos.
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