Del cielo
Lo mejor de estos d¨ªas: esa presencia insomne, fr¨ªa y hermosa como el primer hielo de la historia de la humanidad, el primer fuego, el despertar despu¨¦s del primer coito realizado cara a cara, la primera conciencia del dolor y la fragilidad. En el cielo, desde el cielo, el cometa es el ojo de Dios, de un dios tan perfecto que a¨²n no lo hemos podido inventar. Es tambi¨¦n la estrella que gui¨® a los Magos, y el fuego que Prometeo entreg¨® a los hombres, y el misterio fastuosamente maternal que uno espera encontrar cuando entregue su ¨²ltimo aliento. Majestuoso y l¨¢cteo, el cometa cuyo nombre tontorr¨®n me niego a escribir ha permanecido, sigue a¨²n en alg¨²n punto de la oscuridad, consciente de que va a marcharse, va a dejarnos de ver hasta dentro de 2.400 a?os, y de que ¨¦l es el ¨²nico que sabe cuanto vio 2.400 a?os atr¨¢s en este mismo paisaje.En el cielo, desde el cielo, el ojo del amor y la sabidur¨ªa y la comprensi¨®n -una vez so?¨¦ que mor¨ªa, y el para¨ªso era eso: entraba en el cielo espacial, por eso me gusta tanto La guerra de las galaxias, y lo comprend¨ªa todo; luego abr¨ª los ojos y comprob¨¦ que segu¨ªa tan lela- planea como una melod¨ªa sobre los 200 millones de personas afectadas de pobreza en Latinoam¨¦rica, sobre los 130 millones de mujeres que, s¨®lo en ?frica, se ven sometidas a la ablaci¨®n de cl¨ªtoris; ilumina distanciadamente el cometa los terribles accidentes de tren que nos azotan y los muertos de tr¨¢fico que, por exceso de riqueza, seg¨²n un concejal, nos abandonan. Ir¨®nico y espl¨¦ndido, resplandece sobre nuestras miserias y atrae, como un im¨¢n, la poca luz que hemos logrado conservar entre dos capas de cotidianeidad. Se acuerda de como ¨¦ramos y, sin ilusionarse acerca de c¨®mo seremos, se va.
Gracias, le digo, por la ilusi¨®n. Y por obligarme a relativizar.
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