'Perdig¨®n' y no asust¨® a Higares
Salt¨® a la arena el que cerraba plaza y aquello impresion¨®. Era un toro con toda la barba. Se llamaba Perdig¨®n, era cinque?o, pesaba 638 kilos, era enmorrillado y montado arriba. Con poder y fuerza, en la primera vara hizo volar por los aires, como sendas plumas, a montura y varilarguero. Este pas¨® a la enfermer¨ªa y, en un segundo envite, su compa?ero Molina sujet¨® con valor y conocimiento al animal. Jos¨¦ Antonio Carretero lo banderille¨® con arrojo e Higares, que no se asust¨® ante Perdig¨®n, intent¨® plantarle cara, pero el animal hab¨ªa cantando la gallina, refugi¨¢ndose en la querencia de los toros mansos, en terrenos de chiqueros, y de all¨ª no hubo quien lo sacara. Adem¨¢s, el astado no humillaba, se quedaba muy corto y pronto no hubo quien le diera un pase. Higares lo caz¨® a la tercera y, como hab¨ªa estado sin arrugarse delante de un pedazo de toro, hubo respeto y ovaci¨®n para ¨¦l.Ya en el tercero, el m¨¢s claro del encierro, Higares estuvo muy bien. Entendi¨® a su oponente y le dio la distancia oportuna. Lo hab¨ªa lanceado a la ver¨®nica con excelente estilo y luego, con la muleta, practic¨® un toreo macizo y valeroso, destacando en una excelente serie con la diestra, en la que oblig¨® mucho la embestida. Con buen estilo consigui¨® un estoconazo arriba, pero luego precis¨® de seis descabellos, lo que hizo que se esfumase el bien ganado trofeo.
Sorando / Camino, Caballero, Higares
Cinco toros de Rom¨¢n Sorando, desiguales de presencia y de poco juego, y uno, el 5?, de Antonio P¨¦rez de San Fernando, manso y con peligro.Rafael Camino: ovaci¨®n y silencio. Manuel Caballero: oreja y silencio. ?scar Higares: vuelta al ruedo y ovaci¨®n. Plaza Monumental, 6 de abril. Un cuarto de entrada.
Rafael Camino permiti¨® un tercio de varas vergonzoso en su primero, ante la pasividad de la autoridad. Luego anduvo m¨¢s o menos cerca del animal, que se quedaba corto y derrotaba. Lo que hizo mejor Camino fue entrar a matar con buen estilo y conseguir una excelente estocada, que le vali¨® una fuerte ovaci¨®n. Gracias a la contumaz man¨ªa de hacer derrotar los toros contra los burladeros, tuvo la mala suerte de que su segundo se rompiera. el cuerno derecho por la cepa. Reglamento en mano, la presidencia no accedi¨® a la devoluci¨®n y, como suele suceder en estos casos, parec¨ªa que la res ofrec¨ªa posibilidades para el lucimiento. Sin embargo, con toda l¨®gica, el p¨²blico no permiti¨® la faena y Camino, despu¨¦s de unas breves dobladas, liquid¨® al animal con un metisaca.
Manuel Caballero lance¨® con buen aire a su primero, que empuj¨® en la primera vara y lleg¨® corto de arrancada a la muleta. La faena tuvo buen aire, con el diestro aseado y entregado, aunque se le viese m¨¢s en plan de cortador de orejas que de torero profundo y reposado. Entregado en la suerte suprema, consigui¨® una estocada desprendida y fue obsequiado con una oreja de poco peso. El quinto, de Antonio P¨¦rez, hizo patente su mansedumbre saliendo de estampida al sentir el hierro en la primera vara. Se le pudo picar bien y valerosamente sujetado por Diego Aparicio, al acudir el toro a su querencia. El animal lleg¨® muy avisado a banderillas y a la muleta con peligro y midiendo al torero. Caballero lo intent¨®, sin descomponerse, pero all¨ª no hab¨ªa nada que hacer. Aquello era un aut¨¦ntico mulo y, por lo menos, el albacetense estuvo breve y eficaz con los aceros.
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