Hipocres¨ªa ¨²til
EVITAR QUE el Tercer Mundo se convierta en una gigantesca novela de Dickens parece un objetivo loable. Pero tampoco cabe olvidar que, tras pasar por ese periodo hist¨®rico tan magistralmente descrito por el novelista, Inglaterra prosper¨® y logr¨® dejar atr¨¢s esas pr¨¢cticas. Por eso, la sensatez debe llevar a impedir que se generen condiciones intolerables de trabajo, pero tambi¨¦n que se condene a los pa¨ªses m¨¢s atrasados a permanecer como est¨¢n. El "c¨®digo de conducta" aprobado en Estados Unidos parece un paso sensato.Este c¨®digo, pactado en Washington entre Administraci¨®n, sindicatos, empresas y organizaciones no gubernamentales, prohibe a las firmas. estadounidenses que voluntariamente se acojan a ¨¦l emplear fuera de EE UU -y, por supuesto, dentro- a menores de 15 a?os y a presos y obligla a establecer una jornada laboral m¨¢xima de 60 horas (48 horas regulares m¨¢s 12 horas extraordinarias voluntarias), con un d¨ªa de descanso a la semana. Adem¨¢s deben respetar los salarios normales de cada lugar. Las empresas que lo acepten recibir¨¢n certificados de que sus productos se han fabricado en condiciones humanas.
Que el pacto sea producto de los esc¨¢ndalos surgidos al saberse que conocidas marcas de ropa y zapatos deportivos explotaban el trabajo infantil o de presos en Vietnam y otras partes de Asia pone de relieve la hipocres¨ªa de estas medidas. Pero tal hipocres¨ªa no es ¨®bice para reconocer su utilidad. Hip¨®crita resulta tambi¨¦n pretender -en nombre de la moral o de la lucha para preservar la competitividad propia y denunciar el dumping social ajeno- que los pa¨ªses delTercer Mundo respeten normas sociales similares a las que se han instaurado en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados tras a?os de conquistas sociales. Es el crecimiento y el desarrollo los que llevar¨¢n en el Tercer Mundo a fortalecer los movimientos sindicales y a reclamar medidas de protecci¨®n social.
El car¨¢cter voluntario de este c¨®digo de conducta para las empresas estadounidenses resulta mucho m¨¢s aceptable que otros intentos de imponer desde Washington normas comerciales fuera de EE UU. Este acuerdo es un primer paso. Caben otras medidas preventivas por parte del mundo m¨¢s desarrollado, como podr¨ªa ser la concentraci¨®n de una mayor ayuda exterior en programas de escolarizaci¨®n de ni?os y j¨®venes en esos pa¨ªses. Pues de poco servir¨ªa que se les impida trabajar si es para condenarles a vivir en la calle dedicados al robo, la droga o la prostituci¨®n.
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