El voto de la minor¨ªa turca
La jornada transcurre en la localidad de Velingrad con sobresaltos parecidos a los de un pueblo suizo en ocasi¨®n semejante. Ausencia de polic¨ªas en este pueblo al sur de Sofia, de 35.000 habitantes, tranquilidad absoluta en los lugares de votaci¨®n y pl¨¢cido aburrimiento en un s¨¢bado de profundo cambio pol¨ªtico.Lo que puede diferenciar a Velingrad, con amplias y limpias calles ajardinadas y casas bajas de cuidado aspecto, es el elevado n¨²mero de pomaks (b¨²lgaros musulmanes) que en ella residen. No hay signo exterior de ello, ni en la indumentaria ni en el lenguaje, puesto que los pomaks, considerados durante la dictadura comunista como ciudadanos de tercera (puede haber cerca de 300.000 en Bulgaria) no hablan turco, a diferencia de la minor¨ªa ¨¦tnica de este nombre, y esconden en lo que pueden su condici¨®n. Pero los resultados electorales de Velingrad, como los de la comarca monta?osa donde se asienta, al sureste de la capital, a poco m¨¢s de un centenar de kil¨®metros, otorgan siempre una abultada confianza al disciplinado partido de los turcos de origen.
Alrededor de un 8% de los m¨¢s de ocho millones de b¨²lgaros pertenecen a la minor¨ªa turca, cuya expresi¨®n electoral es el Movimiento por los Derechos y las Libertades. El partido de Ahmed Dogan, un profesor de filosof¨ªa sentenciado en 1987 a diez a?os de c¨¢rcel, es la espina dorsal en estos comicios de la denominada Alianza de Salvaci¨®n Nacional, un matrimonio de conveniencia in extremis, que fue consumado el mes pasado, con algunos grupos mon¨¢rquicos.
Los b¨²lgaros votaron, sobre todo, con el est¨®mago. La suya es una naci¨®n empobrecida hasta baremos tercermundistas (hiperinflaci¨®n, colapso del sistema bancario, desplome de la divisa nacional, impagable deuda interna y externa), y saqueada durante a?os por una corrupci¨®n espectacular, incluso para los niveles de los pa¨ªses poscomunistas, con una buena parte de la ¨¦lite pol¨ªtica al frente del expolio.
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