"El se sinti¨® mas seguro en el armario"
Nuevos testimonios confirman que el comando castrense que asalt¨® la residencia dispar¨® contra emerretistas rendidos, pero aunque no faltan quienes sospechan que la muerte del magistrado de la Corte Suprema Carlos Enrique Giusti pudo ser intencionada porque era un juez honrado que hab¨ªa denunciado abusos de poder y la corrupci¨®n oficial, todo apunta a que perdi¨® la vida de manera accidental, consecuencia de la confusi¨®n y de los disparos de las Fuerzas Armadas contra un miembro del MRTA. Rehenes que vivieron los ¨²ltimos momentos de Giusti recuerdan que al escuchar las explosiones Giusti se refugi¨® en un armario, mientras sus compa?eros permanec¨ªan tumbados o se proteg¨ªan con un colch¨®n.Seg¨²n contaron estos testigos a Juan Pendavis, a su vez liberado en diciembre, Giusti se encerr¨® en un armario situado en un costado de la pared izquierda de la habitaci¨®n del segundo piso, compartida con el presidente y cuatro vocales de la Corte Suprema, y diputados del partido del Gobierno. "Daba la impresi¨®n de que era el sitio m¨¢s seguro ante una incursi¨®n militar, porque uno no ve¨ªa el armario cuando entraba de frente", recuerda Pendavis. "La orden [transmitida boca a boca por un militar reh¨¦n advertido del asalto] era de tirarse todos al piso. Pero parece que ¨¦l se sinti¨® m¨¢s seguro dentro del armario, y dentro uno no se puede tirar al piso porque es muy inc¨®modo", se?ala Pendavis. "Probablemente estaba parado [de piel, y cuando empieza la balacera es evidente que el piso era el lugar m¨¢s seguro". Otro vocal de la Corte Suprema dijo a sus familiares que Giusti sali¨® del armario cuando todav¨ªa no hab¨ªa concluido el asalto. Le vio por ¨²ltima vez el juez Hugo Silvina, con quien corr¨ªa hacia la puerta de salida. En ese momento se toparon con un emerretista que, desarmado y pidiendo a gritos la protecci¨®n de los rehenes, anunci¨® que se rend¨ªa. Las balas del comando castrense alcanzaron a Giusti en la arteria femoral y al emerretista en puntos tambi¨¦n vitales.
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