Volver a descubrir
Escogi¨® una fecha se?alada en rojo en su calendario: el d¨ªa de la revoluci¨®n de los claveles, de la que dijo hab¨ªa sido la m¨¢s hermosa de este siglo. Lo portugu¨¦s contin¨²a siendo uno de los ejes por los que avanza un Luis Pastor cada d¨ªa m¨¢s cerca de ?frica. Y la noche fue de Invitados: para empezar, los m¨²sicos que est¨¢n acompa?ando en su gira a Pedro Guerra; y el propio artista canario, que comparti¨® con ¨¦l ?ngel ca¨ªdo; o Miguel R¨ªos, que se le sum¨® en Mar de l¨¢grimas. Y la presencia de Luis Alberto Barber¨ªa, uno de los j¨®venes cantautores de Cuba que preparan grandes cosas en Madrid.Y la sorpresa: Magil¨¦, otra voz cubana que dej¨® tremendo sabor de boca en un d¨²o con el extreme?o. Si Pastor tuviera 20 a?os menos, un disco como el que public¨® hace unos meses, Diario de a bordo, le hubiera colocado entre los candidatos a joven cantautor del a?o. Pero su problema es que no los tiene. En realidad, es el problema de quienes le han encasillado injustamente en un tiempo que ya pas¨®.
Luis Pastor y Angelo Branduardi
C¨ªrculo de Bellas Artes. Madrid, 25 y 26 de abril.
Angelo Branduardi anunci¨® que el suyo iba a ser un concierto an¨®malo: ni rock, ni heavy metal, ni folk... Lo ¨²nico realmente an¨®malo es que este italiano, artista de culto en algunos pa¨ªses, no se haya dejado caer m¨¢s a menudo por aqu¨ª-. Explic¨® que, en sus inicios, le presentaban como trovador, menestrel, juglar o bardo, y que esas palabras le provocaban entonces gastroenteritis y cosas peores. Lo achach¨® al hecho de ser joven y de no aceptar la realidad. Hoy Branduardi, no s¨®lo la acepta, sino que, adem¨¢s, la reivindica.
Una antigua danza occitana, de inspiraci¨®n primaveral, marc¨® la t¨®nica allegro andante de una actuaci¨®n que se prolong¨® durante m¨¢s de dos horas. Armado de viol¨ªn y guitarra, este elegante trovador ofreci¨® temas como Calenda maia, cantado en lengua de Oc y presentado como un gran ¨¦xito del bisnes medieval, n¨²mero uno de Santiago de Compostela a As¨ªs.
En las canciones del medievo del centro y sur de Europa, Branduardi ha encontrado un fil¨®n. Guitarras, viol¨ªn, mandolina y flautas le dan la t¨ªmbrica que asociamos a aquellos tiempos remotos; bajo y bater¨ªa, el caparaz¨®n al que nos hemos acostumbrado desde hace d¨¦cadas. No faltaron sus cl¨¢sicos de los a?os setenta, Alla fiera dell'Est, Cogli la prima mela o La pulce d'acqua. Branduardi, una de las voces m¨¢s personales de la canci¨®n italiana, se reconoce por fin en el bardo que hace mil a?os viajaba de ciudad en ciudad. Ser¨ªa deseable que no tarde tanto en regresar a ¨¦sta.
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