Un linchamiento cada cuatro d¨ªas
Guatemala, firm¨® hace poco la paz tras 36 a?os de guerra. Ahora se desgarra entre cr¨ªmenes y ajusticiamientos
Un grupo de personas atrapa a un supuesto ladr¨®n. Empiezan los gritos, las piedras y las patadas. El ambiente se caldea. Alguien grita: ?Fuego, fuego! Otro alcanza una lata de gasolina. Otro m¨¢s la vierte sobre el cuerpo del muchacho. Le apresan entre ruedas para que no pueda escapar. Arrojan una cerilla encendida. El presunto delincuente muere achicharrado, mientras la turba observa extasiada.Se trata de una escena cotidiana en Guatemala, que incluso ha sido filmada en v¨ªdeo y que se produce, al menos, una vez cada cuatro d¨ªas, seg¨²n un reciente informe de la Oficina de Derechos Humanos del arzobispado. Son los linchamientos, la otra cara de la criminalidad, la plaga que se extiende por el pa¨ªs centroamericano como una parad¨®jica maldici¨®n para un pueblo que ha tardado 36 a?os en firmar la paz.
Las v¨ªctimas son supuestos delincuentes. Pero podr¨ªan ser conductores culpables de un atropello, o simples inocentes que pasan por all¨ª, como ocurri¨® el pasado a?o en el municipio de Momostenango (Quezaltenango), cuando unos cazadores fueron confundidos con unos asaltantes.
La causa inmediata: una delincuencia rampante, aireada constantemente por los medios de comunicaci¨®n, expresada en multitud de secuestros y bandas que asaltan los caminos. S¨®lo en los dos primeros meses de 1997 se registraron unos sesenta casos de plagios, como se denominan aqu¨ª los secuestros. Otra causa: la angustia de una poblaci¨®n que se siente abandonada por el Estado, como si viviera en una pel¨ªcula del Far West: s¨®lo existe la justicia del m¨¢s fuerte.
Autodefensa ciudadana
O por lo menos, eso es lo que airean los que abogan por respuestas expeditivas. Durante los ¨²ltimos a?os est¨¢n creciendo las organizaciones de repulsa, como la conocida con el nombre de Madres Angustiadas, y de autodefensa ciudadana. "El Estado, en estos momentos, est¨¢ incapacitado para brindarle seguridad a los ciudadanos", afirma ?scar Recinos, presidente de la asociaci¨®n Guardianes del Vecindario, que desarrolla en la capital un plan para que los habitantes organicen su propia seguridad.
"Los linchamientos, que nosotros no apoyamos, se deben a la impotencia de la poblaci¨®n", explica Recinos, cuya organizaci¨®n propugna el estado de excepci¨®n y la suspensi¨®n de las garant¨ªas constitucionales para "atrapar en 15 d¨ªas a todos los delincuentes". Pero detr¨¢s de la respuesta popular ante un problema real puede esconderse el manejo interesado de los descontentos con el proceso democr¨¢tico y los acuerdos de paz. No en vano, la seguridad fue el principal argumento electoral del partido liderado, por el ex dictador militar R¨ªos Montt, que estuvo a punto de ganar las ¨²ltimas elecciones presidenciales.
"El vac¨ªo de poder dejado por el Estado en Guatemala, por otra parte uno de los m¨¢s d¨¦biles del mundo, ha sido llenado por la delincuencia organizada", explica Jorge Mario Garc¨ªa, procurador de Derechos Humanos nombrado por el Congreso guatemalteco. "El Estado es incapaz de ofrecer los servicios esenciales a la ciudadan¨ªa, por lo que muchos ciudadanos, arbitraria e ilegalmente, se han estado tomando la justicia por su propia mano".
Esta situaci¨®n explosiva facilita la posibilidad de que miembros de las fuerzas de seguridad, o bajo su amparo, lleven a cabo una campa?a de exterminio de presuntos delincuentes, lo que en la jerga latinoamericana se ha hecho c¨¦lebre bajo el nombre de limpieza social.
Las circunstancias en las que ocurren estos casos hacen muy dif¨ªcil su verificaci¨®n, m¨¢s a¨²n en un pa¨ªs donde cerca del 20% de la poblaci¨®n est¨¢ armada, y donde "la inacci¨®n de las instituciones encargadas de la investigaci¨®n del delito es un com¨²n denominador de todas estas muertes", seg¨²n el informe publicado por la misi¨®n de la ONU en Guatemala.
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