Hambre en Corea
Catherine Bertini, directora del programa mundial de alimentos de las Naciones Unidas, declaraba en abril que millones de personas morir¨¢n de hambre este verano en Corea del Norte si la comunidad Internacional no env¨ªa pronto comida en abundancia. Los servicios de inteligencia militar norteamericanos reducen las posibles v¨ªctimas a s¨®lo "m¨¢s de cien mil". Informe quien informe, todos coinciden en que muchos norcoreanos se est¨¢n alimentando de cortezas de ¨¢rbol. As¨ª como suena.Dos factores han producido esta situaci¨®n. Por un lado, pavorosas inundaciones en 1995 y 1996 desquiciaron la raqu¨ªtica red de comunicaciones, arrasaron los arrozales y dejaron sin hogar (si donde vive la mayor¨ªa puede ser calificado as¨ª) a medio mill¨®n de campesinos. Por otro, la mera existencia de un r¨¦gimen pol¨ªtico esperp¨¦nticamente estalinista y patol¨®gicamente represivo y paralizante. La combinaci¨®n de ambos ha desembocado en la actual situaci¨®n, en la que la simple enunciaci¨®n de algunas circunstancias pone los pelos de punta.
Por ejemplo, ¨¦stas: la escasez, la pr¨¢ctica nada, ha obligado a que -en un sistema de econom¨ªa centralizada, p¨¦simamente gestionado y con el agravante de la desaparici¨®n del relativo apoyo que significaba la Uni¨®n Sovi¨¦tica- la poblaci¨®n se alimente (es un decir) mediante un sistema de distribuci¨®n establecido por el Gobierno. Seg¨²n informa la Cruz Roja internacional, en enero de este a?o las raciones alimenticias se situaron cuatro veces por debajo del nivel m¨ªnimo considerado esencial para una poblaci¨®n sana. En concreto, cada raci¨®n ha pasado de 396 a 99 gramos (pi¨¦nsese que las raciones que la ONU reparte en los campos de refugiados africanos son de 623 gramos cada una). Hablando de ?frica, se estima que la crisis coreana es mucho m¨¢s grave que la que en 1984 y 1985 caus¨® la muerte de m¨¢s de un mill¨®n de personas en Etiop¨ªa.
Aunque no existiera la hambruna que en los ¨²ltimos tiempos asuela Corea del Norte, bastar¨ªa echar un vistazo a las estad¨ªsticas comparadas de las dos Coreas -en el marco de crecimiento y relativamente generalizada prosperidad que se vive en diversos pa¨ªses asi¨¢ticos- para verificar la absurda, kafkiana perversidad de un r¨¦gimen como el de Pyongyang. Veinticuatro millones de norcoreanos tienen una renta per c¨¢pita de 957 d¨®lares, mientras que la de los 45 millones de surcoreanos es de 10.070 d¨®lares. La esperanza de vida en el Sur es de 73 a?os, y en el Norte, de 64. La mortalidad infantil es, respectivamente, de 13 y 31 por 1.000 habitantes. En el Sur, 207 de cada 1.000 habitantes tienen televisi¨®n, frente a los 14 por 1.000 en el Norte. Los tres datos siguientes son, simult¨¢neamente, causa y efecto del desastre norcoreano. Entre 1990 y 1995, el PIB creci¨® en Se¨²l el 7,6%, mientras que en Pyongyang descendi¨® al 4,5%. Pero los gastos en defensa (esto es, militares) representaron el 3,2% del PIB en Corea del Sur, y en el Norte, nada menos que el 23%, lo que da clara idea de la naturaleza represiva en el interior y potencialmente agresiva en el exterior. Finalmente, el comercio exterior de Se¨²l supone el 57,6% del PIB, y s¨®lo el 9,2% en Pyongyang, se?al del car¨¢cter aut¨¢rquico y aislado de su r¨¦gimen.
Conviene mencionar otra significativa variante. Las autoridades norcoreanas han mimado siempre al no escaso n¨²mero de militares (nada menos que 1, 1 millones). Parece ser que ¨²ltimamente, y por primera vez, tambi¨¦n a ellos se les ha reducido la raci¨®n alimenticia, con lo que, previsiblemente, el descontento podr¨ªa hacer mella en sus filas. Es dif¨ªcil prever qu¨¦ salida puede tener un panorama como el descrito.
El anterior director de la CIA, John Dutch, se luci¨® pronosticando que "en dos o tres a?os habr¨¢ guerra, habr¨¢ paz o Corea estallar¨¢ internamente". La rebeli¨®n interna es improbable dado el f¨¦rreo control, salvo que las divisiones entre duros y moderados la faciliten. Suministrar ayuda humanitaria para que se estabilice la situaci¨®n -condici¨®n sine qua non para que se impongan los moderados- y apoyar sensatamente la reunificaci¨®n, haciendo p¨²blicas las garant¨ªas y el estatuto de que los norcoreanos podr¨ªan disponer hasta la completa fusi¨®n, constituir¨ªan un buen par de medidas creadoras de confianza.
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