El Dueso cumple 90 a?os y un d¨ªa
La mayor¨ªa de los reclusos participa en los talleres de este centro, que ocupa 330.000 metros cuadrados
M¨¢s de 330.000 metros cuadrados en la reserva natural de las marismas de Santo?a, en el este de Cantabria. Un para¨ªso para muchos, pero no para todos. En este enclave situado entre la playa de Berria y las marismas y protegido por el monte Buciero se encuentra el centro penitenciario El Dueso, un recinto carcelario que ayer cumpli¨® 90 anos. Fue un d¨ªa especial en el penal. Los funcionarios se concentraron para reclamar la liberaci¨®n de su compa?ero Jos¨¦ Antonio Ortega Lara y de Cosme Delclaux, ambos secuestrados por ETA, y, entre otros actos, se inaugur¨® una plaza dedicada al cart¨®grafo Juan de la Cosa.Fue el 6 de mayo de 1907 cuando el Consejo de Ministros public¨® un real decreto por el que se suprim¨ªan definitivamente los presidios africanos y se decid¨ªa crear una penitenciar¨ªa en El Dueso, en cuya construcci¨®n participaron los primeros presos. A lo largo del siglo no han cesado las obras y cambios, las variaciones de ese proyecto inicial que hacen que El Dueso no sea una c¨¢rcel cualquiera.
Es, por ejemplo, la ¨²nica donde un preso puede morir atropellado por un coche. Es como un pueblo. Ocas, patos, caballos, vacas o gallinas japonesas y cultivos de lechuga o cebolla forman parte del paisaje. Tambi¨¦n lo forman la gente trabajando el campo o cuidando el ganado, como en cualquier pueblo. Pero no son agricultores o ganaderos cualesquiera: son algunos de los 586 internos que cumplen su pena de prisi¨®n en este centro penitenciario de segundo grado.
En El Dueso funcionan 11 talleres, que cubren desde trabajos de carpinter¨ªa o metalister¨ªa hasta la fabricaci¨®n en serie de enchufes, interruptores y otros elementos para empresas multinacionales, pasando por los trabajos en la granja agropecuaria o la panader¨ªa, donde se elabora el pan que se consume en el centro. Son talleres que funcionan como empresas, buscando la calidad e intentando ser competitivos, pero con una mano de obra especial: los internos, que cobran proporcionalmente un salario superior al m¨ªnimo y que disponen de una bolsa de trabajo.En 1996, la ocupaci¨®n media de este centro -que ha tenido como presos pol¨ªticos a lo largo de su historia a personajes como el general Sanjurjo, Ram¨®n Rubial y Buero Vallejo- fue de 600 internos. La mitad eran hombres de entre 30 y 39 a?os, cumpliendo penas de entre tres y ocho a?os, en su mayor¨ªa por robos.
Manuel, Rafael y Carlos son tres de los internos de El Dueso. Se sienten privilegiados por estar en un lugar que "no es una c¨¢rcel", han pasado por otras y saben que no hay comparaci¨®n posible. Ocupan su tiempo en alguno de los talleres, realizan actividades deportivas -El Dueso tiene un polideportivo semicubierto y un gimnasio, y participa en actividades deportivas extracarcelarias- y se ocupan tambi¨¦n en lo que se denominan talleres "de varios": elaboran revistas, realizan programas de radio... y, aunque privilegiados, siguen sinti¨¦ndose como lo que son: presos, personas privadas de libertad. Est¨¢n en EI Dueso por delitos contra la salud p¨²blica -la causa de encarcelamiento en este centro del 28% de los reclusos, un porcentaje "alto", seg¨²n Miguel Mateo, director del penal desde enero del a?o pasado-.
Mateo, casado y con dos hijos, es m¨¦dico de profesi¨®n, pero est¨¢ ligado desde 1988 a Instituciones Penitenciarias. El director tiene proyectos. Quiere mejorar El Dueso a¨²n m¨¢s -el centro sali¨® muy bien parado en el ¨²ltimo informe del Defensor del Pueblo sobre instituciones penitenciarias.- Pero no quiere perpetuarse en este cargo de libre designaci¨®n.
Su principal problema: los reclusos que pasan poco tiempo en la prisi¨®n, a los que se puede ayudar "muy poco". A estos internos cuesta integrarlos en las tareas formativas, productivas, auxiliares o t¨¦cnicas. La mayor¨ªa volver¨¢n a delinquir -en El Dueso, el 64% de los presos son reincidentes-
La droga es otro de los problemas de El Dueso. Corno en casi todas las prisiones, se consume y se trafica. El 39% de los internos reconoce haber sido consumidores por v¨ªa parenteral. Muchos de ellos han conseguido, por ahora, desengancharse. Los que no, contin¨²an causando problemas.
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