?Qu¨¦ desastre!
La corrida de la m¨¢xima expectaci¨®n fue un desastre.Suele ocurrir que las corridas de expectaci¨®n sean un desastre, pero no hasta semejantes extremos. Porque la corrida de la expectaci¨®n m¨¢xima, a la que asisti¨® el Rey, y en la que se encontraba presente todo el mundo, desde la princesa altiva hasta la que pesca en ruin barca, y en la que bull¨ªa la fama de cualquier sector imaginable -la pol¨ªtica, la econom¨ªa, el deporte, la aristocracia, la pasarela, el arte de Tal¨ªa, el arte de birlibirloque, la literatura (buena y mala), la industria y el comercio- fue el desastre de los desastres.
Para colmo de males, el segundo toro cogi¨® a Joselito y le peg¨® una cornada menos grave, con lo que sigui¨® la funci¨®n en un mano a mano que tampoco era tal mano a mano sino dos compa?eros de viaje, dos sin ganas de discutir ni de pelear, dos almas gemelas, dos espesos pegapases.
Flores / Rinc¨®n, Joselito, Ponce
Cuatro toros de Samuel Flores, grandes y cornalones, flojos y descastados, dos devueltos por inv¨¢lidos; dos de Manuela Agustina L¨®pez Flores, grandes y armados, Y devuelto por inv¨¢lido, 5? descastado. Cuatro sobreros: Y de Samuel Flores, descastado; 4? de Sancho D¨¢vila, con trap¨ªo, inv¨¢lido y aborregado; 6? de Auxilio Holgado, devuelto por inv¨¢lido; sustituto de Criado Holgado, grande, reserv¨®n. C¨¦sar Rinc¨®n: pinchazo -aviso-, media estocada tendida perdiendo la muleta, rueda de peones y dos descabellos (algunas palmas); pinchazo hondo y se tumba el toro (silencio); pinchazo, estocada corta baja y rueda de peones (silencio).Joselito: bajonazo y rueda de peones (ovaci¨®n); herido menos grave, pas¨® a la enfermer¨ªa. Enrique Ponce: pinchazo y estocada baja perdiendo la muleta (silencio); media estocada tendida y rueda de peones (silencio). Asisti¨® el Rey -a quien acompa?aba El Viti- y los espadas le brindaron sus primeros toros. Plaza de Las Ventas, 21 de mayo. 15 a corrida de abono. Lleno.
Se dec¨ªa que algunos pagaron 100.000 pesetas por asistir a esta corrida. Que Dios les perdone.
Corrida mansa. ?Se ha dicho corrida mansa? Que Dios perdone ahora al cronista por andarse con disimulos. Corrida descastada fue en realidad; corrida impresentable e infumable, un fracaso may¨²sculo, una ofensa a la ganader¨ªa de bravo.Toros grandones y cornalones envi¨® el ganadero, que no guardaban ni remoto parecido con la estampa proporcionada, musculosa, atl¨¦tica, del aut¨¦ntico toro de lidia. Toros tipo armario. Toros para el matadero.
Toros sin casta ni fuelle. Toros que reaccionaban al castigo dando brincos y hu¨ªan despavoridos a la querencia de chiqueros. Toros que hocicaban o se les doblaban las patas o se pegaban tremendas costaladas. Toros prestos a topar antes que embestir. Toros in¨²tiles para los intentos de perpetrar el derechazo.
Diez toros salieron, cada cual de su padre y de su madre -cinco ganader¨ªas llegaron a ostentar all¨ª la representaci¨®n de la mansedumbre- y ni uno dio el menor s¨ªntoma de conservar en su sangre la casta del toro de lidia verdadero.
Maestros en tauromaquia podr¨ªan dar cuenta de esos toros, domin¨¢ndolos, ahorm¨¢ndolos, mat¨¢ndolos por el hoyo de las agujas, al estilo del maestro El Viti, presente en una barrera, junto al Rey. Ahora bien, ?d¨®nde estaban esos maestros?
La expectaci¨®n m¨¢xima se produjo, precisamente, porque el cartel reun¨ªa a tres presuntos maestros. Los tres hab¨ªan congregado a la fama cabal y a unos cuantos ingenuos que pagaron -Santa Rita les consuele- veinte mil duros por entrar.El pueblo llano tiene acu?ada la figura del Maestro Ciruela, y la realidad de la vida le dio, una vez m¨¢s, la raz¨®n.
Joselito instrument¨® unos naturales a su toro sin quedarse quieto, ensay¨® los derechazos, sufri¨® la voltereta en uno de ellos, continu¨® toreando con evidente pundonor, agarr¨® un bajonazo y se march¨® por su pie a la enfermer¨ªa.
C¨¦sar Rinc¨®n y Enrique Ponce pretend¨ªan dar pases, y pues los toros no serv¨ªan para tal menester, procuraban ponerse lejos, trasteaban a la defensiva. Aquello de doblarse ganando terreno, dominar y ahormar les deb¨ªa sonar a chino. Los que dominaban la situaci¨®n eran los toros, y eso que salieron gordinflones, inv¨¢lidos, cobardicas, descastados.Iban transcurridas dos horas y media de desastre cuando se oy¨® una voz: "?Y hab¨¦is pagado cien mil pesetas para ver esto? ?Ja, ja, ja!"
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