'Barero' malo, y Rioja-Chillida en la gloria
Son cosas del f¨²tbol, de la vida, del arte, del vino. El Premio Prestigio Rioja, que galardona cada a?o a una personalidad o a una instituci¨®n que loan el vino como cultura de sus pueblos, hace tres d¨ªas, puso en las manos y en el coraz¨®n del escultor Eduardo Chillida la estatuilla de 27 cent¨ªmetros de altura, de bronce, realizada por los escultores riojanos Narvaiza y Dalmati. Federico Mayor Zaragoza, Francisco J. Ayala (profesor universitario en California, y viticultor y cosechero en las mismas tierras), y el a?o ¨²ltimo, Vargas Llosa, ya fueron glorificados con el prestigio de los vinos riojanos.En el nuevo edificio del Consejo Regulador, en Logro?o, donde cada d¨ªa del ano se operan entre 50 y 1,00 catas, el presidente, Angel Jaime Bar¨®, habl¨® de la cultura y el vino; el miembro del jurado Adri¨¢n Piera, presidente de la C¨¢mara de Comercio de Madrid, cont¨® los caprichos de la vida con Chillida, escultor mundial al cabo, pero que comenz¨® la ilusi¨®n de vivir como jugador de la Real Sociedad; una lesi¨®n lo ech¨® de las canchas verdes para siempre.
Y triunf¨® el arte. Y as¨ª, el presidente del Gobierno riojano, Pedro Sanz, pudo clamar: "La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia de las cosas". Y Chillida, cuando tuvo la palabra, desgran¨® la sencillez, el arte y la eficacia: "Todos sabemos que el vino es muy bueno; a mi mujer le recomend¨® Mara?¨®n que tomara dos copas en las comidas, por cuestiones de salud".
De retorno, camino de Madrid, se impone un alto se?orial, simple, grande: en Ezcaray, a 60 kil¨®metros de Logro?o, en el restaurante Echaurren (941 / 35 40 47), donde los Paniego laboran y sirven y aman un men¨² que no llega a 2.000 pesetas y una carta de cocina de la tierra que ilustra con su paletilla asada de cordero y con sus vinos y con su servicio.
Rumbosa presentaci¨®n
Y en Madrid, anteanoche, una presentaci¨®n rumbosa de los nuevos vinos que quieren liberar definitivamente a Valdepe?as de la leyenda negra hist¨®rica. Y lo conseguir¨¢n; en el restaurante El Bodeg¨®n (91 / 562 31 37), jaleado con arte y savia nueva por el chef Jos¨¦ Machado, ofrecieron a expertos y gentes de saber cuatro vinos de la nueva generaci¨®n: un blanco, Videba; un tinto joven, Casa la Vi?a; un crianza, Vega Plata, y un rosado, Vi?a Albali. No hubo m¨¢s que halagos para unos vinos que no tienen nada que ver con aquel Valdepe?as sin¨®nimo de la negaci¨®n del vino.Al tiempo, un barero de un lugar torpe del barrio de los Austrias se re¨ªa del mundo despreciando con chuler¨ªa; entr¨¦ yo con una acompa?ante bella y vestida de cine, en verde; le ped¨ª un buen brandy y me inform¨®: "Tengo Gran Capit¨¢n, Duque de Alba, 1886...". Lo cort¨¦ en seco y le inform¨¦ a mi vez: "Ese es el que yo quiero". Y mal encarado sentenci¨®: "Le advierto que esto es muy caro, vale la copa 1.850 pesetas". Llegu¨¦ a decirle: "Usted debe tener bajo el mostrador una pisto la cargada y cuando alguien no quiera pagarle la consumici¨®n lo mata". No entendi¨®, claro. Y al salir escupimos el asco de quienes desprecian a las personas, a joyas como el 1886, a todo. La Espa?a negra, ?la pobre! Y adem¨¢s, luego me inform¨¦: esa copa vale 800 pesetas en El Bodeg¨®n precitado y 1.350 en Pr¨ªncipe de Viana (457 15 49), lugares de campanillas.
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