Rock adulto para chavales

En esta ocasi¨®n ni siquiera la inminencia del fin de mes y lo oneroso de la entrada fue cortapisa para la chavaler¨ªa que abarrotaba el recinto con el anhelo de contemplar a este canadiense de carism¨¢tico flequillo rubio y lacio. Es m¨¢s, el p¨²blico no s¨®lo estaba situado ante el escenario, sino tambi¨¦n detr¨¢s, en donde se hab¨ªan habilitado unos andamios para que algunos aficionados tuviera la oportunidad de vivir el concierto desde el punto de vista de los artistas.El show constituy¨® en s¨ª mismo un profuso repaso del ¨²ltimo disco de Adams, 18 till I die, en el que el cantante goz¨® de los privilegios de las megaestrellas del rock: sonido majestuoso -y de excelente calidad, para tratarse de un recinto tan maldito como es este pabell¨®n deportivo-, luces impresionantes y la tranquilidad que da esgrimir repertorio cuajado de ¨¦xitos. De tal modo afloraron a las tablas los mayores, triunfos de la aproximada quincena de a?os en la que Bryan Adams ha recogido. el testigo de los viejos rockeros -cuya m¨²sica pertenec¨ªa ya al mundo adulto-, para entreg¨¢rsela al p¨²blico m¨¢s j¨®ven.

Pero lo mejor vino en el bis, cuando la banda volvi¨® a salir, pero esta vez a un m¨ªnimo escenario situado enfrente del, grande. Fue un triunfo m¨¢s para un artista que ya toca las estrellas. Eso s¨ª, jugando siempre con la ventaja que da que la mayor¨ªa de su joven p¨²blico actual no tiene ni idea de que ya hace muchos a?os Rod Stewart lo hac¨ªa igual. Bueno, igual no. Mucho m¨¢s divertido.