La idea de Marshall y su significado actual
RICHARD N. GARDNEREl autor sostiene que el aspecto m¨¢s relevante en la actualidad del Plan Marshall es que se condicion¨® al esfuerzo de recuperaci¨®n de los propios pa¨ªses de Europa
Los l¨ªderes europeos y norteamericanos conmemoran estos d¨ªas una de las decisiones de estadistas m¨¢s creativas y fruct¨ªferas de la historia moderna: el Plan Marshall. ?Qu¨¦ significado tiene para nosotros en la actualidad?La idea del Plan Marshall se concibi¨® durante la primavera de 1947, cuando dos grandes estadounidenses -Dean. Acheson y Will Clayton- convencieron al presidente Truman de que se necesitaba urgentemente un programa especial de ayuda econ¨®mica para salvar las econom¨ªas vacilantes de Europa y sus instituciones democr¨¢ticas en peligro. El resultado fue el famoso discurso que pronunci¨® el secretario de Estado, George C. Marshall, en la Universidad de Harvard el 5 de junio de 1947.
A la luz de la historia, hay tres aspectos del Plan Marshall que merecen ser recordados muy especialmente. Primero, Estados Unidos inyect¨® 13.000 millones de d¨®lares (el equivalente a unos 80.000 millones de d¨®lares actuales, 11,6 billones de pesetas) en las econom¨ªas europeas a lo largo de un periodo de cuatro a?os -la mitad en concepto de subvenci¨®n- sentando as¨ª los cimientos del milagro econ¨®mico del continente de los a?os cincuenta y sesenta.
Segundo, el Plan Marshall no se concibi¨® como un instrumento de la guerra fr¨ªa, sino que por el contrario, se invit¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y a sus sat¨¦lites de Europa Oriental a unirse al mismo. Como dijo el secretario de Estado Marshall en su discurso de Harvard: "Nuestra pol¨ªtica no va dirigida contra ning¨²n pa¨ªs o doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperaci¨®n y el caos". La divisi¨®n europea de la posguerra se sell¨® cuando Stalin se neg¨® a participar en un esfuerzo de recuperaci¨®n europea total e impidi¨® la participaci¨®n de otros pa¨ªses del Este europeo.
Pero es el tercer aspecto del Plan Marshall el que adquiere mayor relevancia en la actualidad: todo el programa se condicion¨® al esfuerzo de recuperaci¨®n cooperativo de los propios pa¨ªses europeos. Indudablemente, en la legislaci¨®n del Plan Marshall, el Congreso estadounidense adopt¨® las medidas necesarias para que la unidad europea fuera un requisito para recibir la ayuda norteamericana. El desmantelamiento de las barreras comerciales intraeuropeas, la Uni¨®n de Pagos Europea y el propio Tratado de Roma deben su origen a la iniciativa del Plan Marshall.
Esto merece un ¨¦nfasis especial despu¨¦s de los muchos a?os durante los que Estados Unidos ha sido denunciado por sus designios imperialistas y hegem¨®nicos para Europa. Curioso tipo de imperialismo es ¨¦se que impulsa a pa¨ªses d¨¦biles y divididos a unirse para que puedan convertirse en una entidad pol¨ªtica y econ¨®micamente fuerte en el mundo.
No cabe duda de que el Plan Marshall no se debi¨® tan s¨®lo al altruismo ni a inteligentes intereses econ¨®micos de Estados Unidos, sino al hecho de que las instituciones libres europeas corr¨ªan peligro de ser arrolladas por movimientos comunistas dirigidos por los sovi¨¦ticos. Y tampoco cabe duda de que en a?os posteriores la Comunidad Europea, renaciente y segura de s¨ª misma, entr¨® en conflicto con Estados Unidos en una serie de cuestiones comerciales y financieras. Pero ninguno de estos hechos puede oscurecer los beneficios objetivos de la recuperaci¨®n e integraci¨®n europeas de que ahora disfrutan no s¨®lo los propios europeos sino tambi¨¦n Estados Unidos y el mundo entero.
Espa?a, aunque no recibi¨® ayudas del Plan Marshall, se benefici¨® indirecta y significativamente de los est¨ªmulos a las econom¨ªas europeas y del proceso de integraci¨®n europea que gener¨® el Plan Marshall. Y ahora Espa?a, al reforzar las relaciones trasatl¨¢nticas y ampliar las posibilidades de estabilidad, democracia y prosperidad para Europa en su conjunto, est¨¢ en el centro de los acontecimientos que est¨¢n ayudando, medio siglo despu¨¦s, a que se cumpla la visi¨®n del Plan Marshall.
Siguiendo el esp¨ªritu del Plan Marshall, la Administraci¨®n de Clinton ha dado todo su apoyo a la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea debido a su convicci¨®n de que una Europa fuerte y unida ser¨¢ un compa?ero mucho m¨¢s eficaz para Estados Unidos para hacer frente a los desaf¨ªos regionales y globales.
El Nuevo Calendario Trasatl¨¢ntico, firmado en Madrid en noviembre de 1995 durante la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, se concibi¨® para pasar las relaciones trasatl¨¢nticas de la mera consulta a la acci¨®n conjunta en una amplia gama de temas. ?stos incluyen no s¨®lo problemas tan evidentes como los Balcanes y Oriente Pr¨®ximo, sino tambi¨¦n la necesidad de fortalecer las relaciones comerciales y culturales trasatl¨¢nticas y responder a los nuevos desaf¨ªos transnacionales de degradaci¨®n ambiental, tr¨¢fico de drogas, delincuencia internacional y terrorismo.
Esta nueva y m¨¢s estrecha relaci¨®n trasatl¨¢ntica se desarrollar¨¢ a¨²n m¨¢s en la cumbre de la OTAN que se celebrar¨¢ en Madrid los d¨ªas 7 y 8 de julio, que presentar¨¢ la ampliaci¨®n de la OTAN hacia el Este, completar¨¢ el Acta Fundacional reci¨¦n concluida para la cooperaci¨®n OTAN-Rusia y avanzar¨¢ a¨²n m¨¢s la profunda adaptaci¨®n interna de la OTAN. Es un proceso en el que todos los pa¨ªses de la comunidad trasatl¨¢ntica se juegan mucho, al que todos estamos contribuyendo de forma importante y que ser¨ªa inconcebible en la actualidad si no fuera por el legado ¨²nico de George Marshall.
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