La rosa y Europa
TRAS A?OS de dominio democristiano y conservador, la suerte de Europa est¨¢ ahora, en buena parte, en manos de los que se agrupan en el Partido de los Socialistas Europeos, que ha celebrado su tercer congreso en Malmoe (Suecia). Entre los Quince hay nueve jefaturas de Gobierno ejercidas por socialistas y otros cuatro Gobiernos en los que participan en coaliciones de centroizquierda. Esta nueva situaci¨®n pone en manos de los socialdem¨®cratas una enorme responsabilidad para la construcci¨®n europea. en este cambio de siglo. Junto al decisivo impulso alem¨¢n, el nacimiento del euro -previsto para dentro de 18 meses, tras a?os de esfuerzos- depende ahora de la izquierda moderada. Ponerlo en peligro implicar¨ªa un, enorme riesgo para Europa. El nuevo primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin, puede tomarse un tiempo de reflexi¨®n. La inclusi¨®n de dos ministros del Partido Comunista, reticente frente a la Europa de Maastricht, en carteras no relacionadas con la pol¨ªtica europea busca integrar la disidencia, m¨¢s que darle alas: seguramente aspira a evitar problemas de bloqueo como los quien en Italia provoca Refundaci¨®n Comunista. El giro social no tiene por qu¨¦ ser contradictorio con la voluntad de ultimar el proceso de la uni¨®n monetaria.Decir s¨ª al euro no implica cerrar la puerta a los nuevos aires, ni cerrar la, discusi¨®n a lo que necesita esta nueva Europa. Todo lo contrario. Especialmente cuando esos aires traen nuevas prioridades. Los socialistas han puesto en Malmoe el ¨¦nfasis en el empleo, la modernizacion econ¨®mica y la educaci¨®n. Que no est¨¦n de acuerdo sobre los instrumentos resulta comprensible. Estamos ante un Partido de Socialistas Europeos. No -o a¨²n no- ante un partido europeo de socialistas. Las diferencias nacionales cuentan en Europa tanto o m¨¢s que las ideol¨®gicas. Y el avance en la construcci¨®n es posible gracias al esp¨ªritu de pacto y de compromiso.
En Malmoe, las dos nuevas estrellas han brillado de manera distinta. Tony Blair ha lanzado un mensaje muy claro: Europa -y los socialistas- debe modernizarse o morir. El papel del Estado ha cambiado, y Blair defiende la flexibilidad en el empleo. Intenta casar, por este orden, liberalismo y socialismo. El flamante primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin, parte de la otra orilla, de la de la primac¨ªa de lo p¨²blico, a la que quiere reconciliar con el mercado. El caso es que ahora ya todos ellos aceptan plenamente el. mercado, aunque corregido. No han pasado en balde los ¨²ltimos 16 a?os.
Estos nuevos l¨ªderes quieren que la UE no se centre s¨®lo en los criterios de convergencia, sino tambi¨¦n en el crecimiento econ¨®mico y la Europa social. Por eso piden que la reforma del Tratado de la UE, que ha de cerrarse el 17 de junio en Amsterdam, contemple un cap¨ªtulo social -en particular, en materia de empleo: 18 millones de parados- con contenido. Pero si existe coincidencia en el diagn¨®stico, no lo hay en el tratamiento. Todo ello sin Contar con las resistencias de Alemania, el ¨²nico pa¨ªs que, con Espa?a (e Irlanda si se confirma el cambio de mayor¨ªa), queda en manos de conservadores y liberales.
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