Rock bajo sospecha
Madrid La tarde se abr¨ªa con una t¨ªpica deformaci¨®n de rock duro a la vieja usanza de los a?os setenta: bajo, bater¨ªa, guitarra y teclado. Chris Fontecilla era quien actuaba de jefe y atacaba todos los palos de ese tipo de rock de gusto masivo y f¨¢cil melena al viento. Incluso se atiplaba la voz a modo. Apenas tres cuartos de hora de apertura musical para dar paso a ese salvajismo codificado y de grandes miras comerciales que siempre ofrecen Tyler y su banda de ex adictos.En el escenario cuatro cobras gigantescas y plateadas se?alaban el camino a un laberinto de pasarelas que rodeaban todo el escenario. De repente caen unos telones desde el techo y el espacio esc¨¦nico se convierte de pronto en una especie de tienda mora. El p¨²blico inicia un rugido y a los acordes de Nine lives, Steven comienza a pegar saltos ataviado con una bandera del Real Madrid en el colmo del oportunismo.
Aerosmith + Chris Fontecilla
Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. 4.000 pesetas. Madrid, 15 de junio
El efecto est¨¢ plenamente conseguido y m¨¢s si tras ello surge la trepidaci¨®n de Love in the elevator. Las caderas redondeadas y algo fl¨¢cidas del solista, as¨ª como su movimiento m¨¢s pausado con respecto a otras visitas revelan que efectivamente la cincuentena ha entrado en las v¨ªas de estos anta?o entregados a la depravaci¨®n. Joe Perry sigue tocando de maravilla: puro carisma el¨¦ctrico y sonido lo suficientemente imperfecto como para ser adorable. El resto de la banda responde como siempre.
Tras este explosivo inicio, el grupo se vuelca en una revisi¨®n de su ¨²ltimo disco, aquel que lleva d¨¢ndoles un par de a?os de comer. Tremendas canciones como Fallin'in love, Hole in my soul y Pink se combinan con el viejo material del grupo, una impresionante lista de ¨¦xitos que obliga a que cualquier actuaci¨®n de Aerosmith tenga a priori un mont¨®n de inter¨¦s garantizado: Same old song & dance, Monkey's on my back o la mejor canci¨®n firmada nunca por esta banda de imitadores americanos de Jagger y Richards, Janie's got a gun.
La iluminaci¨®n fue del todo extraordinaria, no as¨ª el sonido, que estuvo por debajo del nivel de la anterior visita del grupo a este mismo pabell¨®n. El combo prepar¨® un final de concierto totalmente explosivo, como acostumbran, incluyendo retazos de su primera discograf¨ªa, como la salvaje Toys in the attic, la dram¨¢tica balada Brean on, as¨ª como una de las canciones que mejor v¨ªdeo ha presentado el grupo: Cryin.
A estas alturas del concierto los admiradores asistentes rebosaban entusiasmo y deseo de que el m¨¢gico momento no terminara nunca. Sabedores de esto, la banda ofreci¨® un en¨¦rgico bis que inclu¨ªa dos el¨¦ctricas piezas como son Falling off, y Dude, as¨ª como una de las piezas m¨¢s rotundas y claras compuestas nunca por el t¨¢ndem Tyler-Perry: Walk this way.
Como punto cr¨ªtico hay que rese?ar el hecho de que durante todo el concierto son¨® m¨¢s instrumentaci¨®n de la que se ve¨ªa sobre el escenario. Es decir, arreglos de trompetas, segundas voces y coros y una calidad de guitarras que es dif¨ªcil extraer si no es mediante la tecnolog¨ªa de ofrecer buena cantidad de sonidos pregrabados en el recital. Es m¨¢s que l¨®gico pensar que Aerosmith hizo uso de este tipo de triqui?uelas. Dada su experiencia y el presumible esfuerzo que su espect¨¢culo exige para su forma f¨ªsica, este abuso de samplers es comprensible, aunque, si la gente que ha pagado 4.000 pesetas por ver a cuatro m¨²sicos tocando de repente cae en ello, es muy posible que no les guste. ?sta es una de esas cosas que hace que la m¨²sica de los grandes dinosaurios del rock internacional, muy en concreto la de Aerosmith, est¨¦ bajo sospecha.
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