La corrida de Beneficencia
Los mejores lidiadores han participado siempre en este tradicional festejo que se celebra hoy en Madrid
"A favor del hospital Provincial de esta capital", rezaron durante anos y anos los carteles de la corrida de Beneficencia, el festejo taurino m¨¢s tradicional, que se celebra hoy en Madrid. Las funciones de toros eran fuente de beneficios -como lo eran la renta del tabaco o de la sal-, y el privilegio de dar corridas de toros era una compensaci¨®n por favores recibidos o esperados. Y la viej¨ªsima plaza de toros de la puerta de Alcal¨¢ sirvi¨® de escenario a las primeras corridas de Beneficencia, cuyo producto neto ¨ªntegro iba a parar a los hospitales que manten¨ªa la Diputaci¨®n Provincial, propietaria -al propio tiempo- del coso.Los mejores picadores de la ¨¦poca iban en el cartel. Recu¨¦rdese que en el siglo pasado la estrella y cabeza de cartel era el picador. Y con ellos, los mejores lidiadores a pie se disputaban el honor de torear la de Beneficencia. Porque esa corrida siempre fue de honor, m¨¢s que de resultado. -
A las corridas de Beneficencia asist¨ªan casi siempre los reyes, el presidente de la Rep¨²blica, Franco (menos en 1939, que se suspendi¨® la corrida) y nuestro actual monarca. La reina Victoria Eugenia y la reina Sof¨ªa dejaron de ir, con muy buen acuerdo, cuando decidieron que ya era suficiente la inmersi¨®n cultural.
Desde siempre, la plaza se engalan¨® con los mejores adornos de flores y colgaduras. Antes de la nueva bandera de las estrellas, los balconcillos se adornaban con reposteros de terciopelo rojo bordado en oro con las iniciales DP (Diputaci¨®n Provincial). Al contemplar las viejas fotograf¨ªas de toreros en Las Ventas, siempre se pod¨ªa identificar el d¨ªa exacto s¨®lo con el detalle de los reposteros.
Manolete toreaba gratis de verdad. Y con ¨¦l muchos otros toreros que entendieron que el sacrificio econ¨®mico de un d¨ªa val¨ªa la pena, al saber que los dineros iban a una buena causa. Nunca fue f¨¢cil organizar la corrida magna del a?o. Ni siquiera en los tiempos en que "el patrocinio del ministro de Gobernaci¨®n" pod¨ªa entenderse como un toque de atenci¨®n al torero o apoderado remiso. Los matadores que triunfaban en mayo, en San Isidro, rara vez quer¨ªan volver a una corrida de tama?a responsabilidad. Por el contrario, quienes llevaban floja la temporada o no se hab¨ªan entendido en el ajuste con la empresa, buscaban un sitio a toda costa en el cartel que no contaba para las incompatibilidades. As¨ª, Luis Miguel Domingu¨ªn entr¨® con calzador en la memorable corrida de nueve toros de 1946 que presenci¨® con devoci¨®n quien escribe estas l¨ªneas. Gitanillo de Triana, Manolete, Antonio Bienvenida y Luis Miguel Domingu¨ªn, precedidos por ?lvaro Domecq, dieron una gran tarde de toros.
Con ese cartelazo no se hac¨ªa sino continuar una tradici¨®n de que la corrida de Beneficencia fuera "m¨¢s que las dem¨¢s". "Corrida de ocho toros, cuatro alguacilillos", se dec¨ªa, y se pon¨ªa en pr¨¢ctica. "Los matadores ostentar¨¢n sus m¨¢s lujosos trajes", se anunciaba. Tocaba la m¨²sica del hospicio y, al correr los a?os, la banda de alabarderos. Los toros llevaban, en las antiguas funciones, lujosas monas que se recuperaban tras el riesgo de alg¨²n quiebro ajustado.
Corren nuevos tiempos en los que, salvo el nombre, poco del viejo esp¨ªritu va quedando. Atr¨¢s est¨¢n en la memoria las ocho orejas que cort¨® Paco Camino en 1970, inigualadas hasta ahora. Apa?ado estar¨ªa el hospital Provincial si tuviera que equilibrar sus cuentas con la recaudaci¨®n de la corrida. Quienes la organizan son empresarios por un d¨ªa y poco pueden hacer sin ayuda de los taurinos y sus tejemanejes. Hace meses que pens¨¢bamos que el ganado de este a?o estaba apalabrado y nos encontramos con que los se?ores Mart¨ªn Arranz y Flores Camar¨¢ han elegido lo m¨¢s asequible para sus pupilos. Bienvenida sea la decisi¨®n si sirve para que la corrida de m¨¢s tradici¨®n y con altibajos en el resultado art¨ªstico sea un completo ¨¦xito. Por de pronto, el pobre balance de la Feria de San Isidro y la clara competencia suscitada entre Joselito y Rivera Ord¨®?ez han creado una expectaci¨®n que no se conoc¨ªa desde hace a?os.
Babelia
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