La supresi¨®n del otro
Dec¨ªa el soci¨®logo marxista Adam Schaff que existe pol¨ªticamente una prueba de que el mundo es redondo: cuando uno sale por la extrema izquierda, vuelve de modo inevitable a aparecer por la extrema derecha. Lamentablemente, es lo que entre nosotros est¨¢ ocurriendo con la amalgama PCE-Izquierda Unida, al aproximarse al cierre su trayectoria circular, iniciada hace casi diez a?os, cuando llega Julio Anguita al puesto de mando en el partido. Por supuesto, no se trata en modo alguno de que IU se haya convertido en una formaci¨®n derechista, sino de que est¨¢ a punto de cumplir una funci¨®n completamente opuesta a aquella para la que fuera creada.As¨ª, en vez de constituir un punto de convergencia para las corrientes de izquierda, un instrumento para reciclar las energ¨ªas del partido comunista y un actor pol¨ªtico que potenciara el papel de los sindicatos, IU tiende a configurarse como un ghetto radical, una c¨¢mara de hibernaci¨®n que se limita a garantizar el mantenimiento en la clase pol¨ªtica de los cuadros de un partido comunista en declive, y de sus fantasmag¨®ricos acompa?antes (Pasoc, Izquierda Republicana). Para ello, utiliza un discurso de intransigencia izquierdista cuyo m¨¦rito consiste en atraer a los grup¨²sculos anta?o cr¨ªticos del reformismo del PCE, aun cuando desemboque inevitablemente en el enfrentamiento con los mismos sindicatos obreros a los que dijo servir. Es un proceso de ensimismamiento, justificado mediante el manique¨ªsmo ideol¨®gico -las famosas "dos orillas"-, que resulta, como no pod¨ªa ser menos, jaleado desde la derecha real, a quien presta con su fervor antiunitar¨ªo un servicio impagable. Y otro tanto hace en favor de las tendencias a la inmovilidad dentro del PSOE. Por lo dem¨¢s, no hay riesgo alguno de que tal planteamiento suscite el menor inter¨¦s en medios intelectuales, ni que aliente siquiera un atisbo de discusi¨®n para superar el cuadro actual de impotencia y de divisi¨®n pol¨ªtica en la izquierda. Y si alguien lo intenta, como ha ocurrido con Nueva Izquierda, surge inmediatamente la declaraci¨®n de anatema.
A hacerla efectiva contribuye el propio car¨¢cter a que tiende hoy IU, lejos de los tiempos en que el PCE se opon¨ªa a su conformaci¨®n unitaria por encima de los partidos. Ahora vamos al partido dominado desde dentro por otro partido, ambos seg¨²n las reglas del "centralismo democr¨¢tico", si bien en la forma ser¨¢ a escala reducida, como las cabezas de j¨ªbaro, un frente similar a los de las democracias populares, con el PCE en calidad de ¨²nico actor real, mientras los peque?os sat¨¦lites ser¨¢n reconocidos s¨®lo si aceptan a ciegas su liderazgo.
Cabe subrayar, para lo esencial, el "a ciegas". Hay algo que no se ha destacado suficientemente en estos a?os: Anguita siempre ha rehuido un marco de debate plural; ¨¦l s¨®lo discute en el propio recinto org¨¢nico, incluso de temas generales. Hacia el exterior, se expresa mediante mon¨®logos, aunque la comunicaci¨®n tenga la forma de entrevista. Intenta siempre asumir un tono pedag¨®gico, pero, a la menor cuesti¨®n inc¨®moda, afloran en su discurso la tensi¨®n y la violencia. Tras el fracaso de su estrategia del sorpasso, queda claro que contempla su formaci¨®n pol¨ªtica como un castillo, cerrado frente a un entorno hostil, al cual la gente de izquierdas -"llena de soledad y de angustia" (sic)- tendr¨ªa que ir en busca de refugio y de salvaci¨®n. Desde ese aislamiento, cuanto ocurre fuera apenas interesa, y menos puede alterar la posici¨®n de principio. Y el adversario real es el m¨¢s pr¨®ximo, aquel que en la izquierda se encuentra pose¨ªdo por el error. Caso del PDNI, o de los, sindicatos. Existen en cambio posibilidades de sinton¨ªa con una derecha que no compite con ¨¦l, y que se muestra adem¨¢s l¨®gicamente ben¨¦vola hacia quien de modo tan eficaz inutiliza los recursos electorales de la izquierda. IU votar¨¢ "por contenidos" en cada caso, sin tener en cuenta que gobierna el PP, as¨ª que, por muchas veces que disienta, la suya ser¨¢ como m¨¢ximo una actitud de discrepante, no de oposici¨®n al Gobierno o a las administraciones "populares". A partir de ah¨ª, es l¨®gico que Anguita no entienda lo que significa causa com¨²n.
Ser¨ªa, no obstante, err¨®neo ver las cosas desde un ¨¢ngulo exclusivamente personal. En torno a Anguita hay un grupo dirigente, cuyas cabezas visibles son Francisco Frutos y Felipe Alcaraz, que nos recuerda hasta qu¨¦ punto cuanto hoy ocurre en Izquierda Unida constituye el punto de llegada de una secuencia hist¨®rica: el ag¨®nico fracaso en la adaptaci¨®n del partido comunista a la transici¨®n democr¨¢tica en Espa?a, reflejado en la autodestrucci¨®n que clausura la era Carrillo. A mitad de camino entre la tragedia y la farsa, los contenidos democr¨¢ticos del eurocomunismo fueron entonces borrados en todo lo referente a la concepci¨®n del partido y de la vida pol¨ªtica. Y dentro de la mejor tradici¨®n estalinista, la recuperaci¨®n del partido de siempre tuvo por efecto una cascada de expulsiones. El otro puede ser instrumentalizado por el partido, como vasallo o como elemento decorativo, pero, si trata de afirmar su capacidad de decisi¨®n, debe ser suprimido.
Es lo mismo que sucede ahora con Nueva Izquierda, olvidando incluso que IU es todav¨ªa una coalici¨®n, y no el partido-vanguardia sometido al centralismo burocr¨¢tico. Anguita no tolera que los diputados del PDNI se ausenten del hemiciclo, y anuncia su castigo: "lo han decidido" y han hablado. No importa que sea inexistente el acto de violaci¨®n de la disciplina de voto. Entra en juego la condena por sl¨®vo i dielo, por palabras y pensamientos, aunque no haya hechos, que invent¨® la autocracia zarista, recuper¨® la revoluci¨®n desde 1918 y convirti¨® luego en moneda corriente el estalinismo. Lo estupendo es que Anguita ignora deliberadamente ese pasado, pero se ajusta de modo puntual a sus reglas. Y cabe hablar con pleno rigor de comportamiento estaliniano, en esa b¨²squeda obsesiva de preservar el dominio de la propia ortodoxia, eliminando todo pluralismo y toda alternativa. "Qu¨¦ pinta el PDNI en Izquierda Unida?", se pregunta en un editorial El Mundo, en funciones de Pravda. Pues algo muy simple y muy democr¨¢tico, ser¨ªa la respuesta: luchar pol¨ªticamente desde la minor¨ªa para restaurar el proyecto fundacional de IU, que no consisti¨® en formar una secta en torno a un
programa tan m¨¢gico como el Santo Grial, sino en reconstruir una izquierda democr¨¢tica aprovechando las fuerzas supervivientes tras el naufragio del PCE.Ahora bien, en esa deriva hacia la soluci¨®n represiva tambi¨¦n tienen su responsabilidad pol¨ªtica las posibles v¨ªctimas. Muy pronto, apenas desembarcado en la secretar¨ªa general del PCE,
Anguita ofreci¨® indicios inequ¨ªvocos de una mentalidad trad¨ªcionalista que hab¨ªa de llevarle a coincidir con el dogmatismo de los hombres de aparato a la vieja usanza, del tipo Frutos. Recuerdo perfectamente c¨®mo en una reuni¨®n de dirigentes de IU, celebrada en la casa de un conocido m¨¦dico en la sierra madrile?a, a mediados de noviembre de 1988, Anguita dej¨® ver con claridad su manique¨ªsmo brutal al responder a la pregunta de un interlocutor, explicando c¨®mo ve¨ªa ¨¦l la construcci¨®n del socialismo. Nadie le replic¨®. Unas semanas m¨¢s tarde, el propio alumbramiento al calor del 14-D de los "independientes", germen de la actual Nueva Izquierda, fue objeto de todo tipo de maniobras de boicot por parte del aparato del PCE. Signo no atendido de lo que vendr¨ªa despu¨¦s. A pesar de lo cual, la ¨²nica oportunidad para invertir democr¨¢ticamente la mayor¨ªa en IU fue tambi¨¦n desaprovechada. En cambio, ya es seguro que la ocasi¨®n de imponer definitivamente el monolitismo a una m¨¢scara electoral rentable, como es IU, no va a serlo. "Democracia y libertad de expresi¨®n, ?para qu¨¦?", hubiera dicho sin duda el maestro Lenin.
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