El turno de Olano
Comienza el s¨¢bado un Tour sin Indur¨¢in, una carrera que buscar¨¢ un nuevo jefe para el ciclismo mundial
Ahora, Olano. El Tour no deja indiferentes a millones de espa?oles. Posee la virtud de ser una competici¨®n concentrada en tres semanas que obliga a un seguimiento diario, puntual en cada sobremesa, capaz de crear h¨¢bito, f¨¢cil de interpretar, apta como ninguna otra especialidad para su difusi¨®n por la televisi¨®n. Perfecta para transmitir sensaciones: el sufrimiento, la liberaci¨®n de una escapada, los segundos que se ara?an unos a otros, el p¨¢nico ante el desfallecimiento irremediable. El aficionado espa?ol se ha acostumbrado al Tour como consecuencia de una d¨¦cada gloriosa: era en 1987 cuando Delgado luchaba por unos segundos contra Stephen Roche. Lo vimos todos, como le vimos ganar en 1988. Luego, un lustro bajo satisfacci¨®n inolvidable de Indur¨¢in, su pulcritud, su dominio de cada detalle, la certeza de verlo siempre en su sitio, a vista de c¨¢mara: con Indur¨¢in nunca est¨¢bamos perdidos. Ahora, un nuevo est¨ªmulo. Ahora, Olano.?C¨®mo hemos de disponernos ante lo que se avecina, ante un Tour que Indur¨¢in ver¨¢ desde su domicilio? ?C¨®mo acomodarnos en el sof¨¢ ante este nuevo personaje que irrumpe en el escenario sin haber dado tiempo para presentarlo adecuadamente? Porque Olano fue rival de Indur¨¢in en su momento, mientras luchaba por hacerse un palinar¨¦s a la sombra de un n¨²mero uno que monopolizaba todos los adjetivos. ?C¨®mo, en defiriftiva, seguimos a Olano?
No hay duda de que es el- candidato espa?ol y de que es un buen candidato. No hay mayor fortuna: encadenar a Delgado con Indur¨¢in y a Indur¨¢in con Olano sin sufrir el desplome que han tenido que experimentar los belgas, los franceses, los holandeses y hasta los italianos, esperando 32 largos a?os a alguien que repita lo que hizo Gimondi. Olano garantiza un puesto firme entre los candidatos. Luego, el Tour dir¨¢.
Pero Olano no es Indur¨¢in. No es fisicarriente pluscuamperfecto, no es mentalmente insensible a los factores externos. A Olano lo tenernos mas cerca: rie sufre, se despista. No parece que sea Delgado. No es menudo, no es irregular, no es un escalador nato: act¨²a a la defensiva en la monta?a. Tendremos que modificar nuestra escala de valores tendremos que interpretar a Olano, entenderle y hacerle nuestro. Estamos hablando de est¨ªmulos.
Tiene 27 a?os, la edad de Indur¨¢in cuando gan¨® su primer Tour. Es grande (mide 1,82 metros). Es un consumado contrarrelojista (su t¨¦cnica es m¨¢s depurada que la del propio Miguel, propio de su etapa como corredor de pista). Su aprendizaje ha sido m¨¢s que interesante: ha modelado su cuerpo, va limitando sus puntos d¨¦biles y le ha dado tiempo para ganar un Mundial, subirse al podio de la Vuelta y al del Giro. Su forma de correr se aproxima a Indur¨¢in. Curioso: sin pretenderlo, reinaba Indur¨¢in mientras crec¨ªa a su sombra un modelo, alguien que sin embargo no lleg¨® a ser delfin. Olano se ha hecho a s¨ª mismo.
Qu¨¦ esperamos de ¨¦l. No es un superclase, pero eso no le inhabilita para poder ganar un Tour. Debe medir sus fuerzas, que no son las de Indur¨¢in. Suele estar bien colocado en carrera y tendr¨¢ que actuar a la contra en la monta?a. En ese sentido, le viene como anillo al dedo la escuela Ech¨¢varri, la de una buena administraci¨®n de energ¨ªas y una dosificaci¨®n de los grandes esfuerzos. Pocos golpes pero certeros. Aparecer¨¢ en todo su esplendor en la contrarreloj, una especialidad que nos va a seguir siendo favorable a los espa?oles. Pero nos puede dar m¨¢s de un susto: enchufar el televisor y no verle en pantalla, que comiencen las hostilidades y no se mueva, que se descuelgue en el fragor de una cuesta impresionante, verle luchar contra la ley de la gravedad que se empe?a en hacerle insoportables sus 71 kilos de peso. Olano sabe sufrir y est¨¢ dispuesto a cualquier sacrificio: s¨®lo dos comidas al d¨ªa (desayuno y cena) durante un largo ano para alcanzar su peso ideal. Sufriremos con ¨¦l.
Pero Olano no juega solo. El Tour no se resuelve sobre el papel, son demasiados los factores que influyen en la carrera. Y menos este Tour, un Tour sin Indur¨¢in, sin referente, sin un guionista. No lo es Riis, por el momento, sometido ahora por vez primera a la obligaci¨®n de marcar el territorio. Nada se sabe de Ullrich como aspirante, ni de Gotti, mucho menos de Virenque, un animador hasta la fecha, Jalabert suma demasiadas decepciones y de Z¨¹lle todo el mundo espera un contratiempo. Nada se sabe de Olano como jefe de filas. Un Tour de transici¨®n como ¨¦ste puede deparar una carrera sin control, en el que el personal act¨²e sin respeto por las jerarqu¨ªas. Indur¨¢in hab¨ªa impuesto un orden. Es un escenario apropiado para las sorpresas, para que aparezca como imbatible un apellido fuera de tono. Olano tendr¨¢ que manejarse en esa jungla.
Es un Tour extraordinariamente monta?oso, apto para que muchos marginados sue?en con dar un pelotazo, para que m¨¢s de uno intente la aventura si alguien no toma inmediatamente el mando y regula el tr¨¢fico, responsabilidad que debe recaer en el Telekoin. Pero el. Telekom junta a Riis y a Ullrich, la t¨ªpica cabeza bic¨¦fala que termina creando m¨¢s problemas que ventajas. Riis est¨¢ obligado a imponer r¨¢pido su jerarqu¨ªa si no quiere regresar a su oficio de gregario. Riis tiene que dejarle claro a Ullrich que queda mucho tiempo por delante, tiene que firmarle a Jalabert el finiquito, tiene que demostrarle a Z¨¹lle que el Tour le viene grande, ha de mirarle a Olano a la cara y decirle que no es el sucesor de Indur¨¢in. Indur¨¢in lo hizo de un golpe en 1991: se lo dijo a Bugno, a Chiapucci, a LeMond, a Breukink, a Delgado, a Fignon, a todos a un tiempo.
Recuperaremos sensaciones nuevas. Buenas o malas, seg¨²n el escrutinio de la carrera. La excitaci¨®n est¨¢ asegurada hasta que podamos tener alguna seguridad: si Olano es nuestro hombre, si, a lo mejor, tenemos que preguntar por Escart¨ªn; o si deberemos conformarnos con disfrutar d¨¦ alegr¨ªas menores (una victoria de etapa del ef¨ªmero h¨¦roe de la jornada, a modo de propina). Nace ahora una nueva relaci¨®n y Olano es nuestra pareja. No le conocemos mucho, s¨®lo lo suficiente para aceptar convivir con ¨¦l las pr¨®ximas semanas. Ahora le toca a Olano. Es su turno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.