Ortega Lara combati¨® la soledad con los retratos de su familia
La soledad en la que ha vivido Jos¨¦ Antonio Ortega Lara durante 532 d¨ªas en el "infecto" zulo, descrito por la Guardia Civil, le oblig¨® a construir su propio mundo para poder sobrevivir. Se fabric¨® una peque?a cruz con papel de plata con un retrato de su madre y un marco de pl¨¢stico, rodeado de cinta aislante, donde estaban colocadas las fotograf¨ªas de su mujer, su hijo y su padre. Esas im¨¢genes enmohecidas por el tiempo y la humedad del habit¨¢culo le han servido para no perder su hilo con el exterior.
Los activistas de ETA que le retuvieron cautivo no permanecieron siempre con el funcionario de prisiones. Viv¨ªan en sus domicilios, lo que hace suponer que Jos¨¦ Antonio Ortega Lara ha estado muchos de los d¨ªas de su cautiverio en solitario, en un habit¨¢culo de tres metros de largo por dos de ancho y metro ochenta de altura en su parte m¨¢s elevada. Dorm¨ªa sobre una esterilla aislante blanca, una funda rosa y un saco de dormir de colores que le facilitaron sus secuestradores y tuvo que soportar la broma macabra de levantarse a diario para ver un cartel con el anagrama de ETA que le ofrecieron como decoraci¨®n."No s¨¦ c¨®mo ha podido sobrevivir en esas condiciones", repet¨ªan los agentes de la Guardia Civil que participaron en la operaci¨®n que se sald¨® con la liberaci¨®n del funcionario. En su interior hab¨ªa tambi¨¦n una hamaca, unas gafas oscuras, productos de aseo como pasta de dientes y un neceser de color negro enblanquecido por la humedad. El habit¨¢culo ten¨ªa un sistema de ventilaci¨®n casero.
El zulo en el que vivi¨® Ortega Lara se encontraba en Industrias Urzu, una nave industrial de tres pisos del barrio de San Andr¨¦s de Mondrag¨®n, en un lugar relativamente c¨¦ntrico de la localidad. Fuentes de la investigaci¨®n creen que el funcionario fue introducido en la nave dentro de un cami¨®n cargado con maquinaria pesada en la que iba oculto el secuestrado.
Tras su liberaci¨®n, el funcionario cont¨® a la Guardia Civil que nunca perdi¨® la noci¨®n del tiempo. El sonido de una sierra mec¨¢nica le permit¨ªa saber si era d¨ªa laborable, y seg¨²n confirm¨® ayer a este peri¨®dico el director de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso, Ortega Lara lleg¨® a saber por el ruido del exterior si era martes o jueves.
El funcionario, que realizaba de vez en cuando algunos ejercicios f¨ªsicos para intentar mantenerse en forma, fue consciente en todo momento del apoyo y la solidaridad que le ha prestado la sociedad a lo largo del secuestro. Los terroristas, con los que apenas cruz¨® palabra, le suministraban peri¨®dicos, aunque atrasados varias fechas y censurados en lo que le concern¨ªa.
Un lugar muy h¨²medo
El r¨ªo Deba que discurre en paralelo al pabell¨®n lo separa del centro neur¨¢lgico. Todo apuntaba a que el habit¨¢culo estuviera afectado por la humedad. La certeza la aportaron las botas de los agentes de la Guardia Civil que accedieron al interior del zulo. Les quedaban restos de una sustancia que parec¨ªa ser musgo. "Cuando hemos entrado estaba en su mundo, si le hubiesen pisado no se habr¨ªa enterado de nada. Estaba... como Gandhi", lamentaron. "Deber¨ªan grabar el agujero para que el Pa¨ªs Vasco vea en qu¨¦ condiciones ha sobrevivido Ortega Lara", se?alaron.De esta opini¨®n es el propio ministro del Interior. Mayor Oreja dijo ayer que ser¨ªa bueno que todos viesen el zulo en el que ha estado Ortega Lara, porque 11 s¨®lo hace falta ver este espacio para saber lo que ha significado un a?o largo de torturas sistem¨¢ticas hacia una persona".
El habit¨¢culo se encontraba debajo de Jalgi C.B, un viejo taller de reparaci¨®n de m¨¢quinas industriales y bajo una m¨¢quina de torno de 3.000 kilos de peso que ocultaba e imped¨ªa el acceso al zulo. Lo cierto es que la Guardia Civil tard¨® alrededor de una hora en localizar el escondite.
El complejo sistema hidr¨¢ulico se activaba enchufando a la red el¨¦ctrica dos clavijas y pulsando un interruptor. Entonces se elevaba una especie de c¨¢psula o ascensor en el que cabe una sola persona. A trav¨¦s de este sistema, los terroristas -y ayer los agentes de la Guardia Civil- acced¨ªan a un primer recinto en el que estaban escondidas varias granadas tipo Jota ke, detonadores, capuchas, gafas, pelucas, matr¨ªculas falsas, una m¨¢quina de escribir, v¨ªdeos y un radio casete con un cinta del cantautor vasco Mikel Lertxundi.
Adem¨¢s, se encontraron 25 millones en billetes de 10.000 y diverso material: placas de polic¨ªa falsas con las fotograf¨ªas de los miembros del comando y un mapa de Espa?a en la que se ve¨ªan diferentes zonas marcadas con n¨²meros y que correspond¨ªan, seg¨²n la Guardia Civil, a los lugares en los que ETA hab¨ªa cometido acciones terroristas.
Libros para el encierro
Los activistas no olvidaron el "desarrollo intelectual" de su reh¨¦n, en ir¨®nica expresi¨®n de uno de los guardias de Intxaurrondo. Durante su cautiverio -y como viene siendo habitual en los ¨²ltimos secuestros- le facilitaron un par de revistas internas de ETA como Zutabe y obras literarias como El triunfo de la naci¨®n vasca, La red Galindo, La hoguera de las vanidades, Hamlet y la Columna infame. Los secuestradores tambi¨¦n le dejaron Camino al futuro, de Bill Gates.El local en el que se encontr¨® el zulo en el que permaneci¨® cautivo el funcionario de prisiones fue alquilado a los activistas de ETA hace ocho a?os. El due?o del pabell¨®n de tres plantas, Pedro Zudaire, fue el primer sorprendido al encontrarse ayer rodeado de los agentes de la Guardia Civil. "No pod¨ªa sospechar que estuviesen relacionados con el secuestro. S¨®lo visitaba ese local una vez al mes para cobrar el alquiler. Me daban un tal¨®n y me marchaba", dijo. La bajera tiene un espacio de 700 metros cuadrados.
El local est¨¢ dividido por una pared de conglomerado construida despu¨¦s de que se formalizase el contrato de arrendamiento que finalizaba el 31 de diciembre de este a?o. En la segunda planta se ubicaba talleres San Joxepe, dedicados a la reparaci¨®n de coches, y en la planta superior Industrias Urzu, que fabrica ganchos met¨¢licos para cortinas. Dos de los trabajadores de esta empresa reconocieron que conoc¨ªan a los "inquilinos" del local donde se encontr¨® el zulo en el que estaba Ortega Lara. "Eran majos, vascos", sentenciaron.
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