Ullrich se pone la corona en los Pirineos
El alem¨¢n gana la etapa y se coloca l¨ªder indiscutible- Olano, vuelve a sufrir, pero se mantiene en el podio
Desde que Miguel Indur¨¢in diera sus primeras muestras de debilidad hace ahora un a?o, la gente del ciclismo rastre¨® en el escalaf¨®n y apunt¨® al margen el nombre de Ullrich. Ten¨ªa a su favor una exultante juventud y una pasmosa resistencia ante las durezas de esta carrera inigualable, Entraba en escena como un prodigio prematuro, hecho que admit¨ªa la comparaci¨®n con Anquetil, Merckx o Hinault. En el ciclismo, 23 a?os siguen siendo una edad m¨¢gica, un guarismo que excita inmediata mente la imaginaci¨®n. Un a?o despu¨¦s de aquellas impresiones preliminares, un d¨ªa despu¨¦s de haberse comprobado sobre el Tourmalet qui¨¦n era el hombre fuerte,Jan Ullrich viste de amarillo. Y tiene 23 a?os. Despu¨¦s de casi ocho horas bajo el calor de los Pirineos, Ullrich ha sentenciado el Tour.Lleg¨® la hora de la verdad. Queda mucho por delante y no queda nada. Ullrich ten¨ªa en su mano las mejores cartas. Se ve¨ªa venir y esper¨® lo justo, lo necesario para que dentro del cuartel general, en la noche del lunes, no hiciera falta hablar demasiado. Godefroot ten¨ªa raz¨®n, como la han tenido aquellos hombres que conocen los principios por los que se mueve esta carrera. No hac¨ªa falta que Rii y Ullrich discutieran para alimento de la prensa. Hab¨ªa que superar un examen: cinco puertos, 250 kil¨®metros, ocho horas de traves¨ªa por los Pirineos. Decidi¨® la carrera. Riis no puede reprocharle nada.
Ullrich atac¨® a diez kil¨®metros de la meta, tras haber madurado a todo el pelot¨®n, tras haber permitido que cada cual buscara reflugio donde le viniera en gana. Fue absolutamente flexible con todos.Perco lleg¨® un momento en el que entendi¨® que le tocaba hablar a ¨¦l. Se fue y nadie m¨¢s volvi¨® a verle. Nadie pudo hacerle r¨¦plica. La imagen de Virenque era significativa: todo el ruido que hab¨ªa hecho se transform¨® a continuaci¨®n en un largo silencio. Cada pedalada de Ullrich era una forma de interpretar c¨®mo se le iba alejando la victoria.
Ullrich dio uno de esos golpes certeros que admiran a los estrategas, el tipo de maniobra que une eficacia con econom¨ªa, el golpe de autoridad que obliga a sus rivales a inclinar la cabeza. Ullrich tiene el Tour en su mano. No, necesita m¨¢s golpes. No necesita mover la carrera. La victoria puede caer de su lado con el mero transcurso de los d¨ªas.
Detr¨¢s de Ullrich, como corresponde a uno de esos momentos definitivos, reina la confusi¨®n. En la confusi¨®n vive Abraham Olano con quien los aficionados espa?oles deber¨¢n renegociar un contrato para establecer los nuevos niveles de convivencia. Olano no es Indur¨¢in. Tampoco es Delgado. No nos sirven esos patrones de medida. La relaci¨®n de Olano con la monta?a, es de mero sufrimiento. Deberemos entenderlo as¨ª so pena de caer en un estado de frustraci¨®n que conduzca a conclusiones precipitadas por injustas. Si Olano se manej¨® a la sombra. de Indur¨¢in, quiz¨¢s- tenga ahora que saber ubicarse tras la aureola de Ullrich. Como hizo ayer, negociando su debilidad, calculando las p¨¦rdidas.
Olano no ha perdido su Tour porque nadie excepto Ullrich sabe donde est¨¢ su verdadero puesto en la general. En caliente, nadie discute al joven alem¨¢n, nadie es capaz de poner sobre la mesa un rival que le conteste . Dada esta situaci¨®n, hay una carrera para Ullrich y otra para los dem¨¢s. En esa est¨¢ Olano, con la calculadora en la mano.
Viendo la general despu¨¦s de lo sucedido en la etapa tiende a considerarse que el tercer puesto de Olano es un mero espejismo. En ning¨²n momento se le vio en disposici¨®n de acompa?ar a los mejores y su jornada semej¨® una insufrible peregrinaci¨®n descolg¨¢ndose en cada cuesta y recuperando en cada descenso. Un hombre que pierde casi dos minutos a mitad de etapa no parece que pueda estar en el examen final de la jornada. Arriba estaban Ullrich, Virenque, Riis, Jim¨¦nez, Escart¨ªn, Luttenberger, Pantani, Dufaux, entre otros. Pero nunca Olano. Olano viaj¨® siempre en el vag¨®n de los perdedores. Ahora bien, no perdi¨®, como se entiende perder en el Tour. L¨¦ase lo sucedido a Jalabert, que anduvo en funciones de exh¨ªbicionista para perder m¨¢s de 20 minutos.
La actuaci¨®n de Olano produce un curioso efecto ¨®ptico. Es tercero en la general y parece increible. Se queda rezagado a las primeras de cambio, pero no acaba de perderse en las profundidades. Su actuaci¨®n tuvo el m¨¦rito de la infinita, paciencia y tambi¨¦n el de una soberana capacidad de sufrimiento. Olano perdi¨® casi cuatro minutos respecto a Uirich, algo menos de tres respecto a Virenque y 20 segundos con Riis. Est¨¢ aunque parece que no est¨¢. D¨¦mosle tiempo porque se lo merece y aprendamos a sufrir de nuevo.
Quedan, 11 etapas hasta Par¨ªs, pero ayer se celebr¨® la llegada de Ullrich como el advenimiento de un nuevo l¨ªder de ciclismo mundial. Hab¨ªa que observar a los especialistas dando el ¨²ltimo toque a la breve biograf¨ªa de este joven muchacho alem¨¢n, actualizando algunos datos si acaso, como quien eleva una sentencia a definitiva. El Tour es largo, a veces cambiante, pero hay acontecimientos excepcionales que despejan de un plumazo todas las dudas. Ayer se produjo uno de esos casos un¨¢nimes: este Tour es de Ullrich.
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