M¨²sica en cantidad y calidad
El Festival de Jazz de Vitoria sirvi¨® en la noche del martes un aut¨¦ntico fest¨ªn para mel¨®manos. Una avalancha de m¨²sica en cantidad y calidad dif¨ªcil de digerir de una sola vez.Ya por la tarde, el centro de la capital alavesa se llen¨® con el jazz m¨¢s tradicional de la Algiers Brass Band, de Nueva-Orleans. Se trata de un grupo de reciente creaci¨®n que ha sabido recuperar la tradici¨®n de las marchin'bands al viejo estilo. A ¨²ltima hora de la tarde y abriendo el apasionante cap¨ªtulo Jazz del siglo XXI, James Carter se pase¨® por el teatro Principal dejando claro que no van muy despistados los que afirman que el futuro del jazz pasa por su saxo.
Por la noche, el polideportivo de Mendizorrotza se llen¨® con la explosi¨®n de visceralidad r¨ªtmica del coro de Bobby McFerrin y el toque intelectual aportado por la banda de Don Byron. Y al acabar a¨²n quedan a medianoche las actuaciones del tr¨ªo de Cyrus Chesnut y de los Jazz Passangers con Blondie, demasiado jazz para una sola jornada.
James Quartet
Teatro Principal, Vitoria: Don Byron's Bug Music. Bobby McFerrin Circlesongs. PolideportivoMendizorrotza: Algiers Brass Band. Jazz en las calles. Vitoria, 15 de julio.
El clarinetista Don Byron present¨® su Bug Music, consistente no en reinterpretar a los grandes cl¨¢sicos del jazz, sino en reinventarlos. El resultado es una m¨²sica nueva, anclada en el pasado pero caminando con seguridad hacia el futuro. Algo que Byron consigue sin anacronismos, con total naturalidad e intercalando melod¨ªas jud¨ªas, otra de sus debilidades.
Tanto Byron como el pianista Uri Caine (un nombre a retener) mostraron su virtuosismo y ,su extraordinario buen gusto, y el momento en que se quedaron solos sobre el escenario fue, sin duda, lo mejor de la velada.
Y tras Don Byron, Bobby McFerrin present¨® su ¨²ltima locura: un coro de 11 voces (cinco mujeres, seis hombres) improvisando ritmos de los cuatro rincones del planeta sobre los que el propio McFerrin elaboraba sus habituales malabarismos vocales. Un solo tema, cambiante, ondulante y terriblemente contagioso marc¨® toda su actuaci¨®n. McFerrin iba marcando ritmos y onomatopeyas a sus vocalistas, controlando entradas y salidas, y sobre los entramados coloristas creados en cada momento se lanzaba al vac¨ªo mostrando la amplitud de su registro vocal y sus enormes capacidades r¨ªtmicas.
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