Un arranque volc¨¢nico
Puede que en Sevilla la lluvia sea una pura maravilla, pero San Sebasti¨¢n luce a¨²n m¨¢s vistosa cuando se apunta al tiempo seco y templado que disfrut¨® en la volc¨¢nica jornada inaugural de su Festival de Jazz. A media tarde del jueves, la Tomado Brass Band convocaba curiosos a la vera de La Concha y, m¨¢s tarde, el funcionariado integrante de la Solid Rock Auburn Jazz & Swing Band vest¨ªa llamativos uniformes de color azul el¨¦ctrico para ejecutar con rutinario oficio un valioso repertorio tristemente te?ido de rosa desva¨ªdo.Reci¨¦n llegado de la cada vez menos ut¨®pica aldea global, Groove Collective sali¨® con la mecha sonora encendida. Entre los 10 miembros que componen esta desbocada banda neoyorquina, hay ratones de antro vanguardista, genuinos hijos del Bronx e iconoclastas varios. Entre todos forman un grupo de alto voltaje que disfruta agarrando la m¨²sica por los cuernos y desarrollando un concepto rabiosamente urbano que hace gavilla con los aires afrocubanos, el hip-hop, el jazz, el pop y todo lo dem¨¢s. En sus filas milita alg¨²n instrumentista de m¨¦rito como el vibrafonista Bill Ware.
Tornado Brass Band / Solid Rock Auburn Jazz & Swing Band / Diana Krall Trio / Groove Collective / Tito Puente Latin Jazz Ensemble
Sal¨®n de Plenos del Ayuntamiento, plaza de Oquendo y plaza de la Trinidad. San Sebasti¨¢n, 24 de julio.
Bajo un encantador desali?o formal, lleg¨® hasta el o¨ªdo una formidable avalancha de materiales diversos: los saxos sirvieron frases incisivas como punzones mientras las percusiones acosaron por doquier y los teclados despegaron propulsados por timbres gal¨¢cticos que, a veces, recordaron al viajero c¨®smico por excelencia, Sun Ra. En resumen, Groove Collective hizo la m¨²sica que gustan de hacer los m¨²sicos cuando quieren pas¨¢rselo bien, y en este caso el p¨²blico quiso ser un m¨²sico m¨¢s.
Pero a la concurrencia todav¨ªa le quedaba mucho por gozar. A Tito Puente no pareci¨® amedrentarle el apabullante despliegue de fuerza de los neoyorquinos y se dispuso a reconquistar San Sebasti¨¢n (era su quinta visita) amparado en la experiencia que le otorgan sus 50 a?os de actividad musical ininterrumpida.
Con todo, le cost¨® algo m¨¢s de lo previsto sacar a bailar al p¨²blico, en parte porque dedic¨® la primera mitad de su concierto a hacer salsa moderadamente enjundiosa sobre piezas de, entre otros, Tadd Dameron y Charlie Mingus, dos jazzistas de sustancia. Pero, como todo jugador experto, Puente se guardaba un as en la manga.
En realidad, result¨® ser una exuberante reina de corazones. Con gestos p¨ªcaros a lo Harpo Marx, el rey de los timbales advirti¨® del f¨ªsico de impresi¨®n que se avecinaba, pero se qued¨® cort¨ªsimo. La cantante Yolanda Duke avanz¨® poderosa hasta el borde del escenario con sus curvas desbordantes contenidas por un pantal¨®n imposible y un deslumbrante corpi?o perlado. Una diadema de hada buena compet¨ªa en evidente desventaja con un trasero de pecado. Tan estimulante aparici¨®n enlaz¨® con voz sabrosa y genuino vigor caribe?o cl¨¢sicos como Bamboleo y Frenes¨ª, al llegar a Perfidia, ya hab¨ªa arrancado de sus sillas a la audiencia. Pidi¨® que recordaran su nombre. No hac¨ªa falta. Alguien capaz de hacerle mover las caderas a un ping¨¹ino tiene garantizado un lugar en la memoria.
Babelia
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