R¨¦cord: los dos primeros, descalificados

Ni que se hubiera pasado con la mostaza de Dijon en las salchichas. Louis Wermelinger, el influible suizo presidente del jurado, deb¨ªa de sentirse picante ayer en la meta. Si no, no se entiende c¨®mo fue capaz de dar un paso m¨¢s en su carrera hacia el absurdo. La comenz¨® la v¨ªspera del Tour no aceptando las bicicletas de Pinarello; la continu¨® en Matennes descalificando a Zabel y echando del Tour a Steels; sigui¨® en Perpi?¨¢n descalificando a Utschakov. En todos los casos, llegadas con los contactos codazos y salidas de l¨ªnea habituales. En la monta?a tambi¨¦n se sinti¨® en su salsa. Repesc¨® a casi 1.00 que llegaron fuera de control en Courchevel; despu¨¦s, d¨ªa a d¨ªa fue espigando entre las decenas de corredores que se agarran a coches o motos para subir los puertos y ech¨® del Tour a tres en total: Ru¨¦, Gontchenkov y Salmon. Pero ayer se super¨®: fue un sprint de dos y descalific¨® a los dos. Al holand¨¦s Bart Voskamp (TVM), que cruz¨® primero la l¨ªnea de meta, y al alem¨¢n Jens Heppner (Telekom). Se invent¨® la falta doble, como en baloncesto: Voskamp cerr¨® a Heppner y Heppner embisti¨® con la cabeza a Voskamp. Entraron juntos, como una yunta de bueyes, la nariz del alem¨¢n en el sobaco del holand¨¦s. La victoria fue para el tercero, el italiano Traversoni (Mercatone), ganador a casi un minuto de un sprint de 12 escapados, irregular, pero no por su parte. El pelot¨®n lleg¨® a casi 20 minutos.El jurado fue, as¨ª, el protagonista de la ¨²nica etapa en la que los desheredados tuvieron la palabra. Con ataques desde el primer kil¨®metro, en el cuarto se form¨® ya el grupo de 14 que llegar¨ªa a meta. A menos de 10 kil¨®metros, se fueron de ellos Voskamp y Heppner, para nada finalmente. El Festina, por primera vez, se declar¨® neutral, pero el Telekom orden¨® a sus corredores infiltrarse para prevenir cualquier circunstancia con dos hombres delante. Voskarmp, que el a?o pasado en Hendaya, tambi¨¦n en v¨ªsperas de la ¨²ltima contrarreloj, gan¨® a otro Telekom, Henn, no pudo as¨ª dar el ¨²ltimo toque de continuismo y tradici¨®n al Tour. Wermelinger, por lo visto, prefiere la ruptura.