L¨®gica terrible
ES UNA triste tradici¨®n que en Oriente Pr¨®ximo siempre acaben imponi¨¦ndose los halcones a las palomas, que ganen los pulsos pol¨ªticos los enemigos de la convivencia. Son aquellos que, "en el momento en que sospechan que hay un atisbo de progreso hacia la paz, entran en acci¨®n, bien perpetrando una matanza masiva de civiles israel¨ªes o bien enviando excavadoras israel¨ªes a allanar territorio palestino", como lamentaba ayer el escritor israel¨ª Amos Oz.El salvaje atentado del mercado de Majane Yehud¨¢, en Jerusal¨¦n, con su balance de 14 muertos y casi dos centenares de heridos, se produc¨ªa horas antes del inicio previsto de una visita del emisario especial de Estados Unidos para Oriente Pr¨®ximo, Dennis Ross, que deb¨ªa impulsar las negociaciones de paz entre el Gobierno israel¨ª y la Autoridad Palestina. El viaje de Ross ha sido pospuesto, las negociaciones han quedado suspendidas y la situaci¨®n se agrava r¨¢pidamente con las amenazas del Gobierno israel¨ª de intervenir militarmente en los territorios aut¨®nomos. Si Netanyahu cumpliera esta amenaza "ser¨ªa una declaraci¨®n de guerra", seg¨²n advirti¨® Arafat. Y el primer ministro israel¨ª deber¨ªa saber que el l¨ªder palestino tiene raz¨®n con su advertencia. As¨ª las cosas, cabe decir misi¨®n cumplida por los dos terroristas suicidas que provocaron la tragedia en el mercado.
Nadie, ni Israel ni los palestinos, ni Estados Unidos ni Europa, pueden plegarse ante esta terrible l¨®gica. Porque conduce a la escalada hacia una cat¨¢strofe de dimensiones imprevisibles. El Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu puede utilizar la muy justificada indignaci¨®n popular para arremeter contra Arafat, su jefe de polic¨ªa o los palestinos en general. Es f¨¢cil. Pero deber¨ªa afrontar cuanto antes la evidencia de que su sistem¨¢tico sabotaje de los acuerdos de paz ha contribuido en buena medida a esta nueva situaci¨®n tr¨¢gica.
Las provocaciones que Netanyahu ha permitido o perpetrado directamente -muchas, perfectamente gratuitas-, como son la expansi¨®n de los asentamientos en Jerusal¨¦n o la apertura del t¨²nel bajo la explanada de las mezquitas en Jerusal¨¦n, han debilitado gravemente a Arafat y reavivado un odio que, antes de la llegada del Likud al poder, parec¨ªa que iba por fin a dar paso a la esperanza.
Es dif¨ªcil exigirle en tal situaci¨®n mayor efectividad a Arafat en la lucha contra el terrorismo de Ham¨¢s y la Yihad Isl¨¢mica. Este asegura que su esfuerzo en ello es del 100%, pero que los resultados no son del 100%. Es probable que entre las autoridades palestinas haya quienes no hacen tal esfuerzo. Y como se ha demostrado ahora con el voto de censura del Parlamento Palestino a su Gobierno, Arafat est¨¢ lejos de cumplir su compromiso de establecer una autoridad democr¨¢tica, competente y honesta. La corrupci¨®n rampante de su Gobierno tambi¨¦n nutre al terrorismo.
Ahora, despu¨¦s de esta tragedia, urge crear un clima que desactive esta escalada de desconfianza y agresi¨®n. Arafat ha proclamado el estado, de emergencia y ordenado la detenci¨®n de un n¨²mero indeterminado de dirigentes extremistas. Debe mantener la guardia muy alta, y no s¨®lo en los pr¨®ximos d¨ªas, para mejorar la efectividad en la represi¨®n del terrorismo isl¨¢mico, porque ¨¦ste puede dinamitar definitivamente el proceso de paz. Pero ahora urge que la comunidad internacional haga que Netanyahu olvide r¨¢pidamente sus amenazas de intervenir militarmente en los territorios aut¨®nomos. Porque semejante medida equivaldr¨ªa a incendiar la regi¨®n. Los ¨²ltimos sucesos deber¨ªan hacer m¨¢s evidente que nunca el hecho de que la paralizaci¨®n del proceso de paz es en realidad una marcha hacia la guerra.
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