La noche de Mar¨ªa Jos¨¦ Montiel
Segunda jornada l¨ªrica en el festival. A la ¨®pera sigui¨® el ciclo poem¨¢tico de Berlioz sobre Gautier, Noches de est¨ªo y el antillano del gerundense Xavier Montsalvatge sobre poemas de Alberti, Pereda Vald¨¦s y Nicol¨¢s Guill¨¦n.Las siete melod¨ªas, obra de un Berlioz poco m¨¢s que veintea?ero y ya genial, son dif¨ªciles en varias dimensiones: la vocal, la expresiva, la po¨¦tica, la textual y la espiritual. Pero Mar¨ªa Jos¨¦ Montiel no s¨®lo las domina, sino que tiene toda la obra entra?ada en lo m¨¢s ¨ªntimo de su pensar y su sentir. Canta Noches de est¨ªo con una perfecci¨®n iluminada desde una rara pasi¨®n musical que a su vez est¨¢ dome?ada por el saber y la inteligencia. Como punto de partida est¨¢ la voz preciosamente coloreada, densa y moldeable y como punto de llegada la naturalidad. Y ' ya se sabe cu¨¢nto trabajo se esconde tras lo que parece como natural.
Ese joven Berlioz hace verdadera magia con la orquesta para envolver los versos y su traslaci¨®n musical en un clima que otorga a todo el ciclo una gran unidad de intenciones, ambientes, cortes mel¨®dicos y distanciamiento evocativo. La Montiel asumi¨® todo esto ante la audiencia del Palacio de los Festivales y la casi maternal solidaridad de su maestra, Ana Mar¨ªa Iriarte, claro modelo de la pasi¨®n hecha raz¨®n.
Antillanas
Frente a Berlioz era necesario un gran giro para abordar las Canciones negras, que quiz¨¢ debieron denominarse antillanas. Desde la primera -Cuba dentro de un piano- sobre un texto extraordinario de Rafael Alberti podr¨ªa conmemorarse en menos de tres minutos la "Espa?a de desastre", agudamente estudiado por Miguel de los Santos Oliver. Se trata de un lied dramat¨²rgico con fondo de habaneras de la Costa Brava confiadas a una idealizada cobla. El otro gran hallazgo de la serie es La nana para dormir a un negrito, en la que echamos de menos el sonar caracter¨ªstico de las claves quiz¨¢ porque en Turingia resulta f¨¢cil olvidarse de tan elementales bloques de madera. Cada canci¨®n negra tiene su secreto y la Montiel lo fue descubriendo en su ternura, su escenificaci¨®n o su animado ritmar.El estado del material instrumental, seg¨²n me dicen, hizo desaparecer del programa las Variaciones de Soroz¨¢bal, primera dedicaci¨®n del festival al compositor guipuzcoano en el centenario de su nacimiento. Ocup¨® su lugar la Sexta sinfon¨ªa de Schubert, otra conmemoraci¨®n esta vez bicentenaria. Los filarm¨®nicos de Turingia rindieron en menor grado que el d¨ªa anterior, no s¨®lo por el relativo inter¨¦s del director Christian Kabitz sino m¨¢s a¨²n porque se advert¨ªa la escasez de ensayos. La super¨® con ¨¦xito nuestra soprano, hero¨ªna principal de la noche, para la que fueron las mayores ovaciones hasta el punto de tener que bisar dos de las melod¨ªas de Montsalvatge.
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