Mar de fondo
A Julio Iglesias no le permitieron posar en el marco de la Copa del Rey ?Fue Antonio Banderas invitado a no venir?
Hay que convenir en que est¨¢n hechos con material distinto del que nos configura al resto de los humanos: material de primera calidad. S¨®lo as¨ª se explica que el pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n apareciera ayer en el N¨¢utico fresco, ¨¢gil y guap¨ªsimo, sin que se le notara en lo m¨¢s m¨ªnimo ni el cansancio del viaje rel¨¢mpago realizado a Bolivia, ni el soroche o mal de altura que ataca a los visitantes de La Paz, ni el jet lag propio de las 14 horas de vuelo del trayecto de regreso, ni -y esto fue lo peor- el abrazo que le propin¨® el ex dictador- ?de verdad deja un dictador de serlo, en su interno fuero?- Hugo B¨¢nzer, ni el hecho de haberse tenido que sentar al lado del nunca dem¨®crata Fujimori y delante del pintoresco, por decir algo, Carlos Menem. Cada una de estas experiencias habr¨ªan devastado a cualquier otro u otra com¨²n mortal, pero juntas y a la vez, en tan pocas jornadas, son de traca.Sin ir m¨¢s lejos, la noche del jueves yo misma estuve a punto de ser arrasada por el devenir de los eventos al comprobar, en carne propia, cu¨¢n cierto es el proverbio ¨¢rabe que reza: "Si¨¦ntate a la puerta de tu hotel y acabar¨¢s viendo pasar un cad¨¢ver pol¨ªtico". No uno, sino dos: Trias de Bes, el convergente que se fug¨® al PP y acab¨® su transmutaci¨®n acelerada en el sustancioso limbo de la presidencia de Trasmediterr¨¢nea, y Enrique Lacalle, tambi¨¦n popular en Catalunya, cuyo reciente deceso a causa del insaciable virus Fondus reservatus ha escalofriado a la opini¨®n p¨²blica mundial. Ambos, con sus santas, cenaron en el Flanigan de Puerto Portals con L¨®pez de Letona, pero como a este ¨²ltimo le vi de espaldas no podr¨ªa afirmar si se trata del antiguo ministro de Franco o de un simple cachorro. Hay tanta mutaci¨®n, tanto resucitado, tanto falso muerto que reaparece como el Comendador (un conocido m¨ªo cen¨® con Antonio de la Rosa unos d¨ªas antes de que su devoto hijo Javier le declarara fallecido desde hac¨ªa a?o y medio: todav¨ªa no se ha repuesto de la impresi¨®n de haber compartido mesa y mantel con un fiambre). En el mismo Flanigan -que sigue siendo el restaurante m¨¢s frecuentado, a pesar de que tiene 10 a?os de vida, gracias a la energ¨ªa y el talento de Miguel Arias y su equipo- pude percibir, intuir o avizorar tanto apellidazo, tanto fortun¨®n llevado con naturalidad, tanta elegancia, que cuando regres¨¦ al hotel me olvid¨¦ de enchufar el m¨®vil para cargar la bater¨ªa, as¨ª como de lavarme los pi?os con los restos de la hamburguesa, en un inconsciente gesto suicida respecto al d¨ªa de ma?ana: ?para qu¨¦ vivir, para qu¨¦ trabajar, para qu¨¦ hablar por tel¨¦fono, para qu¨¦ cuidarse las caries a cambio de una simple n¨®mina? All¨ª estaban Alfonso Fierro hijo y Marita March Jim¨¦nez, Manolo March y Susi Lindberg, Antonio Esc¨¢mez y su esposa arquitecta, Manolo Segura (ex novio de Tita Cervera de Von Thyssen), y un largo y poderoso etc¨¦tera que estimulo mi romanticismo innato.
Volviendo a la realidad, les dir¨¦ que anoche, tambi¨¦n en Puerto Portals, pos¨® para la prensa Julio Iglesias antes de perpetrar su concierto mallorqu¨ªn. Y lo hizo en tal lugar despu¨¦s de que la organizaci¨®n de la Copa del Rey, -que como saben corre a cargo de Agua Brava, les negara a los promotores de Iglesias -la aut¨¦ntica gaseosa La Casera- el derecho a fotografiar al ¨ªdolo subido al velero que lleva el nombre de tan simp¨¢tico refresco. La organizaci¨®n vino a decir que aqu¨ª no se hace m¨¢s publicidad que de sus productos, y que, para personajes, ya est¨¢ la Familia Real. Pero hay m¨¢s: se dice, se susurra, se comenta, que Antonio Banderas no ha venido porque los de la copa le pidieron que no lo hiciera para no opacar al Rey y los suyos con su avasalladora presencia, la de Melanie y, posiblemente, la de Stella del Carmen, que tanto atraen a los periodistas. Dios, ya no se puede creer en nada.
En lo que s¨ª creo es en mi cada d¨ªa m¨¢s evidente proceso de sofisticaci¨®n. Tengo las pruebas: hace poco se me acerc¨® la delegada de Cartier y se puso a m¨ª disposici¨®n para venderme alhajas, dando por sentado que oy mujer de mundo, habituada al joyer¨ªo. Es un avance, considerando que, hasta fecha muy reciente, s¨®lo me abordaban las vendedoras de pat¨¦s de saldo de Nuestra Se?ora del Corte Ingl¨¦s para ofrecerme canap¨¦s de degustaci¨®n.
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