La muchacha que pudo ser Emmanuelle (8)
Esplendor en la hierbaPor MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN
EN LITERATURA EL TEMA de la juventud casi siempre ha sido un topos emparentado con el t¨®pico, un lugar com¨²n y nunca mejor utilizada la expresi¨®n porque la juventud es una relaci¨®n entre el ¨¢mbito y un tiempo. El t¨®pico de la esperanza, del futuro, un imaginario que servir¨¢ a Rub¨¦n Dar¨ªo para escribir uno de sus peores poemas y a Wordsworth para escribir uno de los mejores poemas de la l¨ªrica universal: Intimations of Inmorality from the Recolections o Early Childhood, para los que no saben ingl¨¦s, supongo que por cuestiones temperamentales: Augurios de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia. Supongo tambi¨¦n que los cin¨¦filos habr¨¢n visto Esplendor en la hierba, t¨ªtulo de una pel¨ªcula sacado de un verso de la oda de Wordsworth. ?No? ?Qu¨¦ han visto Vds. que no sea de Spielberg? C¨®mprense el v¨ªdeo. Quisiera que hicieran un estudio comparado al universalismo abstracto del gran poema ingl¨¦s y el de Gabriela Mistral que les he le¨ªdo, el de las ni?as que jugaban a ser reinas. Aunque se trate de ni?as, los ni?os de la clase que no se abstengan. Recuerden el an¨¢lisis que hicimos de A este lado del Para¨ªso, de Scott Fitgerald, a prop¨®sito de las expectativas de triunfo. Insisto en que no tienen que hacer an¨¢lisis literario, sino an¨¢lisis tipol¨®gico y establecer referentes mit¨®manos. Comparen el tratamient¨® de la edad primera en todos los casos que he referido y lo que les expliqu¨¦ sobre la frustraci¨®n narcisista en Fausto o Dorian Gray, seg¨²n la interpretaci¨®n de Im¨¢genes desencantadas de Ziolkowski.Dio la clase por teminada y varias alumnas y alumnos acudieron a su mesa.
-Nunca hab¨ªa le¨ªdo el poema de Gabriela Mistral como Vd. lo ha le¨ªdo, y en el fondo nunca lo hab¨ªa entendido del todo -dijo una muchacha rubita con las venas marcadas en las sienes y la boca muy grande.
-Me temo que hasta que no tengas mis a?os no lo entender¨¢s del todo. El mito de la juventud es un enga?abobos y sobre todo un enga?a j¨®venes, igual que la promesa de ser reina o de ser un vencedor, como el personaje de Fitgerald en A este lado del Para¨ªso.
Dorotea sali¨® del aula en busca de su despacho en el departamento, acompa?ada de la muchacha bocagrande que no paraba de hablar. Ni la o¨ªa mientras se intercambiaba instrucciones maquinales con la colega que compart¨ªa su despacho y consigui¨® desengancharse de una agraviada conversaci¨®n sobre lo hijos de puta que eran los profesores varones, competitivos, aplastantes, siempre a la suya. Sigui¨® la alumna a Dorotea hasta un taxi que la esperaba, en su interior un hombre que estaba mir¨¢ndose las manos. Para llegar al taxi las dos mujeres tuvieron que rodear a un tipo gord¨ªsimo, tan incre¨ªblemente gordo que ni Dorotea ni la muchacha se lo creyeron y no lo vieron. Antes de meterse en el coche, Dorotea le entreg¨® un libro a su alumna.
-Toma. Im¨¢genes desencantadas, de Theodore Zlolkowski, f¨ªjate sobre todo cuando habla del tratamiento del espejo en la fijaci¨®n o liquidaci¨®n de la propia imagen. El espejo nunca evita el paso del tiempo. Se limita a constatarlo.
Hab¨ªa conseguido sorprender, incluso silenciar a bocagrande, se sent¨® junto a Carvalho y se qued¨® mirando lo mismo que ¨¦l, sus manos.
-?No reconoce sus manos? ?hab¨ªa visto nunca?
Carvalho las retir¨® como si seran sorprendido en una situaci¨®n indecorosa. Se puso el taxi en marcha y Dorotea vio entonces al hombre gordo de pie, junto al inicio de las escaleras que llevaban a la facultad. El cuello se le qued¨® r¨ªgido y sus ojos atrapados por la mirada de agresiva complicidad del gordo. Carvalho hablaba y hablaba.
-Helga viene a Espa?a hacia 1980. In¨²til viaje, in¨²til carrera. No consigui¨® llegar a estrella y en torno a 1983 abandona o es abandonada por su agente barcelon¨¦s, Gualterio Sampedro, amigo de Biscuter, un expresidiario hecho a la medida de Biscuter, mi socio. Pero Vd. no me ha dicho toda la verdad. Ernmanuelle ten¨ªa relaci¨®n con Rocco, con su ex marido, Dorotea. Entre 1980 y 1983, Gualterio los vio juntos. ?Me oye? ?Qu¨¦ le sucede?
Dorotea le daba la espalda tratando de no perderse ni un gesto del gordo, progresivamente alejado, all¨¢ en la acera, adelgazado por la distancia, pero avanzando con pasos de paquidermo, como advirti¨¦ndole que podr¨ªa seguirla.
-?Hijo de puta!
Grit¨® la mujer con la voz estrangulada y consigui¨® que el taxista la examinara primero por el retrovisor y se volviera despu¨¦s demandando explicaciones a Carvalho de lo que estaba pasando.
-?Ocurre algo?
Pregunt¨® Carvalho, pero Dorotea ya les daba la cara, sorprendida por la alarma del conductor y la pregunta de Carvalho.
-?A qui¨¦n ha llamado hijo de puta?
-Pensaba en un pol¨ªtico. Habr¨ªa que exterminarlos a pistoletazos y con la ametralladora.
El taxista conduc¨ªa con el cuerpo semivuelto hacia la extra?a pareja.
-No se preocupe -quiso tranquilizarle Carvalho- La pistola y la ametralladora ser¨ªan de juguete.
-Que me las dieran a m¨ª y no dejar¨ªa ni a un pol¨ªtico vivo -contest¨® el taxista- La se?ora tiene mucha raz¨®n.
Pero Dorotea ya no estaba dispuesta a que le diera la raz¨®n.
-?No le gustan los pol¨ªticos? ?Prefiere a los militares?
-No. No he dicho eso, se?ora. Aunque, qu¨¦ quiere que le diga, los militares no se met¨ªan con nadie si no se met¨ªan con ellos y Franco tambi¨¦n hizo cosas buenas.
-?Pare! ?Le he dicho que pare! -grit¨® Dorotea.
El taxista detuvo el coche. Dorotea sac¨® dinero del bolso y se lo tir¨® en el asiento delantero. Luego salt¨® del taxi sin atender lo que hac¨ªa Carvalho. El la sigui¨® ante el desconcierto del taxista, que balbuceaba justificaciones sobre el papel de Franco en justificaciones sobre el papel de la Historia.
-No es que yo haya dicho...
Dorotea caminaba como si anduviera sola. Carvalho trat¨® de ponerse a su altura, dificultado por las largas zancadas de la mujer que lloraba silenciosamente. La detuvo, la abraz¨®, y ella estall¨® en sollozos cuando meti¨® su cara contra el pecho de Carvalho. Se dej¨® llevar hasta un caf¨¦ donde pidi¨® un t¨¦, mientras Carvalho jugueteaba ya con un vaso de whisky a la espera de una sinceraci¨®n.
-He visto a una persona que me ha devuelto al pasado. A los a?os m¨¢s negros de la Dictadura en mi pa¨ªs. No le servir¨ªa de nada decirle qui¨¦n es. En Espa?a a nadie puede interesarle saber qui¨¦n es. No todo el mundo tiene mi misma memoria de las cosas. Al contrario, cada vez queda menos gente con la que pueda compartir mi memoria. Yo en Espa?a tuve que vivir muchos a?os con personas que no ten¨ªan mi memoria.
-Dispuso de muchos a?os para perderla. Tambi¨¦n nosotros la hemos perdido. Aqu¨ª nos estaban matando y torturando como quien dice hace dos d¨ªas. Veinte a?os.
-Nosotros hace catorce, catorce a?os ya desde que el borracho aquel nos meti¨® en la guerra de Malvinas. Catorce. Como las malas mujeres en los tangos, la memoria siempre se va con otro, con otra generaci¨®n. Pero yo no tengo recuerdos hermosos. No tuve mi esplendor en la hierba.
-?De que hierba habla?
-D¨¦jelo correr. Del mate. ?Le gusta el mate? ?Lo ha probado?
-Lo suficiente como para preferir el whisky.
_?Qu¨¦ me estaba diciendo de Emmanuelle?
-Que nada tiene sentido. Vd. me pide que la busque y veinticuatro horas despu¨¦s aparece muerta. No me lo ha contado todo y no pienso seguir investigando si no me cuenta qui¨¦n la puso en marcha. ?O fue iniciativa suya?
Ni siquiera tiene la iniciativa de contestarle.
-?Fue Rocco?
Hay m¨¢s melancol¨ªa que preocupaci¨®n en el ensimismamiento de Dorotea.
-Deber¨ªamos ir a ver a la hermana de Helga.
Asiente Dorotea y se levanta incit¨¢ndole a la marcha.
Como Carvalho iba a por el tel¨¦fono del caf¨¦, Dorotea le tendi¨® un m¨®vil y se retir¨® prudentemente para permitir que Carvalho hablara a solas. Desde la puerta los ojos de la mujer se han vuelto r¨®mbicos para interpretar los ademanes de Carvalho mientras habla, pero de vez en cuando saca la cabeza al exterior para vigilar los seis puntos cardinales. Carvalho la ha alcanzado y le comenta.
-Rocco ha hecho una visita a Biscuter.
-?C¨®mo sabe que era Rocco?Lo ha dicho ¨¦l?
-?Acaso Rocco no es pelirrojo y tiene las mejillas congestionadas?
-S¨ª.
-Pues era Rocco.
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