El mot¨ªn en el siglo XVII
Fuenteovejuna se representa en el pueblo donde ocurri¨® el suceso que escribi¨® Lope: en las im¨¢genes de televisi¨®n se ve a la aguerrida poblaci¨®n civil alzarse contra el abuso con tanta fe como entonces. En Zalamea se va a hacer, y se ensaya con br¨ªo y verismo, El alcalde de Zalamea, de Calder¨®n: otra tragedia -el malo, al final, aparece ajusticiado a garrote vil- de pueblo contra el abuso. Nuestros dramaturgos del Siglo de Oro aparecen como revolucionarios contra los nobles, los comendadores, los militares. No era as¨ª: eran autores oficiosos. En los treinta a?os que median entre las dos obras se fraguaba la Espa?a mon¨¢rquica, centralista, absoluta: hab¨ªa que quitar los poderes dispersos de los feudales, recuperar unas masas civiles leales a la realeza hasta el punto de poderlas enfrentar armadas, en mot¨ªn de hoces y guada?as, contra los se?ores y los capitanes: y la llegada del rey dirim¨ªa siempre el conflicto a favor del pueblo que le acataba por encima de todo.Pienso que el teatro popular, entonces, era lo que es hoy la televisi¨®n de Estado: un servicio al poder establecido, ahora en forma de Gobierno. En torno a estas dos grandes obras, con vivo aire y enorme fuerza, con versos heroicos y protestas duras, hay otras muchas, incluso de los autores privilegiados, pero tambi¨¦n de otros menores. Desde el punto de vista de hoy, aquel movimiento centralizado del poder era un paso positivo. Hab¨ªa muchos amos sobre la punta de ganado que eran los villanos: como si fueran las propias ovejas de Fuenteovejuna (el pueblo conserva en su nombre la ortograf¨ªa antigua, la be alta). Los sigui¨® habiendo, m¨¢s o menos: el cura, el propio alcalde, el rico, el cacique. Sobre el paisaje plano y blanco del pueblo, el enorme castillo, la enorme iglesia: ah¨ª est¨¢n. Y el cacique, sobre el que se apoy¨® C¨¢novas, remedado ahora por Aznar, conmemorado con emoci¨®n por los conservadores: un mu?idor electoral. Y el cabo de la Guardia Civil. El mismo alcalde era jefe local del Movimiento. Las dos Rep¨²blicas fueron una transici¨®n, un s¨ªntoma positivo: la burgues¨ªa contra la autocracia, y contra la sant¨ªsima trinidad del Ej¨¦rcito, el Capital y la Iglesia.
(Reyes: dije que los atridas lo fueron en Creta, y eran de Micenas. Las u?itas del olvido van ara?ando y ara?ando la piedra enferma de la memoria. Con paciencia, todo ir¨¢ a peor. El recuerdo me viene, esta vez, de Terenci Moix, que me llama desde el Ampurd¨¢n. Gracias, buen amigo).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.