La rosa blanca de la India
Me fascinaba Gandhi: filiforme, una enorme cabeza con gafotas de alambre, desnudo bajo la s¨¢bana que ¨¦l mismo se tej¨ªa; compa?ero de una cabra -ir¨ªa cambiando: no hay monogamia m¨¢s perfecta que la poligamia sucesiva- que le alimentaba con sus tetas; ped¨ªa la no violencia, la paz, el amor mutuo. Estuve en la estela de aquellos santones orientales de 2.000 a?os, de Palestina a Nueva Delhi; luego pens¨¦, quiz¨¢ en nuestra guerra, que Gandhi estaba destruyendo India como por pereza. Los pa¨ªses de arroz y sal tienen que ahorrar movimientos, hacerlo todo pasivo: hasta la revoluci¨®n, hasta el amor -los bajorrelieves de los templos, las recomendaciones del kamasutra-, para no desgastarse por el hambre. Gandhi dej¨® sentado a todo un pa¨ªs cuando hac¨ªa falta trabajar, echar a los ingleses, construir una comunidad.Los ingleses se fueron m¨¢s por necesidad que por la resistencia pasiva hace 50 a?os, y se fueron de todas partes. Cuando empez¨® a descubrirse que los pa¨ªses imperiales sacaban dinero de sus s¨²bditos (impuestos), y soldados y colonos de vida dura, para favorecer a sus grandes compa?¨ªas de t¨¦ y az¨²car o de algod¨®n: no era rentable. En esos 50 a?os, dicen los que los celebran, han conseguido la unidad del pa¨ªs: pero hay 200 movimientos Independentistas en lucha, adem¨¢s de las dificultades con Pakist¨¢n que crearon los ingleses con su pol¨ªtica divisoria en las descolonizaciones -a Gandhi le mat¨® un hind¨² porque consent¨ªa en la divisi¨®n de Pakist¨¢n-; han acabado con las grandes fortunas de los rajas, pero han creado las nacidas de la corrupci¨®n pol¨ªtica, que es inmensa; han hecho un nuevo reparto de la riqueza, pero la tercera parte de la poblaci¨®n vive bajo el nivel de la pobreza, y mucho m¨¢s de otro tercio dentro de la pobreza. De cuando en cuando hay grandes matanzas, o magnicidios; a veces se finge la democracia, pero es una dictadura -Indira-; ha progresado mucho en los 50 a?os, pero es incomparable con el de las otras naciones asi¨¢ticas: China o Vietnam. ?Jap¨®n! No s¨¦ a¨²n si es consecuencia de Gandhi, que ense?¨® la econom¨ªa del cuerpo -moverse lo menos posible, sonre¨ªr al amigo y el enemigo (Gandhi ya no ten¨ªa dientes, y su boca era una negrura insondable)- pero no la de la naci¨®n; de momento, algunos se mueven, disparan, corren, viajan, pronuncian discursos, tienen guardaespaldas y piden capital al extranjero: forman la vig¨¦sima parte rica del pa¨ªs.
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