La muchacha que pudo ser Emmanuelle (19)
V¨ªctimas de la bebida o de la metaf¨ªsicaPor MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN
EN CUANTO GUALTERIO DIJO, te voy a abrir el coraz¨®n, Plegamans, Biscuter supo que, en efecto, le iba a abrir el coraz¨®n y no le sorprendi¨® que el agente art¨ªstico se desabrochara la camisa y le ense?ara el t¨®rax lleno de extra?as cicatrizaciones.-Te dije que esa mujer estuvo a punto de ser mi perdici¨®n y aqu¨ª ten¨¦s la prueba. Hab¨ªa pasado casi un a?o, quiz¨¢s a?o y medio desde la ¨²ltima vez en que se hab¨ªa arrastrado por aqu¨ª buscando un trabajito y entraron en el despacho dos o tres matones exigi¨¦ndome que les dijera d¨®nde estaba. Yo no lo sab¨ªa. No se lo creyeron. Me quemaron el pecho con cigarrillos y luego con un soplete. Finalmente se convencieron de que yo nada sab¨ªa y me dejaron, tan jodido, tan poquita cosa, tan mierda, Plegamans, que me volv¨ª a Andorra, a esconderme donde pude y hasta tuvieron que intervenir varios psiquiatras para sacarme de la depresi¨®n.
Y como callara Gualterio, Biscuter le conmin¨® ?eso es todo? Eso es todo, confirm¨® el otro bajando la cabeza, inclinando incluso el cuerpo bajo el peso de sus pasados terrores. Biscuter decidi¨® que era el momento de tener una reuni¨®n balance con Carvalho, seg¨²n un timing que expuso por tel¨¦fono a su socio, adormilado en la otra orilla telef¨®nica de Vallvidrera.
-Ha habido un tiempo de indagaciones por separado, ahora habr¨ªa que reunir lo sabido y partir en nuevas direcciones, sobre todo despu¨¦s de la aparici¨®n del cad¨¢ver de Rocco. ?No lo sab¨ªa jefe? Lo acaban de dar por la radio. Yo escucho la radio desde que terminan los programas deportivos hasta que empiezan los programas deportivos del d¨ªa siguiente.
-?S¨®lo duermes mientras hablan de deportes?
-No. Al contrario, son los que m¨¢s me gustan.
Biscuter consigui¨® que Carvalho se sentara para facilitarle el balance de sus pesquisas, abiertas todav¨ªa y con varias derivaciones que pod¨ªan llevarles a sorprendentes resultados.
-S¨¦ase que hab¨ªamos convenido, jefe, en que Dorotea Samuelson se mov¨ªa porque Rocco, su ex marido la hab¨ªa puesto en marcha, deduzco que la susodicha Samuelson ha de saber mucho m¨¢s de lo que ha dicho e incluso que quiz¨¢s pueda sentirse en peligro. En el mundo de la far¨¢ndula he encontrado tres personajes que tuvieron que ver con la muchacha que pudo ser Emmanuelle. Gualterio, el agente art¨ªstico. No hace ni media hora que ha cantado y me ha dicho que ayudar a Helga estuvo a punto de costarle la salud. Pepita de Calahorra, la gran estrella de la canci¨®n mel¨®dica y propietaria terminal de La Dolce Vita, seguro que algo tuvo que ver con Helga hasta hace poco y adem¨¢s me reuni¨® con un argentino gordo y rico que se hizo el longuis preguntando inocentemente si conoc¨ªa a Helga. ?Va atando cabos, Jefe? Esta t¨ªa, que en paz descanse, la Emmanuelle, era m¨¢s peligrosa que el sida y bastaba rozarse con ella para buscarte la perdici¨®n.
Por otra parte, esto se ha llenado de argentinos que lo saben todo sobre Helga Mushnick. Vd. que tiene otra pinta, tan diferente de la m¨ªa, deber¨ªa sorprender a la Samuelson en la Universidad mientras da clase. As¨ª no tendr¨ªa escapatoria.
Irritado Carvalho por el exceso de iniciativas de Biscuter dud¨® entre ir a la Boquer¨ªa a comprar lo necesario para guisar algo necesario o complicarle el sistema de se?ales al semi¨®logo Lifante. Compr¨® en la Boquer¨ªa una pierna de cabrito para asarla a lo medieval, seg¨²n constaba en una receta que no sab¨ªa muy bien d¨®nde ten¨ªa, pero s¨®lo necesitaba la pierna del pobre animal, manteca de cerdo, sal y naranjas amargas, sobre todo naranjas amargas.
-No encontrar¨¢ ni una naranja amarga en toda la Boquer¨ªa. A veces llegan partidas para hacer mermeladas.
Un peque?o, viejo, sonriente sacerdote vestido de clergyman y que acababa de comprar medio kilo de lichis frescos le sugiri¨®:
-?Por qu¨¦ no va al patio de los naranjos de la Presidencia de la Generalitat? Est¨¢ lleno de naranjos bordes.
-Llego, pregunto por el presidente Pujol y le pido naranjas.
-M¨¢s o menos. Le acompa?ar¨¦.
Le pillaba camino de la Central de Polic¨ªa y durante el recorrido, mos¨¦n Piqueras le hizo un resumen religiosamente correcto sobre el uso de los bienes de este mundo, que son de todos y no son de nadie. Ya en la Plaza de Sant Jaume abord¨® el cura a los mossos d'esquadra que montaban guardia.
-Soy mos¨¦n Piqueras y he sido capell¨¢n del muy Honorable Jordi Pujol. ?Qu¨¦ deber¨ªa hacer para conseguir algunas naranjas bordes del patio?
Ni pesta?e¨® el guardia y se comunic¨® con un superior mediante el transmisor manual. Como no hab¨ªa recibido un no, pero tampoco un s¨ª, se dio Carvalho a s¨ª mismo, al cura y a la Administraci¨®n auton¨®mica cinco minutos, para pasar a otra fase de su vida. Cuatro. S¨®lo necesit¨® cuatro y un mosso d'esquadra sali¨® de las profundidades del poder para entregarle media docena de naranjas bordes depositadas en una bolsa de pl¨¢stico de El Corte Ingl¨¦s. No sab¨ªa Carvalho c¨®mo interpretar la sonrisa ratonil del cura, ni c¨®mo agradecerle su gesti¨®n.
-No se preocupe, a m¨ª Pujol no me puede negar nada. He sido su confesor. Vaya con Dios.
Se encamin¨® con sus naranjas y su pierna de cabrito hacia la Central de Polic¨ªa, desde la inquietud de temer que la democracia fuera algo tan cojonudo que le quitara las naranjas bordes a los dioses para d¨¢rselas a los hombres. Lifante no le hizo esperar tampoco demasiado tiempo y le abri¨® las puertas de su despacho en persona.
-Pol¨ªtica de puertas abiertas.
Uno de los mendigos que hab¨ªa visto durante la primera dosis de pol¨ªtica de puertas abiertas, el que mereciera las caricias de Lifante, volv¨ªa a estar all¨ª rodeado de semi¨®logos y en evidentes malas condiciones an¨ªmicas. Lloriqueaba aunque nadie le acosaba. Parec¨ªa en pleno ejercicio de interpretaci¨®n mec¨¢nica, de control y descontrol. Lifante contempl¨® al detenido como si fuera un animal de laboratorio.
-?Ya has terminado?
-Es que no s¨¦, no s¨¦. Yo no volv¨ª a ver a la Palita con Rocco. Ella me prohibi¨® utilizar algunos de nuestros refugios hasta que ella me avisara, eso fue todo.
-Vamos a salir de paseo, Cayetano. Vamos a hacer un recorrido que te gustar¨¢. Visitaremos todos los escondrijos que pusiste a disposici¨®n de Rocco hasta que lo mataste.
-Que no lo mat¨¦, se?or inspector. Yo quisiera que Vd. me tomara confianza. ?Quiere que le diga un secreto que nunca le he dicho a nadie?
Los ayudantes de Lifante estaban inc¨®modos por la presencia de Carvalho e instaron a su Jefe a que remediara la situaci¨®n. Lifante arque¨® las cejas, se cruz¨® de brazos, se apuntal¨® ora sobre los talones, ora sobre la punta de sus pies y expres¨® su sentido de la l¨®gica de la situaci¨®n.
-Va por Vd., se?or Carvalho. L¨®gica de la situaci¨®n. Un sospechoso est¨¢ a punto de hacer una revelaci¨®n o lo que ¨¦l considera una revelaci¨®n, en presencia de funcionarios del Cuerpo Superior de Polic¨ªa y de un polic¨ªa privado ancien r¨¦gime. L¨®gicamente, mis ayudantes, personal muy competente, se sienten inc¨®modos ante el intruso.
-Es que aqu¨ª ya entra cualquiera en una comisar¨ªa, o en esta jefatura, como Pedro por su casa y esto no es el metro, Lifante. Y adem¨¢s ese t¨ªo lleva una bolsa con la compra y nadie se la ha registrado -refunfu?¨® Celso Cifuentes.
Se frotaba las manos de contento Lifante y con las mismas manos se apoder¨® de la bolsa que Carvalho le tend¨ªa.
-Veamos. Pata de cordero. Escriba, Cifuentes.
-No me joda.
-No es de cordero, es de cabrito.
Corrigi¨® Carvalho, pero ya ten¨ªa Lifante en las manos la manteca de cerdo y una naranja.
-Las naranjas son de Pujol.
Advirti¨® Carvalho. Lifante volvi¨® a meterlo todo en la bolsa. El enfado era general y Lifante consciente de que no hab¨ªa conseguido dominar la situaci¨®n mediante la introducci¨®n de un correlato objetivo de se?ales distanciadoras, se puso a gritarle a Cayetano.
-?Capullo de mierda! ?No ibas a contar no s¨¦ qu¨¦ leches? ?No ibas a confesar que has matado a tu Palita y a ese Rocco Cavalcanti?
Entend¨ªa Cayetano que el contenido de la bolsa de pl¨¢stico hab¨ªa sido la met¨¢fora de algo que no entend¨ªa y que de nuevo volv¨ªa a ser el m¨¢s miserable y fr¨¢gil de los centros del universo.
-Le puedo contar algo que me revel¨® Palita como uno de los secretos m¨¢s duros de su vida. La Palita hab¨ªa tenido un hijo. ?Sabe Vd. qui¨¦n era el padre?
-Antonio Banderas.
Apunt¨® Rodr¨ªguez, el ultra macrobi¨®tico especialista en camellos de droga de dise?o y matones. Lifante pidi¨® atenci¨®n especial para las revelaciones que iba a hacerles Cayetano.
-El padre del hijo de Palita era su propio cu?ado, un tal Olavarr¨ªa, casado con la hermana.
-El famoso segundo frente.
Sentenci¨® Lifante.
-Este t¨ªo cree que soy imb¨¦cil y que me voy a abrir un segundo frente con el cu?ado.
Pero Cayetano estaba tranquilo. Se dedic¨® a enviarle a Carvalho muecas aseveradoras de lo que hab¨ªa dicho, mientras Lifante resum¨ªa la l¨®gica de la situaci¨®n.
-?D¨®nde he le¨ªdo yo que los perdedores o son v¨ªctimas de la bebida o de la metaf¨ªsica?
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