Millones de ni?os
Cincuenta millones de ni?os viven en la calle en la India: una poblaci¨®n igual a las totales de Portugal y Espa?a. Lo oigo, con las terribles im¨¢genes, en Documan¨ªa (sat¨¦lite). A otra hora hubiera provocado el alud que cay¨® sobre la embajada china: alguna ni?a vino. La India es dif¨ªcil. Trat¨¦ con la entonces embajadora, presentado por el ministro de Asuntos Exteriores -nuestro Paco Fern¨¢ndez Ord¨®nez- y result¨® imposible. Hiere el orgullo nacional. Tampoco Espa?a quiere colorear su poblaci¨®n. Ah, trat¨¦ con las monjas de Teresa, y me exigieron que mi matrimonio fuera cat¨®lico y el adoptado se formase en esa religi¨®n. De ninguna manera pod¨ªa hacerlo, pero tampoco iba a mentir a las monjas. Se ve¨ªa un refugio hind¨² privado: pueden ayudar a 300 ni?os al a?o. No les dan trabajo porque est¨¢n protegidos, ay, hasta cumplidos los 16 a?os. Bien, bien. Oigo un informativo: una mafia, en Melilla, obliga a los ni?os a pedir limosna. Menos mal: con la limosna podr¨¢n ir comiendo. La mafia son los padres y los familiares. En Melilla hay refugiados a quienes las autoridades no dan casi de comer: ni?os y ancianos, y mujeres. No los pueden enviar a Marruecos, ni a Espa?a, ni qued¨¢rselos.
Si yo pudiera indignarme me deben de faltar hormonas, o tengo demasiado miedo, o soy un pichafr¨ªa-, me indignar¨ªa a borbotones de las informaciones sobre ni?os que ahora forman lo m¨¢s importante de los peri¨®dicos. El falso amor al ni?o redacta leyes, impide todas sus actividades posibles con nuevas leyes o proyectos, le separa de sus familias si ejerce la mendicidad y va a lanzar un abanico de grandes penas para quienes contraten sus servicios sexuales (los ni?os de la calle en India, en Brasil, en Colombia, en ?frica, lo hacen por un bocadillo; en Brasil, ya se sabe, su forma de liberarles de esa vida es envi¨¢ndoles a la otra de un disparo. Si no hay otra, all¨¢ ellos). La escolarizaci¨®n no es ni un sue?o. Los intentos de adopci¨®n suelen terminar en el agotamiento de quienes pretenden hacer un bien, o hac¨¦rselo a s¨ª mismos. Si compran un ni?o, van a la c¨¢rcel, compradores y padres, cuando en realidad deber¨ªa ser un intercambio libre en la seguridad de que van a ser bien tratados: nunca estar¨¢n peor que ahora. Los venden en Rumania, en Rusia; en Albania se los dan a quien quiera. Pero aqu¨ª les persiguen y amenazan. Bueno, bueno.
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