Las nuevas princesas, los viejos pol¨ªticos
Como una de las gigantescas e in¨²tiles estatuas de la isla de Pascua, Fraga vuelve otra vez a erguirse en Galicia. Tiene el apoyo de otra caricatura: la del secretario general del Partido Comunista. De los de antes del deshielo. Una estalagmita. Claro que son incomparables: como no lo son Hitler y Stalin. Ni el pobre Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera -Primo el joven- con Dolores Ib¨¢rruri -Pasionaria-. Un respeto: por lo menos, hacia los objetivos, hacia los fines de su pol¨ªtica. Serv¨ªan a clases pol¨ªticas y econ¨®micas distintas. Anguita, con su pol¨ªtica en bruto, con sus lecciones magistrales de cantante del pasado, aplica los viejos y valiosos dichos de que una alianza con el socialismo convierte a los comunistas en devorados y digeridos, y que el capitalismo y el monopolismo son el enemigo del pueblo. No dir¨¦ yo que no sea verdad: a condici¨®n de que me muestre d¨®nde est¨¢, hoy, el pueblo. En Galicia probablemente va a volver a votar al figur¨®n, al iceberg del franquismo -las cuatro quintas partes est¨¢n bajo el agua-, porque Anguita no deja la solidaridad de la izquierda. De la izquierda relativa. No la deja en Madrid. Bueno, parece que tiene la mayor¨ªa en su partido, y los compa?eros que quieren hacer una nueva izquierda no ofrecen perfiles suficientemente atractivos. No s¨¦ qui¨¦n los ofrece: y tampoco s¨¦ si lo atractivo es recomendable. Felipe Gonz¨¢lez lo fue, y se ha ido desvaneciendo poco a poco. Ha muerto en pleno poder, como los jinetes fantasmas que siguen cabalgando en la batalla sin que nadie les vea; se ha disuelto entre los veraneantes, entre las vacaciones. Queda Almunia. Es curioso verle antes y despu¨¦s del nombramiento: ha tomado forma y peso, le ha cambiado el rostro: se ha hecho m¨¢s responsable. Cualquiera sabe lo que su partido le va a dejar. Puede ser uno de esos outsider -lo que era Gonz¨¢lez en Suresnes- que se imponga por encima de los decadentes pasadistas. Tiene que ser moderno, vivo y actual. Yo no s¨¦ en qu¨¦ consiste eso: espero que un verdadero pol¨ªtico me lo diga.(Mientras tanto, la izquierda espera. La izquierda real, la intelectual. Es todav¨ªa, salvo casos, la bella durmiente del bosque. Pero las princesas ya son de otra manera: est¨¢n saliendo de la clandestinidad).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.