Mochitos
Los toros estaban mochitos, angelicos m¨ªos. Y los toreros hicieron la proeza de cortarles una oreja. No una oreja por coleta sino una entre los tres. Esa oreja, que correspond¨ªa al sexto, se la concedieron a Rivera Ord¨®?ez y fue de regalo.Los toros, angelicos m¨ªos, ni siquiera parec¨ªan toros: novillos y gracias. Tampoco ten¨ªan fuerza y con un picotazo quedaban listos para sentencia. Y no se crea que tuvieron un comportamiento malo; antes al contrario, embistieron con nobleza. Pero no con la aborregada sumisi¨®n que es habitual en los fastos donde mandan figuras, sino con una encastada boyant¨ªa propia del toro bravo.
?Encastada boyant¨ªa? ?Es la casta del toro lo que se pretende significar? Lagarto, lagarto.,
R¨ªo / V¨¢zquez, Joselito, Rivera
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo y lo de El Pilar, sin trap¨ªo, la mayor¨ªa anovillados, sospechosos de afeitado, flojos, encastados. Curro V¨¢zquez: estocada corta muy trasera y rueda insistente de peones (ovaci¨®n); estocada corta descaradamente baja (algunos pitos). Joselito: pinchazo perdiendo la muleta, otro hondo y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo hondo, dos m¨¢s perdiendo la muleta, pinchazo, estocada delantera -aviso con mucho retraso- y dobla el toro (palmas y tambi¨¦n pitos cuandosaluda). Rivera Ord¨®?ez: dospinchazos, estocada corta, rueda de peones y descabello (aplausos ysaludos); estocada trasera (oreja).Se guard¨® un instante de silencio en memoria de Manolete.Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 28 de agosto. 5? corrida de feria. Lleno.
Porque ah¨ª le duele: la casta. Ya pueden ser los toros anovillados, chicos, flojos, mochos, que si sacan casta imponen un respeto. Las figuras modernas, de los toros de casta no se f¨ªan ni un pelo.
Joselito le anduvo muy relajado al becerr¨®n que hizo segundo, peg¨® derechazos y naturales en abundancia y prolong¨® la faena hasta sus ¨²ltimos extremos. Los pases que pegaba se preocup¨® de hermosearlos ech¨¢ndose para atr¨¢s; es su estilo. Curiosas maneras. Porque uno siempre hab¨ªa cre¨ªdo que el toreo se hace ech¨¢ndose para adelante.
Toro de casta, echarse p'alante... Demasiado para el cuerpo de una figura. Al quinto, de sostenida codicia, Joselito le aguant¨® poco, le dud¨® bastante, le peg¨® muchos pases y la faena, en su conjunto y al detalle, no rebas¨® los niveles de la vulgaridad.
Rivera Ord¨®?ez a¨²n tore¨® con mayor mediocridad pese a lo cual entusiasmaba al p¨²blico. Un caso sociol¨®gico digno de estudio. Expertos en la materia habr¨ªan podido apreciar que el toreo de Rivera Ord¨®?ez era lo de menos. Lo verdaderamente importante era el propio Rivera Ord¨®?ez, verle all¨ª cerca, en carne mortal. A Rivera Ord¨®?ez, que tore¨® presuroso y destemplado, sin ideas y sin fundamento, le aclamaron por el sorprendente hecho de ser y de estar. No es que sea peque?a cosa.
Lo tuvo m¨¢s dif¨ªcil Curro V¨¢zq¨²ez porque pretend¨ªa torear. Un torero que pretenda torear en los tiempos que corren se expone a que lo tomen por marciano. Y, no obstante, cuando Curro V¨¢zquez lograba cumplir su prop¨®sito, se estremec¨ªa la plaza entera.
Fueron unas cuantas pinceladas, principalmente al cuajar las trincheras, los pases de la firma, alg¨²n redondo, un pase de pecho de bell¨ªsima factura. Todo ello en el. primer toro, un mocho irreductible, un inv¨¢lido escapado de la UVI. El cuarto estar¨ªa mochito como todos pero sac¨® casta seria, y Curro V¨¢zquez deshoj¨® la margarita para decidir si deb¨ªa torearlo. Sali¨® non.
Babelia
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