Grandes viajes de papel
La literatura viajera, desde las gu¨ªas a los ensayos, vive una eclosi¨®n en Espa?a

El brit¨¢nico Graham Greene se?alaba en V¨ªas e escape, su obra de memorias, que "escribir un libro o viajar permiten huir de la rutina diaria, del miedo al futuro" mientras su paisano Robert L. Stevenson sosten¨ªa que no viajaba para llegar a ning¨²n sitio, "tan s¨®lo por el placer de ir". El disfrute de un viaje abarca las v¨ªsperas, el propio itinerario y el relato de sus peripecias. Viajar leyendo desde un c¨®modo sill¨®n o leer viajando en los m¨¢s variopintos medios de transporte representan pasiones que cada d¨ªa atrapan a m¨¢s espa?oles. La literatura de viajes vive una eclosi¨®n en Espa?a, desde la t¨ªpica gu¨ªa a ensayos como El sue?o de Africa, el ¨¦xito de Javier Reverte.Reverte ha colocado su libro entre los m¨¢s vendidos y ha alcanzado ya las ocho ediciones. El sue?o de ?frica. En busca de los mitos blancos del continente negro (Anaya-Mario Muchnik) se vio obligado, como tantos otros libros, a un largo peregrinar por varias editoriales y no por su af¨¢n viajero, sino por la pereza de muchos editores a la hora de apostar por lo desconocido. El triunfo permite ahora a su autor, un veterano de varios g¨¦neros, pensar sin agobios en un pr¨®ximo t¨ªtulo. Es s¨®lo un term¨®metro m¨¢s del auge de la literatura viajera. Ahora bien, se trata de un indicador muy valioso de este nuevo fen¨®meno, ya que Reverte se centra en Africa oriental y en relatos de exploradores y pioneros como los brit¨¢nicos Henry Stanley y David Livingstone, el alem¨¢n Carl Peters o la danesa Karen Blixen. Es decir, paisajes y personajes poco familiares para los espa?oles m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos o del filme Memorias de ?frica, basado en el magn¨ªfico libro de Karen Blixen-Isak Dinesen.
Atenta al negocio que se intuye en este tipo de literatura, Ediciones B acaba de lanzar su colecci¨®n de Grandes Viajeros. Algunos son tan cercanos y al mismo tiempo tan desconocidos como Al¨ª Bey, el catal¨¢n Domingo Bad¨ªa, que recorri¨® el Magreb entre fines del XVIII y comienzos del XIX en una apasionante misi¨®n entre el espionaje, la literatura y el inter¨¦s cient¨ªfico. Otros protagonistas de esta colecci¨®n son tan famosos como Marco Polo o tan ex¨®ticos como el periodista Paul Theroux y sus Viajes en tren por China.
Santiago del Rey, responsable de Grandes Viajeros de Ediciones B, coincide con otras opiniones del sector que subrayan que este tipo de libros "hasta ahora s¨®lo se editaban o bien en formatos marginales o bien en impresiones de lujo". Una y otra f¨®rmula no consegu¨ªan, pues, rebasar los m¨¢rgenes de los j¨®venes mochileros o de los ilustrados con alto poder adquisitivo. En constante aumento la literatura viajera ha de recurrir a autores extranjeros, porque Espa?a no cuenta con una gran tradici¨®n de aventureros recientes. Sin embargo, el mayor fil¨®n hispano se encuentra en los relatos de exploradores en Am¨¦rica Latina durante los siglos XVI o XVII. Muchas cr¨®nicas de Indias van a ser afortunadamente rescatadas de la polilla.
La periodista Pilar Rubio abri¨® en Madrid hace unos meses Altair, una librer¨ªa s¨®lo especializada en viajes a imagen y semejanza de una conocid¨ªsima tienda de Barcelona. A juicio de esta entusiasta de la literatura viajera, "cada vez m¨¢s tipos de espa?oles se desplazan a lugares m¨¢s distintos de modo que este g¨¦nero abarca desde las gu¨ªas tur¨ªsticas convencionales hasta los incre¨ªbles libros de fotograf¨ªas sobre ?frica o sobre el Pac¨ªfico editados en ingl¨¦s". Carmen Lacambra, directora de EL PA?S-Aguilar, l¨ªder en el mercado de libros, de viajes y de turismo, subraya que "ahora viaja todo el mundo, desde los j¨®venes campistas a los jubilados de zonas tur¨ªsticas, desde los profesionales urbanos a los amantes de deportes de riesgo". En su opini¨®n, "esta creciente tendencia obliga a diversificar los t¨ªtulos y las colecciones".
As¨ª las cosas, se difumina aquella n¨ªtida frontera que el escritor Paul Bowles, residente en T¨¢nger, fij¨® entre el turista y el viajero. Para este enamorado del norte de ?frica, el viajero es aqu¨¦l que no tiene billete de regreso. A pocos les gusta la identificaci¨®n con esos grupos gregarios, dirigidos por un gu¨ªa con cartulina roja, aunque en realidad s¨®lo una exigua minor¨ªa viaja sin red y sin un d¨ªa marcado en el calendario para volver a la gris cotidianeidad. Todo ese p¨²blico, mitad turista mitad viajero, que al fin y al cabo s¨®lo pretende leer buena literatura, es el que devora libros como El sue?o de ?frica, pero tambi¨¦n t¨ªtulos como Viaje al pa¨ªs de los c¨¢taros, de Jes¨²s Mestre (Pen¨ªnsula); El Danubio, de Claudio Magris (Anagrama); De la Ceca a la Meca, de Juan Goytisolo (Alfaguara); o El leopardo de las nieves, de Peter Matthiesen (Siruela).
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