Muti, La Scala y el Orfe¨®n, triunfo y homenaje
M¨¢s de 2.000 personas se dieron cita el viernes en el polideIportivo de Anoeta para escuchar el segundo programa de la Filarm¨®nica de La Scala con su director Riccardo Muti y rendir nuevo homenaje al Orfe¨®n Donostiarra. El alcalde de la ciudad entreg¨® al presidente del emblem¨¢tico coro la primera medalla de oro que concede la Quincena Musical. Como siempre, lo mejor de cuantos honores y galardones se otorgan al Orfe¨®n es que en el mismo momento de recibirlos los justifica con su actuaci¨®n. As¨ª sucedi¨® ahora pues escuchamos preciosas versiones de la Misa solemne de Cherubini y de las Cuatro piezas sacras de Verdi.Para este repertorio tiene Riccardo Muti especial sensibilidad, sobre todo para ese impresionante monumento de cuatro columnas erigido por el "viejo prodigio", que as¨ª llamaba Falla al Verdi de estas p¨¢ginas, de Otello y de Falstaff. El humanismo religioso de Verdi, tan aut¨¦ntico como innovador, se expresa con lenguaje arriesgado en el asombroso Ave Mar¨ªa o en los Laudi alla Virgine y la escritura coral posee una capacidad emocional y brilla con in¨¦dita perfecci¨®n mientras en Stabat Mater y el Tedeum final voces y orquesta se a¨²nan en tonos y expresiones de singular grandeza. Cada pieza encierra para los int¨¦rpretes un c¨²mulo de problemas que parecieron no existir para el Orfe¨®n que dirige Jos¨¦ Antonio S¨¢inz Alfaro, siempre d¨²ctil, flexible y casi absorto ante las indicaciones de un Muti transfigurado que ten¨ªa poco que ver con el sobrio y sumario expositor de Schumann en el concierto del d¨ªa anterior.
Fr¨ªa como el m¨¢rmol
Distinto es el caso de la Misa de Cherubini, perfecta como el m¨¢rmol y, como el m¨¢rmol, fr¨ªa, para la que conservamos una estimaci¨®n hist¨®rica acaso excesiva. Cherubini, que fuera director del Conservatorio de Par¨ªs cuando estudiaba all¨ª ese vasco genial y desafortunado que se llam¨®, Juan Cris¨®stomo de Arriaga, pod¨ªa dictar cuantas lecciones de escuela quisiera pero en esta Misa no fue m¨¢s all¨¢ de sus saberes conformistas, pulidos y sin genio. La versi¨®n tuvo todas las calidades necesarias, podr¨ªamos decir incluso que la perfecci¨®n, si es que ¨¦sta existe, lo que justific¨® grandes ovaciones. Se convertir¨ªan en encrespado oleaje despu¨¦s de las piezas de Verdi.
Resumen: un programa a recordar y m¨¢s digno de elogio por tratarse de una convocatoria multitudinaria hecha al margen de cualquier concesi¨®n populista o explosiva mezcla de g¨¦neros, estilos y categor¨ªas. El mismo Muti fue el primer entusiasta del Orfe¨®n que, como dijo el alcalde Elorza, lleva por el mundo en triunfo el nombre de su ciudad y de su pa¨ªs'.
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