Desgraciada estrategia
La raz¨®n por la que los individuos que a¨²n tienen una cierta aceptaci¨®n social contando chistes racistas, sexistas, de homosexuales y alg¨²n que otro tipo, todos de mal¨ªsimo gusto, no es por el encanto que ¨¦stos tengan, sino porque los dem¨¢s continuamos ri¨¦ndoles la gracia.?Ni uno m¨¢s! Ridiculicemos a todo aquel que, aun en momentos en que no estamos dispuestos a dar la nota, por ser una situaci¨®n donde prima la diversi¨®n, pues aun as¨ª, demos un tajante y radical corte a estos elementos. Reconozcamos que siempre han sido recursos f¨¢ciles de utilizar estos chistes y juegos de palabras, que en ning¨²n modo contribuyen a que los valores sociales que pretendemos se vayan afianzando, logren cuajar. Todos, en alg¨²n momento, hemos hecho uso de esta desgraciada estrategia; es tan sencilla de utilizar que echamos mano de ella, a veces, sin darnos cuenta. Desterr¨¦mosla, convenzamos a nuestros allegados de que tras esa, en apariencia, inocente amenizaci¨®n se esconde toda una lacra social corrosiva.-
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