La hija de Nora
Los ¨²ltimos acontecimientos espont¨¢neos de Europa han sido la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y la inacabable repercusi¨®n de la muerte de Diana Spencer. Aparte, salta el debate sobre la intimidad de las personas p¨²blicas (un sofisma: nadie llega a ser persona p¨²blica sin la exposici¨®n de su intimidad) hasta el punto de que lo que podemos llamar masa con un tono meliorativo -lejos del aristocratismo despectivo de los liberales: Le Bon, Legouv¨¦, De Maistre, Ortega, Mara?¨®n- ni siquiera se interesa por la culpabilidad de un conductor ebrio a 200 kil¨®metros por hora. Ni el padre del chico admite el error del. conductor; ni la casa Mercedes la de su autom¨®vil, ni el Ritz de Par¨ªs la de su empleado. No interesa la versi¨®n de Gadafi, tan veros¨ªmil, de que les ha matado el MI-5, el prestigioso servicio de inteligencia ingl¨¦s (John Le Carr¨¦, Sommerset Maugham) tras del cual est¨¢ la historia del XIX, para evitar que el futuro rey de Inglaterra tuviera un hermano de raza, y sangre ¨¢rabe: islamita.Otros aspectos aparecen en cada portador de flores: cada uno el suyo. Para m¨ª, viva su encarnaci¨®n del amor libre, su desparpajo para llevar su voluntad hacia adelante; e incluso algo valioso del "¨¢spid que guard¨® en su seno" la reina Isabel. Diana la mordi¨®, fue la antiprincesa, la antimon¨¢rquica. Su valor destructivo. Veo en otros escribidores otros sustos: incluso el de haberles arrancado de su desamor por la princesa para entregarse a esta era posdi¨¢nica y encontrarse en ella sin haberlo imaginado.
De todo este triunfo del acontecimiento sobre las previsiones pol¨ªticas y los estudios de la casa real, ?qu¨¦ quedar¨¢? Quiz¨¢ nada. Apenas creo que funcione el tratado contra las minas personales. Hay reyes de armas que calculan que se mejora la monarqu¨ªa brit¨¢nica, otros que es su final: no pasar¨¢ nada. ?Qu¨¦ se hizo de las manifestaciones por el asesinato de Blanco? Algunas fundaciones, quiz¨¢ un monumento tumbal, unos aniversarios. Lo establecido, lo institucional, tiene mucha fuerza, y quiere que no pase nada. Lo que pasa sin permiso es subversivo.
(Alguna jovencita casada con una Casa, con "lo que debe ser", con unas obligaciones que no comparte, quiz¨¢ se acuerde de Diana y se vaya a un gimnasio o a unos grandes almacenes. Ya ocurr¨ªa desde el siglo XIX, cuando una chica mal casada, Nora, dio un portazo a la casa de su marido y de su hijo -Ibsen, Casa de mu?ecas- Tal vez Diana fuera hija de Nora).
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