La Pasarela Cibeles abre sus desfiles entre la poes¨ªa y lo sensual
Jes¨²s del Pozo y Roberto Verino protagonizan la jornada inaugural
La XXVI edici¨®n de la Pasarela Cibeles se abri¨® ayer en el Parque Ferial Juan Carlos I de Madrid con cinco desfiles donde brillaron con claridad la voluntad estil¨ªstica de Jes¨²s del Pozo, la correcci¨®n y sentido del mercado de Roberto Verino y el gusto espartano de Veva Medem. Mientras Del Pozo se atrincher¨® en su estilo sutil, Verino, que debutaba con su primera colecci¨®n para hombre, destap¨® el frasco de la sensualidad con un sobrio dibujo pegado al cuerpo de las modelos.
El destino de la Pasarela Cibeles estaba escrito: convertirse en un sal¨®n mixto, es decir, con ropa de hombre y mujer. Roberto Verino -cuya puesta en escena puede calificarse de magistral al entremezclar en los momentos justos las apariciones de los chicos entre las chicas- es quien ha inaugurado esta modalidad, a la que, como se sabe de antiguo, parte de la organizaci¨®n se ha opuesto tenazmente durante a?os, esgrimiendo una cierta discriminaci¨®n que hace sobre s¨ª mismo el mercado. Pero, en realidad, esas fronteras son cada vez menos claras y, as¨ª, ya en temporadas anteriores, Verino y algunos otros modistas inclu¨ªan t¨ªmidamente la sal de los modelos masculinos -inolvidable aquella Manuela Vargas arrastrando a un Cameron muy chuleta-. El resultado es algo m¨¢s que prometedor, y dar¨¢ d¨¦ s¨ª en el horizonte est¨¦tico y comercial de un sal¨®n que no pasa por sus mejores momentos, reflejo de la moda misma, que resurge de sus horas bajas, crisis de ayer mismo.Jes¨²s del Pozo hizo gala de sus versos en tela, con esos colores que no lo son en s¨ª mismos y que hasta perturban el ojo: el verde petr¨®leo, un morado lavado en gris, el azul del acero, el teja con intensa textura. Hizo un alarde el pionero de la calle Almirante y present¨® un digno suced¨¢neo del m¨ªtico tejido fortuny usado con inteligencia. Hubo cuellos en ristre, tubos estrechos hasta el tobillo recordando t¨²nicas, lo que en cierto sentido ritualiza el producto final. En Del Pozo hay una precisi¨®n en el dibujo, a la vez que abstracto, que se impone como arquitectura de la prenda y que hasta hace olvidar las m¨¢s claras convenciones; se trata de una inspiraci¨®n que le viene de lejos, del zen y del tao.
Una Veva Medem igual de austera pero con unos apuntes discretos que le dan un cierto sentido del lujo luci¨® su seco sentido del vestido, lo que no es malo siempre que se haga como lo hace ella: con rigor. Largas levitas -ecos de un neorrom¨¢nticismo que colea a nuestras espaldas-, minifaldas rectas en vestidos negros, camisetas simples hasta el anonimato,, muy entalladas: por ah¨ª iban los disparos de esta chica que, erre que erre, consigue hacer lo que sabe y le place, siempre muy urban¨ªcola y con el eco de su etapa neoyorquina a¨²n pis¨¢ndole los talones. Muy graciosas sus babuchas de charol negro y sin tal¨®n.
Aciertos
Javier Larrainzar ha dado un paso s¨®lido hacia el empaque, aunque todav¨ªa se obnubila con esos tejidos que son solamente ricos en apariencia. Lo que present¨® se inspiraba en el Caribe, pero sin t¨®picos y con aciertos, como esa fina blonda que asomaba en escotes, aberturas y ruedos de raso negros.
Palacio & Lemoniez optaron por el amplio espacio que dejan las prendas amplias para que el cuerpo se mueva. Usaron el tencel, una fibra no ya tan nueva, pero que, tras un momento de efervescencia, no ha encontrado demasiado eco entre los modistas, a pesar de su reconocida suavidad. Como en los otros desfiles, hay una brisa orientalista rondando la pasarela, de la India a Marruecos, del Tibet a China, de la seda a los dibujos tribales. No es una moda, sino un perfume que necesita ser degustado con precisi¨®n.
No puede dejar de mencionarse la selecci¨®n de las modelos, que ha dado gusto a todos, y a una Helena Barquilla m¨¢s delgada que provoc¨® la ¨²nica ovaci¨®n rese?able de la jornada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.