Mar, cielo, tierra, Barceloneta
Ya estamos en la Plaza de Col¨®n, cuando se agotan Las Ramblas, y enfilamos el paseo de Isabel II. Hay que dejar atr¨¢s el mas antiguo restaurante de Barcelona, la instituci¨®n como la nombran los eruditos, el 7 Portes(93. 319. 30 33), tan vigente como se debe; y caminamos hasta dar en el restaurante Barceloneta (93. 221 21 11), sito justo en La Barceloneta.Barceloneta est¨¢ asentado en Port Vell. Llegar hasta aqu¨ª es merecer un cierto paraiso. Desde una plataforma, que es la primera planta de las dos del bloque restaurandor, se divisa la ciudad condal, y el Tibidabo y Santa Mar¨ªa del Mar y La Sagrada familia; y enderredor, Barceloneta da con el muelle del Reloj o de los Pescadores; la parte frontal limita con el puerto y a la derecha linda con el Paseo Nacional. El conjunto es un cuadro expresionista o impresionista, seg¨²n las brumas y de acuerdo con la hora del d¨ªa: aqu¨ª se sirve comida y goce desde la una de la tarde hasta las 11,30 de la noche sin interrupci¨®n.
Cuando el tiempo ayuda, el comensal se sienta en las sillas de las mesas que comunican directamente con el agua del mar. Y si la la climatolog¨ªa fruncen sus bondades, Barceloneta se convierte en un recinto acristalado, sencillo, agradable, marinero. A la hora del almuerzo o de la cena, o a cualquiera de las horas de todo el d¨ªa que el lugar abre sus brazos para recibir, se ofrecen 70 platos sin enumerar los diez abrebocas iniciales a modo de picoteo. Entrantes fr¨ªos, caliente, arroces caldosos y gloriosos como el de los pescadores; pescados y mariscos que abarcan una gama seria de gustos y de preparaciones; carnes, todas las carnes y m¨¢s de una treintena de sugerencias diarias de temporada.
Y cuando se ha agotado todo lo que pueda ayudar para seguir, esta casa se atreve a¨²n con treinta postres. Y desde el inicio hasta el fin una carta de vinos moderna, esto es, variada: todos los grandes vinos catalanes, tintos primero y blancos tranquilos y blancos efervescentes, todos los cavas de esta tierra quiere decirse, est¨¢n a la vista en la carta. No faltan riojas, ni los grandes vinos de las grandes regiones vin¨ªcolas de Espa?a: Ribera de Duero, Navarra....
Los barceloneses dan cuenta a diario de lo que supone este restaurante casi reci¨¦n nacido, llen¨¢ndolo. Si alguien se lo propone, incluido un servicio correcto, le costar¨¢ llegar o superar las 4.000 pesetas por unacomida al pi¨¦ del mar, a la vista de un paisaje viviente y en tierra firme mirando y so?ando elcielo.
Mas talludo, en Muntaner, el eje central de Barcelona, Oliv¨¦(93. 430 90 27), sirve desde que vino al mundo la cocina catalana elemental, suculenta, sin complicaciones. Arroces y espalda de cabrito al horno son, por ejemplo, una muestra de lo que es este sitio, donde el amante del vino ser¨¢ halagado con unas posibilidades muy de agradecer. Sentarse en una mesa del lugar no angustia: con 3.500 pesetas o algo mas se resuelve el medio d¨ªa o la noche. Y, es de anotar, el servicio, que luce un profesionalismo.
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